Despedimos a Chicha Mariani

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Por Luz Licht

Este lunes, se dio a conocer la triste noticia del fallecimiento de Chicha Mariani, cofundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, incansable luchadora que se fue sin recuperar a su nieta Anahí.  Dejó un enorme legado para la historia de la lucha contra los crímenes de la última dictadura militar y por los derechos humanos.

Una vida para la lucha por la memoria, la verdad y la justicia

En los días del sangriento Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983), Chicha era una maestra de La Plata casada con un violinista y director de orquesta. Un 24 de noviembre del año 1976, en un operativo a cargo de Miguel Etchecolatz, por entonces comisario de la Policía Bonaerense, militares y miembros de dicha fuerza dispararon por varias horas a la casa en la que se encontraba la nuera de Chicha, Mariana Teruggi, una joven estudiante de Letras. Esa noche, junto a ella, fueron asesinados otros cuatro militantes de Montoneros que allí se encontraban. A la pequeña Clara Anahí de tres meses, que había sobrevivido, se la robaron y desde ese día su abuela y familiares la buscan. Al papá de Anahí, que ese día se encontraba trabajando y también era militante, lo asesinaron un año después: el 1ro de agosto de 1977.

Clara Anahí todavía sigue desaparecida.

Desde entonces, Chicha Mariani recorrió cuarteles, comisarías y juzgados buscando a su nieta. En medio de tanta búsqueda, un tal Monseñor Emilio Graselli le confirmó que su nieta había sido entregada a una familia influyente. Le informó también que la Iglesia no estaba dispuesta a hacer nada para su restitución.

Para esos momentos, un grupo de mujeres, madres y familiares de detenidos desaparecidos tuvo el valor de quebrar el miedo que provocaba la violenta represión y los crímenes de lesa humanidad. Desde un 30 de abril de 1977, se reunieron cada jueves para marchar alrededor de la Pirámide de Mayo y reclamar por sus familiares detenidos. “Tenemos que ir directamente a la Plaza de Mayo y quedarnos allí hasta que nos den una respuesta” decía Azucena Villaflor, tiempo después desaparecida. Desde ese día su lucha quebró el silencio y comenzaron a abrirse camino en busca de verdad y justicia.

A este grupo de “locas” como las llamaban los genocidas, se sumó Chicha. Para entonces, se topó con Licha de la Cuadra. Es así que decidieron encarar la búsqueda de sus nietos, de tomar específicamente esa tarea de pelear por la restitución de los niños y bebes apropiados. El 21 de noviembre de 1977 estas mujeres, junto a otras diez, fundaron “Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos”. Para 1980, adoptaron el nombre con el que todos las conocemos. En el año 1983, Chicha se convirtió en presidenta y siguió impulsando las acciones necesarias para lograr la restitución de los nietos, así como el juzgamiento de los genocidas. Para 1989 se alejó de la asociación para fundar la organización de derechos humanos de nombre Asociación Anahí.

La lucha continua y su bandera sigue más viva que nunca

Madres y Abuelas quebraron con su valentía, la impunidad que los milicos y sus jefes quisieron imponer con la tortura y muerte. Con la lucha lograron que cada nieto que aparece sea una pequeña victoria de la memoria que no se resigna a olvidar ni perdonar. Nunca dejó de luchar, mostrando que la memoria, la verdad y la justicia se consiguen si se transita el camino de la lucha. En 2007 fue testigo en la causa contra Etchecolatz, impulsando la utilización de los últimos avances para la identificación de los nietos. Peleó, también, para que el Estado y el Poder Judicial tomaran a la apropiación de bebés como parte del plan represivo y criminal que gestaron ese mismo Estado y las clases dominantes.

Hoy nos encontramos frente a un gobierno negacionista como es el de Macri, activo en la defensa de la impunidad para los genocidas con el 2X1, que saca a los milicos en las calles y es responsable de los asesinatos de Santiago y Rafael. Todas estas menciones nos obligan a estar más atentos que nunca y organizados para dar respuesta a los intentos reaccionarios del gobierno por derrotar a un pueblo trabajador, que erosionó la legitimidad de las Fuerzas Armadas luego de la última dictadura. Es ese pueblo trabajador que tomó como suya la causa de las Madres y Abuelas, que resiste los intentos de reconciliarse. El mismo que no bajó sus banderas para decir que Julio López estaba paseando por Europa o era un golpista gorilón. El Estado y gobierno argentinos nos deben la apertura de los archivos para restituir la identidad de los nietos que aún no fueron devueltos, nos deben que se pudran en las cárceles los genocidas, que sean juzgados los responsables civiles. Cobrar esa deuda depende de nosotros.

El camino que comenzaron a trazar nuestras Madres y Abuelas nos demanda hoy ponerle el cuerpo y volver a contar aquello que pretenden borrar, aquello de lo que fueran las páginas más sangrientas y oscuras de nuestra historia reciente. Hoy nos despedimos de Chicha, prometiendo a su memoria continuar con la pelea en contra de la impunidad y del olvido. Hoy nos despedimos de Chicha, asegurándole que no bajaremos las banderas y que recuperaremos a Anahí. Hasta la victoria, siempre.

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