Desde Francia: análisis de la revuelta de los barrios contra la violencia policial racista

Santiago Follet, corresponsal en Francia de Izquierda Web y militante de la Corriente Socialismo o Barbarie del Nuevo Partido Anticapitalista, sobre la revuelta de los barrios populares contra la violencia policial racista.

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Francia vive la segunda semana de masivos levantamientos populares en las principales ciudades del país, luego del terrible asesinato a sangre fría de un adolescente de familia de origen árabe a manos de la policía, el pasado martes.

Nahel, de apenas 17 años, murió de un disparo policial a quemarropa luego de que el joven fuera interceptado en un control policial. Tras querer eludir el retén, el agente disparó al joven, que murió apenas minutos después.

En un principio, la versión oficial que dieron los oficiales involucrados indicaba que el joven, de familiar argelina, había intentado agredir a los agentes. Pero la versión policial fue rápidamente desmentida luego de que se conociera el video del hecho, donde puede verse claramente el asesinato de Nahel a sangre fría, sin mediar ninguna otra ‘agresión’ como quiso instalar la policía.

El estallido de bronca frente al asesinato fue casi instantáneo. La madre del joven convocó a una movilización para el día siguiente, pero el estallido popular comenzó ese mismo martes por la noche. En las principales ciudades del país, miles de personas estallaron de furia contra comisarías, alcaldías y otros edificios públicos, repudiando la violencia policial.

Al día siguiente, la movilización convocada por la familia de Nahel fue masiva, y reunió a decenas de miles de personas por las calles de Nanterre. Sin embargo, las mayores manifestaciones de bronca se manifiestan por la noche, donde miles de jóvenes salen a la calle. Se han registrado cientos de incendios en comisarías y alcaldías, así como de vehículos y comercios. Un estallido de bronca popular como hacía años no se veía.

La composición de estas acciones es fundamentalmente joven, y la gran mayoría de los participantes provienen de las cités, los barrios populares de las afueras de la ciudades estilo monoblocks integrados mayoritariamente por familias de inmigrantes o por segunda y tercera generación de inmigrantes, en su mayoría africanos. El propio Nahel era uno de ellos, de familia de origen árabe nacido en Francia.

Es decir, quienes protagonizan estas movilizaciones son en muchos casos los hijos jóvenes de las olas de migrantes que llegaron a Francia en las últimas décadas. Un sector que ha sido la víctima principal de la violencia y el racismo policial.

El gobierno de Macron ha respondido con represión y una militarización del país. Ya son 900 los detenidos tras tres noches de protestas, y este viernes la Ministra del Interior anunció el despliegue del cuerpo de blindados de la Gendarmería, un cuerpo altamente militarizado con el fin de garantizar el «orden público» que se sumará a los otros 40.000 policías movilizados.

Los disturbios y las protestas han sido tan grandes que alteraron la «vida normal» del país. En París, Nanterre y otras ciudades, el servicio de buses y de tranvía está siendo suspendido a las 21hs, ya que también el transporte público fue objeto de los disturbios.

Mientras Macron intenta contener las movilizaciones con represión, la ultraderecha aprovecha para desperdigar su racismo y xenofobia, utilizando los disturbios y los destrozos como excusa para su política antimigratoria.

Además, en las últimas horas han lanzado una fuerte campaña para presionar a Macron por derecha, exigiéndole que decrete el Estado de Emergencia, una medida que suspende las garantías constitucionales y limita el derecho de circulación y reunión. Con esto, la ultraderecha busca un régimen de represión brutal hacia la población joven y migrante, así como llevar agua para su molino de establecer una política más represiva en el país.

Los sindicatos policiales también se posicionaron de manera ferozmente reaccionaria, como no podía ser de otra manera. En un comunicado conjunto, llamaron a «la lucha contra estos parásitos» (en referencia a los manifestantes) y declararon que «ya no basta llamar a la calma, hay que imponerla», redoblando la apuesta por más brutalidad policial contra los migrantes. Otra clara muestra del rol reaccionario que juegan los sindicatos policiales allí donde tienen peso.

Este enorme estallido de bronca popular se da poco tiempo después de que le país venga de estar convulsionado por la lucha contra la reforma previsional, que incluyó decenas de jornadas de movilizaciones masivas y huelgas generales que paralizaron el país. El descontento masivo con Macron, que aprobó la reforma por decreto contra la voluntad popular, es el terreno sobre el que estas manifestaciones de feroz bronca de parte de la población migrante y joven puede tener lugar.

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