«Tiene que aclararlo el Gobierno» fue la única respuesta de Eduardo Duhalde luego de que su nombre apareciera este lunes como parte de lista en medio del escándalo del vacunatorio VIP. Según trascendió, su esposa Hilda “Chiche” González, dos de sus hijas, María Eva y Juliana y hasta su secretario personal, Carlos Mao, también recibieron la dosis de la vacuna Sputnik V contra el coronavirus.
Duhalde fue vicepresidente durante el primer gobierno menemista, cargo que abandonó al tiempo para gestionar las políticas neoliberales y los ataques al pueblo trabajador desde la gobernación de la provincia de Buenos Aires.
Tras el estallido de la rebelión popular en 2001 que se llevó puesto al gobierno de la Alianza y Fernando De La Rúa, y de que volaran del sillón varios presidentes en pocos días por las masivas protestas callejeras y la acción de las masas populares ejerció como presidente de la Argentina, entre el 2002 y 2003 por la aplicación de la Ley de Acefalía.
Para graficar con un hecho su nefasto rol al mando del poder del estado capitalista nacional, durante su gestión, por ejemplo, tuvo lugar la llamada “Masacre de Avellada”. Un episodio de represión a una protesta en el Puente Pueyrredón que terminó con el cobarde asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán en manos de la policía.
Las semanas previas a esa represión, el entonces presidente declaraba que “los intentos de aislar a la Capital no pueden pasar más, tenemos que ir poniendo orden”. El orden lo iba a garantizar ni más ni manos que a costa de la represión a los sectores populares y el asesinato de luchadores que peleaban, justamente, contra las consecuencias de las políticas que personajes como el propio Eduardo Duhalde pusieron en pie.
Que lo aclare otro, claro, porque explicar que los privilegios de los que gozan los Duhalde y compañía son el vuelto por décadas de servicios prestados a los intereses de los capitalistas nacionales y extranjeros no es algo que se pueda decir ligeramente por ahí. Tal como te comentábamos en una nota recientemente publicada en nuestro portal: “la crisis política desatada por el escándalo de las vacunaciones de privilegio no es un error aislado de un funcionario ejemplar como nos quiere hacer creer Fernández. Representa el destape de una verdad a todas luces conocida pero no por ello menos indignante: los privilegios inescrupulosos de quienes detentan el poder del Estado.”