El triunfo táctico de la Ley Bases ha dejado planteada una renovada serie de dificultades al gobierno de Milei en el terreno económico y social, que ponen blanco sobre negro la diferencia entre sancionar un conjunto de leyes, ordenar al país alrededor de las mismas, y dar una perspectiva económica que contente a la burguesía y al imperialismo.
Aun habiendo costado al gobierno larguísimos seis meses la aprobación de la “Bases” -con eventos de puja política en las calles y elementos de crisis política en las alturas-, en que el gobierno se topó con el límite que le impuso tanto la lucha de clases como el régimen político en su pretensión bonapartista, la incertidumbre se ha trasladado del plano político al testarudo terreno de la economía, mediado por el hecho de que las relaciones de fuerza persisten como límite, también material, a las pretensiones gubernamentales y del conjunto de la burguesía. Estas pretensiones de destruir las conquistas materiales y de organización de las y los trabajadores cuentan con el apoyo mancomunado del conjunto de los capitalistas, de las fuerzas políticas del régimen, y de la burocracia sindical, dispuesta a entregar todo sin que vuele una mosca, a menos que el “termómetro” del que suelen hablar para tomar una medida, marque aumento de temperatura entre las y los trabajadores.
La dificultad en el terreno de la economía engloba una serie de incógnitas aún no descifradas y que ponen los nervios de punta a los empresarios: ¿cuál es el motor de la economía?, ¿cuándo empieza el repunte para hacer negocios a lo grande?, ¿cuándo termina el cepo cambiario del que tanto agitó Milei?, ¿cómo afrontar la deuda con el FMI? El tiempo sigue corriendo, los meses pasan, y el déficit fiscal logrado a base de ajustes en la inversión del Estado, los salarios y el ataque a las jubilaciones no es un plan para orientar la economía del país que pretenden los capitalistas.
Dicho esto, el terreno dinámico del país ha cambiado momentáneamente de la política en la que se impuso la Ley Bases, con serias dificultades y límites claros, al terreno de la economía, la sociedad y sus reivindicaciones. Un terreno económico que, al ser fragmentado, al someter a las y los trabajadores a una diversidad de ataques en tiempos distintos, por lugares de trabajo o gremios, o al depender de la ofensiva de cada patronal, en algunos casos, o del gobierno y su ataque e intento de desguace de amplias áreas estatales y junto con ello a los puestos laborales, genera una dispersión tanto en la reacción, como en la experiencia con el ajustazo y los despidos. Desde luego que, tanto en la fragmentación de las experiencias como en la inhibición de acciones en respuesta a los ataques, la burocracia sindical juega un rol activo.
Si la experiencia se concentra en el terreno de la política e irradia al conjunto de los explotados dando lugar a la acción desde el “palacio” y la reacción desde “las plazas”, la experiencia del ataque económico, menos fluida y más “sector por sector”, ralentiza esa experiencia y dispersa los reclamos. Dicho esto, un ataque global como es la pretensión del gobierno de elevar la jubilación a 75 años (es decir eliminar prácticamente las jubilaciones de un saque), así como un conflicto testigo que lograra alcance político nacional consiguiendo empatía con el conjunto de las y los de abajo, podría devolver al terreno político la dinámica convulsiva que hizo sufrir a Milei, al peronismo/K, al PRO, y todos los sectores que han sostenido a Milei, garantizando que siga gobernando hasta la fecha.
En ese marco, el gobierno y el conjunto de las fuerzas de régimen deshojan el calendario anticipadamente en vistas a las elecciones del 2025. Año en el cual Milei pretende alzarse con mayoría propia en al menos una de las Cámaras, mientras que el PRO (con su crisis abierta) y los sectores que han sido “oficialistas críticos” más que opositores, podrían ver reducido su espacio político exponencialmente. Por su parte, el peronismo y kirchnerismo, responsables de haber garantizado la continuidad de Milei desalentando las movilizaciones contra la “Bases”, se apuran a figurar como verdaderos opositores, más allá que han demostrado, además, no tener programa alternativo.
Por su parte, el FITU dirigido por el PTS ha dado un giro hacia la ruptura de todos los ámbitos de coordinación que fueron claves para que las acciones de la izquierda tuvieran alcance político nacional durante los 7 meses de gobierno de Milei y garantizaron, además, la unidad del conjunto de la izquierda y diversos sectores de la vanguardia. Lejos de apostar a estos ámbitos como punto de partida para la defensa de la vanguardia amplia, hoy bajo los ataques que vienen desarrollando mancomunadamente el gobierno con la anuencia de la justicia y el régimen político, la ruptura de los mismos busca hacer orbitar todo alrededor del FITU y, específicamente, de la figura de Bregman mientras el resto acompaña sin chistar.
Una lógica sectaria y destructiva de una experiencia común que se había logrado recorrer como necesidad para enfrentar a la extrema derecha y que da cuenta que antes que cualquier política que parta de las necesidades del conjunto para guiar la acción de estas organizaciones, están los porotos electorales que ya se puntean de cara al año próximo. Este dato, que ha sido la regla durante los últimos 13 años, se completa con un salto cualitativo en la lógica instrumental del PTS, que los llevó a la desintegración de todo debate político, de todo debate de ideas, de todo parámetro de principios incluso, algo que no ocurría a ese nivel años atrás.
El momento de lo que “no se ve”
Del momento concentrado de la política que dominó los primeros 6 meses del gobierno, al momento descentrado donde lo que prima son los ataques por lugares, bajo el rasero común de una ofensiva en línea contra todas y todos los trabajadores, se procesa el paso de la Ley a su aplicación en la realidad.
Como hemos dicho en otras oportunidades, este gobierno genera consensos y disensos entre el personal político del régimen; unidad en algunos casos, divisiones en otros. Respecto de ir a un cambio de régimen político en el que los deseos bonapartistas de Milei se lleven adelante avasallando el conjunto de las instituciones y los derechos democráticos conquistados han primado los disensos, marcando límites claros al gobierno que no logró hasta hoy imponerse.
Esto no quiere decir que conviva con esto cierta unidad respecto de algunas ofensivas antidemocráticas, como lo son la persecución a los movimientos sociales, el intento de criminalizar la protesta política y social, como ocurrió luego de la Ley Bases, y que se extiende hasta hoy con la continuidad de 2 detenidos y varias causas abiertas a ex detenidos, o el hecho concreto que resulta más difícil movilizar en las calles por la presión represiva que ejerce Patricia Bullrich y el acompañamiento del Poder Judicial. Si el límite está puesto en que no se ha traspasado el ataque de los movimientos sociales a las figuras o partidos políticos, en lo que respecta a los sectores más desprestigiados ante sectores de masas, el régimen acompaña la ofensiva reaccionaria.
Luego, en terrenos donde no hay legitimidad para cruzar ciertas líneas rojas, como es el caso de la visita por parte de parlamentarios oficialistas de LLA a responsables de desapariciones y torturas como el caso de Astiz, prima la división ocasional y el aprovechamiento electoralista que domina fundamentalmente entre el peronismo/K. Una suerte de regreso al terreno institucional, como lo son las elecciones, como ámbito para procesar las aberraciones de Milei sin abrir crisis de fondo.
Pero en lo que respecta a la ofensiva anti obrera, al aspecto económico del plan de guerra de Milei, prima la unidad tanto en el empresariado, en el régimen político y sus partidos, y en la burocracia sindical. En febrero Cristina Kirchner había adelantado, en un guiño a la burguesía, que ella también opinaba que “resulta ineludible discutir seriamente un plan de actualización laboral que brinde respuestas a las nuevas formas de relaciones laborales surgidas a la luz de los avances tecnológicos y de una pandemia que trastocó todos y cada uno de los ámbitos de la vida de las personas”. Eufemismo para dar visto bueno a la exigencia de las patronales de impulsar una reforma laboral y recolocar a futuro al kirchnerismo como una alternativa “tragable” para los capitalistas. Lo cual da cuenta, a su vez, de lo que hemos insistido en otras oportunidades, la inexistencia de un programa alternativo de esta fuerza que gobernó la última década y media con el interregno de Macri.
Pero si al momento del ataque económico prima la unidad entre los de arriba, en lo que respecta a la situación macro económica, la orientación de la economía como marco para los grandes negocios capitalistas, lo que prima es el reclamo y la preocupación porque “el país no arranca”. La expectativa del gobierno de que una vez logrado el tan reclamado marco jurídico que garantice seguridad para las inversiones y los negocios se chocó con otro reclamo más llano, pero de difícil solución: los aspirantes a grandes inversores no se contentan con el RIGI si, además de tener garantizadas condiciones draconianas, no pueden transformar las ganancias millonarias a dólares para girarlos a sus casas matrices. La lógica imperialista expoliadora es implacable, aunque Caputo pretenda vender que la moneda fuerte del país serían los pesos, las dudas sobre la política que se ha dado el gobierno para acumular reservas que faciliten la dolarización de la economía domina la escena. Insistimos, no es que no guste a los capitalistas las declaraciones de Caputo sobre que los trabajadores van a tener que usar sus ahorros en dólares para pagar la luz, el gas o las expensas. Lo que no convence es que esto solucione ningún problema real ante la escasez de divisas…
Así, conviven junto con una ofensiva mancomunada hacia los de abajo, un cruce de reclamos y alertas por arriba. En la medida que el motor de la economía no es la inversión pública, que los exportadores del agro se niegan a liquidar dólares y presionan para una nueva devaluación que les garantice mayor margen de ganancias, y que las grandes inversiones no aparecen, las tensiones y los signos de pregunta sobre el proyecto económico de Milei aumentan. Los índices económicos del INDEC siguen alertando sobre cifras económicas por debajo de las del 2023. Entre éstos, algunas industrias neurálgicas se encuentran en franca caída: la industria automotriz con una caída interanual del 40%, la construcción con caída del 30%, industria metalúrgica con caídas desde el 17% interanual (producción de equipos eléctricos), 15% (carrocerías y remolques) o 25% en actividades de fundición; caída interanual en producción de alimentos del 5% según la UIA (un rubro menos “elástico” ya que se puede dejar de consumir alimentos hasta un límite determinado); o datos del comercio exterior que hablan de un crecimiento de exportaciones del 21% (con exportadores que no liquidan) e importaciones de insumos para la producción que se desploman en un 35,5 respecto del mismo periodo en el 2023. A cuenta de esto, el FMI advierte que, a diferencia de la previsión de abril sobre que el decrecimiento del PBI estimado era del 2,8%, ha ajustado la estimación a una caída del 3,5%. Datos que de conjunto marcan la continuidad de una crisis económica contenida, pero sin vista de resolución.
En ese marco, la unidad por arriba para la ofensiva anti obrera y anti trabajadores se expresa por abajo en una miríada de despidos, imposición de preventivos de crisis (que habilitan a las patronales bajo el supuesto de incapacidad económica a despidos y reestructuración laboral), suspensiones, y otros artilugios. El caso de las patronales del Neumático es la muestra clara de hacer pasar el triunfo político táctico del gobierno al terreno material de las relaciones económico-laborales. Tanto FATE como Bridgestone han pedido preventivos de crisis e intentan deshacerse de cientos de trabajadores, muchos con más de 20 años de trabajo, presionando para arreglos miserables bajo la amenaza que, si no agarran, se van a quedar sin nada.
Como han expresado algunas Listas del SUTNA independientes de la patronal, como la Marrón, es necesario que la conducción realice asambleas a contraturno e impulsar una Asamblea General del gremio para poner en pie de guerra a los trabajadores y mostrar que hay una alternativa a la amenaza patronal. Una defensa que debe partir del rechazo a todo despido, junto a la defensa del gremio como organización independiente que, de lograr la patronal su cometido, quedaría seriamente debilitada. La puesta en pie de un Encuentro Regional en la Zona Norte del GBA, donde el activismo de FATE tiene un peso importante, es una propuesta que alentamos a que sea tomada para rodear al SUTNA del apoyo de las diversas organizaciones de la vanguardia.
Sumar fuerzas mientras se preparan nuevos eventos de la lucha de clases
El giro rupturista que el PTS le imprimió al FITU, rompiendo todo ámbito de coordinación para monopolizar la pelea por la libertad de los presos de la Ley Bases, es acompañado por el PO que se ha montado a esa orientación, haciendo lo propio con el conflicto en puertas del SUTNA. Ambas corrientes ordenan sus intervenciones en los conflictos de la vanguardia con las miras puestas en sus disputas internas del FITU de cara a las elecciones del 2025, y a costa de los ámbitos de frente único.
Por el contrario, la orientación de nuestra organización ha sido la defensa de los ámbitos de coordinación y de la unidad de la izquierda que funcionaron durante estos primeros 6 meses, que le dieron a la izquierda un protagonismo más que destacado en cada intervención contra la Ley Bases, el DNU, el Protocolo antiprotesta, o el paro general, por nombrar sólo algunos eventos, y nos colocó como una referencia ante la mirada de millones. De esos ámbitos de coordinación surgió el 1° de Mayo unitario luego de 13 años de existencia del FITU; una necesidad que dialogó con la existencia de un gobierno de extrema derecha al frente del país.
Pero junto con el giro rupturista, se ha dado un salto cualitativo en la despolitización y los ataques sin principios, específicamente contra nuestra organización. El clima cloacal incentivado por el PTS enturbia todas las relaciones en la vanguardia, sometida a su vez al ataque reaccionario por parte del gobierno de extrema derecha.
A pesar de esto, el ¡Ya Basta! es consecuente con la política que llevó y que fue votada por unanimidad en el Encuentro de Trabajadores contra el Plan de Milei, de unificar a la izquierda en todos los ámbitos, y en particular en las Universidades y Facultades donde la izquierda tiene reales posibilidades de recuperar organismos de masas para fortalecer la lucha contra Milei. La irresponsabilidad de algunas organizaciones del FITU no tiene límites. Prefieren regalar una vez más centros de estudiantes a Patria Grande (un escollo en la lucha del movimiento estudiantil contra este gobierno), como ocurre en el CEFyL, antes que compartir la presidencia del centro entre las fuerzas de izquierda.
Por nuestra parte, seguiremos dando la pelea de cara a la vanguardia por derrotar la estrechez política a la que intentan someter al conjunto de la izquierda, reduciendo todo a masa de maniobra, cloaca y acuerdos de aparato, en lo que lo único que “dirige” es, no la discusión y la apuesta a derrotar al gobierno y construir una alternativa para las y los trabajadores, sino el intento impotente de atacar a otras fuerzas de izquierda, lógica que empalma tristemente con la ofensiva reaccionaria de la extrema derecha contra la vanguardia.
En este sentido, el próximo lanzamiento de “El marxismo y la transición socialista” de Roberto Sáenz, dirigente de nuestra corriente SoB y del Nuevo MAS, que será traducido en 3 idiomas además de su versión en español, es un antídoto contra la lógica cloacal y anti política que se pretende imponer entre la izquierda. Una apuesta por poner en debate la necesaria e insustituible lucha por la autoemancipación de la clase obrera (palabra “autoemancipación” que causa urticaria a las corrientes estalinófilas) en la pelea junto a sus organizaciones políticas por la toma del poder y la revolución socialista. Este texto es para nuestra corriente y nuestro partido una ofensiva para agrupar a lo mejor de la vanguardia, estrechar lazos, y sumar fuerzas a nuestras filas.
Este debate estratégico que ha sido evitado y obviado conscientemente por una parte importante de corrientes que se reivindican socialistas, es una invitación a la pelea de ideas revolucionarias, al debate de estrategia que no puede reducirse instrumentalmente a una lógica militarista, sino que requiere del restablecimiento del sujeto protagonista de la revolución. Y un aporte para todas las generaciones de revolucionarios, militantes, simpatizantes, académicos, y de todas y todos aquéllos que comprenden que los grandes eventos revolucionarios futuros requieren de ideas y aportes igualmente profundos y revolucionarios, como guías para nuestra acción transformadora.
Junto con esto, llamamos a toda la vanguardia a preparase para los eventos de la lucha de clases que ocurrirán más temprano que tarde, fundamentalmente en el SUTNA, cuyas patronales se han puesto en pie de guerra contra los trabajadores, y en el Hospital Posadas, donde el gobierno intenta dar un golpe mediante el desguace de uno de los hospitales más importantes del país y completos por la diversidad de especialidades que abarca, y que requerirán de la mayor unidad y coordinación para derrotarlos.