Días clave en Perú: «toma de Lima» y Paro General por la caída del gobierno golpista

A pesar de las masacres y la represión, el gobierno no ha logrado aplacar a las movilizaciones, que siguen en crecimiento. Con el protagonismo de las masas populares en las calles, pueden estar viviéndose momentos decisivos para el futuro político de Perú.

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Las protestas en Perú contra el gobierno de Dina Boluarte continúan en ascenso. Desde el lunes, miles de manifestantes provenientes de distintos puntos del país llegan a Lima en lo que han denominado «La toma de Lima». Mañana el país se verá paralizado por un paro general que ya suma cientos de adhesiones.

El paro está convocado por la principal central sindical del país, la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), y cuenta con el apoyo de decenas de sindicatos que se plegarán a la medida.

La convocatoria exige la renuncia inmediata de Boluarte y las autoridades del Congreso, el llamado inmediato a elecciones y la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Desde la destitución de Castillo por parte del congreso, el pasado 7 de diciembre, el repudio ha sido generalizado hacia todo el régimen político.

La central sindical difundió encuestas que aseguran que alrededor del 70% de la población votaría a favor en un referéndum para convocar una Asamblea Constituyente.

Desde el lunes, luego de que el gobierno habilitara la intervención militar en numerosos distritos del país, las protestas de cada región se propusieron confluir en una gran jornada unificada en Lima. Desde ese día cientos de manifestantes llegan todos los días a la capital en caravana, pero la afluencia ha aumentado significativamente hoy y se espera que sea mayor mañana, mientras se desarrolla la huelga general.

La convocatoria a una protesta nacional unificada ha sido denominada Toma de Lima o también «La marcha de los cuatro suyos», en referencia a la división territorial incaica originaria.

El gobierno, ¿contra las cuerdas?

Boluarte y los demás partidos del congreso intentaron en un primer término apaciguar las protestas mediante un tibio y lejano adelantamiento de elecciones, de 2026 a 2024, pero no les funcionó.

Luego, el gobierno pasó sin mediación a la vía represiva más brutal, produciendo masacres contra el pueblo -ya son 50 los muertos- e incluso sacando a los militares a la calle en algunas regiones. Pero todo indica que el tiro les ha salido por la culata y las protestas no han hecho más que crecer, alimentadas por la indignación que causan los asesinatos en manos de la policía y los militares.

Si el recurso a las Fuerzas Armadas ya mostraba cierta debilidad política del gobierno, el fracaso en intentar contener las movilizaciones incluso a través de la represión más violenta puede abrir una crisis en el seno de la alianza de partidos del régimen que fueron partícipes del golpe contra Castillo.

En este contexto, el paro general de mañana tiene una importancia enorme, ya que puede significar un duro golpe a todo el régimen golpista, que apostó a disciplinar a las masas populares a través de la destitución de Castillo.

Si Castillo no pudo resistir, no fue solamente porque no se apoyó en esas mismas masas populares para defenderse, sino también porque no cumplió ninguna de sus promesas con la que la población trabajadora e indígena del Perú le habían brindado su apoyo.

La crisis crónica que el régimen político peruano arrastra hace años puede tener una salida en la medida en que intervengan la clase trabajadora y los sectores populares en la situación, y esa oportunidad se presenta ahora. El paro de mañana, la resistencia a la represión y la continuidad de las protestas pueden ofrecer una salida progresiva luego de que los partidos de la burguesía hayan llevado al país una y otra vez al desastre.

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