Después del 18F y el 1M – Hay que romper la polarización de los de arriba

0
30

 

 

Las últimas semanas han sido de una vertiginosa puja interburguesa en las alturas. Por un lado estuvo el avance de la oposición con el cual se jugó con todo a mellar al máximo a la figura presidencial y junto con ella las posibilidades de cualquier candidato K. Intento esto mediante la denuncia de Nisman y la “marcha del silencio” en reivindicación de su figura. Por el otro, el kirchnerismo, que respondió con una movilización oficialista de importancia teniendo en cuenta que estamos ante un gobierno que lleva doce años de gobierno ininterrumpido; una continuidad que tendríamos que remontarnos casi cien años a los gobiernos de Yrigoyen y Alem, para encontrar un parangón en el plano cronológico.

 

Del 18F al 1M

 

La situación política tiene una dinámica tal que al referirse al 18F parece que estamos ante un acontecimiento muy lejano; no obstante, es importante pasar una breve revista a ese acontecimiento. El 18F pretendió ser una excusa para poner en la calle un movimiento conservador que sirva de punto de apoyo para provocar un giro reaccionario en la situación nacional. Todos los actores estaban en su lugar: los fiscales aparecían como cabeza del sector anti K de la corporación judicial; los grandes medios de comunicación no cesaron un segundo durante diez días de propagandizar y organizar el 18F; y detrás de estos fiscales se posicionó toda la oposición, quienes buscaron capitalizar esa movilización. Pero la marcha no fue lo suficiente masiva y no pudo cumplir con las expectativas creadas: no logro quebrar estrechos límites sociales y etáreos; fue una movilización muy cheta y de un promedio de edad demasiado elevado: no logro conmover ni a la juventud ni a los sectores populares.

El corto alcance del 18F mostró los límites de ese movimiento. Entre los que dieron cuenta de esto, estuvo el juez Refecas, quien no dudó en desestimar de plano la denuncia de Nisman y la imputación contra Cristina Kirchner y Héctor Timerman. De un plumazo y 48 horas antes de que Cristina inaugurara las sesiones del Congreso, el juez federal le liberó el camino a la Presidente para elegir libremente sus palabras.

Así fue como la importante movilización del 1M, convocada por el Poder Ejecutivo y todo el aparato K, pasó de una demostración de fuerza en defensa de Cristina, a una apuesta ofensiva en donde increpó a la oposición y al Poder Judicial, y también plantó al gobierno abiertamente en plena campaña electoral.

 

Un debate que se sustancia alrededor del balance de los 12 años K

 

Luego de la resolución del Juez Refecas desechando la acusación contra el gobierno y del discurso de Cristina, la crisis política e institucional parece haber quedado por el momento parcialmente encausada; no obstante esto, sería prematuro pensar que los acontecimientos de enero y febrero fueron un rayo aislado en cielo sereno. Lo más probable es que la crisis política se expresé en la campaña electoral en medio de una incesante y despolitizada guerra sucia con denuncias  cruzadas entre el gobierno y la oposición donde se discuta de cualquier cosa menos de los problemas que  interesan a los trabajadores y al pueblo.

Es que más allá de las denuncias y las frases altisonantes, lo que estuvo por detrás tanto del 18F como del 1M, es el balance de los doce años de gobierno K, lapso que como ya dijimos, es un elemento histórico que tiñe de punta a punta la actual realidad política del país. El simple hecho de gobernar durante más de una década, hace que el gobierno sea responsable íntegramente de la situación en que está el país.

Argentina no es un país del todo normal; el Argentinazo de 2001, aunque no logró desbaratar el régimen político, sí consiguió modificar sustancialmente las relaciones de fuerza a favor de los trabajadores y los sectores populares. La burguesía no pudo seguir gobernando igual que como lo venia haciendo hasta el momento: la década del 90 quedó en buena parte sepultada tras las movilizaciones de diciembre de 2001.

Por eso no es ocioso el punto de partida que elige el gobierno para toda comparación: la década del 90 y el 2001. Cristina, con estas fechas, manda mensajes a los trabajadores y a las patronales al mismo tiempo. Porque a nadie se le escapa que la década del noventa representa para miles de trabajadores al desempleo de masas. El gobierno sabe perfectamente que el fantasma de la perdida del trabajo toca fibras muy sensibles en los sectores populares, su mensaje es simple: “ahora hay trabajo, antes no”. La hipocresía del gobierno presenta la conquista arrancada como consecuencia de la rebelión popular del Argentinazo, como una graciosa concesión del gobierno K. Y tras esa maniobra, presiona a los trabajadores a que se sometan a las condiciones más brutales de explotación laboral, suspensiones o baja de salarios con el miedo al desempleo. A las patronales les recuerda que este país era ingobernable: que en 2001, en una semana, las masas echaron a 5 presidentes; que en ese entonces el “que se vayan todos” era la amenaza que pesaba sobre todo el régimen político y que con ellos (Duhalde mediante), consiguieron que todos se queden en su lugar y la gente salga de las calles y regrese a la pasividad de su casa.

Por su parte, los Macri, Massa y compañía, representan a un sector de la burguesía que más allá de reconocerle a los K el mérito de haber reabsorbido la crisis del 2001, los acusa de no haber sido capaz de propinarle una derrota categórica a las masas: no haber revertido las relaciones de fuerza que genero el Argentinazo.

Lo que ocurre es que el modelo K de arbitraje entre las clases con el objetivo de mantener tranquilos a los trabajadores y sectores populares, es muy costoso para la burguesía: una cosa era aguantarlo en épocas de vacas gordas, cuando el precio de las materias primas y los granos estaba por las nubes y los dólares sobraban,  y otra en época de vacas flacas, donde la divisa verde escasea y es necesario una devaluación y un ajuste en regla que baje los salarios y garantice las ganancias y la “competitividad” de la raquítica industria nacional.

 

Preparan un nuevo ajuste

 

La discusión entre el gobierno y la oposición plantea un falso debate que excluye a los trabajadores y los intereses de la nación argentina. Ambos coinciden en que hay que implantar un ajuste contra los sectores populares; la única diferencia esta en las formas y los tiempos del mismo. El gobierno apuesta a liquidar el salario vía la inflación y las paritarias a la baja con el apoyo de la burocracia sindical, a la quita paulatina de los subsidios a los servicios públicos y al transporte, y a un controlado incremento de la desocupación que ponga presión contra los reclamos de los trabajadores; la oposición, por su parte, pretende hacerlo directamente por medio de la devaluación del peso frente al dólar y la quita de subsidios, y, en principio, podría estar más dispuesta a medir fuerzas directamente con los sectores populares, aunque esto habrá que verlo.

Ambas alternativas son una trampa para los trabajadores, ambas parten de un punto en común: garantizar los negocios de las patronales y el imperialismo para que, como dice la misma Cristina, “se la sigan llevando en pala”.

Los doce años del gobierno K ameritan un balance global que va más allá de una elección a presidente. La izquierda debe intervenir en este debate levantando las banderas de los trabajadores, sus reivindicaciones y nuestro propio proyecto de país por así decirlo.

Luego de 35 años de democracia patronal y 12 de gobierno K, donde cada gobierno puso todos los recursos humanos y naturales del país al servicio de los intereses de las patronales, nos encontramos una vez más frente a la misma disyuntiva de crisis, y una vez más la variable de ajuste son los trabajadores. Esto es muestra de que la Argentina capitalista ha fracasado nuevamente: Doce años K nos dejan un país tan endeudado como siempre a pesar de habernos recibido de pagadores seriales; doce años K donde las trabajadores se deslomaron para que “ellos” se las lleven en pala, para que después deban bancarse cualquier atropello y encima agradecer a Cristina y a los patrones por “dar trabajo”; doce años K durante los cuales las mujeres fueron negadas del elemental derecho a decidir sobre su propio cuerpo, donde cientas mueren por año a causa de que el derecho al aborto no esta reconocido; doce años K donde los servicios de inteligencia persiguen y espían a los trabajadores, infiltran sus organizaciones y aprietan a jueces, fiscales, diputados, senadores y presidentes; doce años K después de los cuales Argentina continua siendo un país cuya única fuente de competitividad internacional es bajar el salario obrero, más allá de la producción de materias primas; doce años K donde más allá de un vagón más o vagón menos, la red de ferrocarriles continúa tan desmembrada como en los 90; doce años K donde los recursos naturales (petróleo, minerales, tierra, etc.) han sido entregados a la expoliación imperialista.

En este contexto no basta con que la izquierda cumpla el elemental deber de levantar algunas reivindicaciones de los trabajadores y sectores populares. Es necesario alzar una alternativa global al fracaso de la Argentina capitalista. La izquierda debe proponer una alternativa desde los trabajadores hacia el conjunto de los explotados y oprimidos, la crisis de la Argentina K obliga a superarla con una alternativa socialista donde los trabajadores y el pueblo impongan sus intereses por sobre la rapiña de las patronales, sus partidos y gobiernos.

 

El 8M y el 24 de Marzo: afirmemos un polo de independencia de los trabajadores, las mujeres y la juventud

 

La oposición y el gobierno se lanzaron a las calles con movilizaciones en defensa de sendos proyectos patronales. La izquierda y los trabajadores, junto a las mujeres y la juventud, debemos salir al ruedo un polo propio de independencia política contra el gobierno K.

En esta perspectiva es que desde el Nuevo MAS y desde Las Rojas nos jugamos con todo a marchar este 9 de marzo conmemorando el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, con una columna repleta de mujeres luchadoras contra la violencia contra las mujeres, la impunidad de la justicia patriarcal y capitalista, por el derecho al aborto legal seguro y gratuito y contra las redes de trata amparadas por el Estado y el poder policial y político. Al mismo tiempo, aprovecharemos esta convocatoria para ir construyendo de cara el 24 de marzo, una gran columna que levante las banderas de la necesidad de construir un alternativa política de los trabajadores, las mujeres y la juventud, que afirme un polo independiente contra el gobierno K y por una alternativa socialista en la Argentina. La militancia de nuestro partido se jugará con todo en ambas movilizaciones a partir de la exitosa conferencia nacional que nos ha llenado de «pilas» para las tareas que se vienen, y que en nuestro caso se resumen en aprovechar la campaña electoral para dar el salto a partido nacional, a un partido que comienza a ir de manera más decidida a construirse en el seno de los trabajadores.