Publicado originalmente en inglés el 27 de agosto de 2018.
Traducción: https://www.wsws.org/
Ilustración: El cuaderno titulado “La situación en el país y las tareas de los bolcheviques-leninistas”
La mayoría de ellos fueron escritos en cuadernos. Los documentos fueron descubiertos durante el trabajo de mantenimiento debajo de los tablones del piso en la cámara n.° 312 de la prisión.
Solo una pequeña parte de la literatura de la oposición trotskista que se escribió en la Unión Soviética en este período se conoce hasta ahora. La policía secreta estalinista, la OGPU-NKVD, hizo todo lo posible para destruir los documentos producidos por los trotskistas. Solo unos pocos cruzaron la frontera para ser publicados en el Boletín de la Oposición, que fue editado por León Trotsky, el líder de la Oposición de Izquierda, y su hijo Lev Sedov.
El descubrimiento de estos documentos es de gran importancia histórica y política. El contenido de los tres documentos publicados hasta ahora es una poderosa reivindicación de la lucha de décadas del movimiento trotskista, que fundó la Cuarta Internacional en 1938, contra el estalinismo contrarrevolucionario. Su publicación constituye un gran golpe para las escuelas de la falsificación estalinistas y postsoviéticas que, durante décadas, han intentado difamar, menospreciar y silenciar al movimiento trotskista.
Los documentos confirman que la Oposición de Izquierda, incluso después de haber sido expulsada del Partido Comunista y arrojada tras las rejas, siguió siendo una fuerza formidable. Como señaló el historiador Alexander Fokin, quien enseña en la Universidad Estatal de Chelyabinsk y se encuentra entre quienes trabajan para publicar estos documentos:
En historiografía, se ha consolidado la visión de que después de 1927, después de la derrota de Trotsky, la Oposición de Izquierda en Rusia dejó de existir de facto. Pero este descubrimiento prueba que ni siquiera la prisión estalinista pudo doblegar a esta gente —ellos organizaron y continuaron la lucha. Con base en los manuscritos, está claro que de hecho se estaban esforzando para crear un cierto programa alternativo para el desarrollo de la URSS.
La Oposición de Izquierda surgió en el otoño de 1923, en el último período de la vida de Lenin y en medio de la abortada revolución alemana, cuando el crecimiento del burocratismo en el Estado soviético y el Partido Comunista ya estaba despertando a una oposición dentro del partido y en la clase obrera en su conjunto. El atraso de la economía rusa, la herencia del zarismo y el retraso de la revolución internacional, y especialmente de la europea, fortalecieron las capas conservadoras y de orientación nacional del partido y el aparato estatal. Encontraron su justificación ideológica en la teoría del “socialismo en un solo país”, que fue promovida por Bujarin y Stalin a fines de 1924 en oposición directa al espíritu y la perspectiva internacionalista de la Revolución de Octubre de 1917.
Durante el período de la Nueva Política Económica (NEP, por sus siglas en ruso) a mediados de la década de 1920, la Oposición de Izquierda criticó a la facción dominante dentro de la dirección del partido, encabezada por Stalin e incluyendo las fuerzas centristas y derechistas, por adaptarse a los “Nepmen” pequeñoburgueses y aspirantes a burgueses, y a los kulaks (campesinos ricos), así como para bloquear propuestas para acelerar la industrialización y para reprimir la democracia interna del partido. En política exterior, los trotskistas condenaron la línea cada vez más oportunista de la Comintern, la cual llevó a una serie de derrotas devastadoras de la clase obrera, incluso en Reino Unido y China.
En el otoño de 1928, el curso derechista de la dirección oficial del Partido Bolchevique fue reemplazado por un zigzag ultraizquierdista. Una de las razones de esto fue una crisis en la producción de granos provocada, como la oposición lo había previsto, por la falta de voluntad de los kulaks para vender grano al Estado a precios desfavorables para ellos. Después de un período de lenta industrialización y creciente dependencia de los mecanismos del mercado, los líderes estalinistas pasaron al otro extremo: una política caótica y aventurera de superindustrialización y colectivización violenta de la agricultura.
Como resultado de la agudización extrema de la lucha interna del partido, Trotsky y Zinóviev, junto con unos 8.000 opositores, fueron expulsados del partido en el Decimoquinto Congreso del Partido en diciembre de 1927. A partir de este punto, aumentó de manera constante la represión contra los miembros de la Oposición de Izquierda. La condena al exilio fue reemplazada por penas de prisión, y las condiciones de encarcelamiento se volvieron cada vez más crueles. Según enfatizó el historiador y sociólogo Vadim Rogovin, “[L]os fundamentos del régimen político burocrático-centrista, que se protegía de cualquier intento de llevar a cabo la renovación socialista, fueron sentados en la lucha de las facciones gobernantes contra la Oposición de Izquierda”. (V. Z. Rogovin, Vlast ‘i oppozitsii, Moscú: 1993, pág.118.)
Junto con las prisiones políticas en Yaroslavl y Suzdal, la prisión de Verkhneuralsk, cuyo edificio se había construido en la década de 1910, se convirtió en un centro para el encarcelamiento de disidentes expulsados, incluidos los bolcheviques-leninistas, como se hacían llamar los opositores trotskistas.
Entre las figuras más conocidas en la prisión política de Verkhneuralsk estaban los antiguos miembros del Buró Político Grigori Zinóviev y Lev Kámenev, el ex jefe del Gosbank (Banco Estatal) y vicepresidente del VSNKh (Consejo Superior de la Economía), Georgii Piatakov, el exsecretario del Komintern, Karl Radek, el exeditor en jefe de Komsomolskaia pravda, Aleksandr Slepkov y su amigo, el escritor Dmitrii Maretskii, que era hermano de Vera Maretskaia, una famosa actriz de cine soviético de la década de 1930. Entre los prisioneros también había pequeños grupos de mencheviques, socialistas revolucionarios y representantes de otras tendencias políticas.
Una lista de 117 nombres de bolcheviques-leninistas encarcelados, publicada en el Bolet í n de la Oposici ó n en marzo de 1931, incluía a algunos de los representantes más destacados del trotskismo internacional de la época: Fedor Dingelshtedt, destacado teórico de la Oposición de Izquierda; Viktor Eltsin, el editor de las Obras Escogidas de Trotsky en ruso; Man Nevelson, el esposo de la hija menor de León Trotsky, Nina Bronstein, y una de las principales opositoras por derecho propio, Musia Magid, e Igor’ Poznansky, uno de los exsecretarios de Trotsky y uno de sus colaboradores más cercanos.
Quizás de la mayor importancia entre los documentos publicados sea la tesis bolchevique-leninista sobre el “golpe fascista en Alemania” del primero de abril de 1933. (Haga clic aquípara descargar el texto completo en ruso.) Escrito solo dos meses después de que Hitler fuera colocado en el poder por una conspiración en los niveles más altos de la burguesía y el Estado alemanes, ofrece un agudo análisis de los orígenes del fascismo alemán y las tareas que a las que se enfrenta la clase trabajadora en toda Europa. El documento comienza colocando el surgimiento del nazismo en el contexto de la crisis del capitalismo mundial:
El golpe contrarrevolucionario organizado por el Estado que acaba de ocurrir en Alemania, la contrarrevolución de marzo, es un acontecimiento de la mayor importancia histórica. La guerra mundial imperialista no ha resuelto ninguna de las contradicciones de la sociedad capitalista. Por el contrario, los intensificó y profundizó extraordinariamente, llevándolas a un nivel superior … La crisis económica mundial ha sacudido profundamente los cimientos de la sociedad capitalista. Incluso un leviatán imperialista como Estados Unidos ha temblado bajo sus golpes.
El documento enfatiza que la decisión del capitalismo alemán de colocar al fascismo en el poder significó una intensificación de la contrarrevolución internacional. La burguesía alemana, argumentan los bolcheviques-leninistas, había decidido destruir las concesiones que se había visto obligada a hacer a raíz de la revolución traicionada de 1918-19 de los trabajadores y marineros alemanes.
Una parte importante del documento trata de la traición del Partido Comunista Alemán (KPD, por sus siglas en alemán) y sus implicaciones históricas. Atacando violentamente al KPD por haber sembrado ilusiones en los elementos supuestamente “socialistas” del programa del nacionalsocialismo, por haber orientado más a los trabajadores alemanes hacia el partido nazi, por haber glorificado el ascenso del fascismo como “una radicalización de izquierda de las masas” todo el tiempo oponiéndose a un frente unido con los trabajadores del Partido Social Demócrata, declara:
La falta de oposición de los dirigentes del Partido Comunista Alemán al golpe fascista es solo el eslabón decisivo y final en la cadena de traiciones a la revolución mundial que el estalinismo internacional ha cometido durante el prolongado período de los años anteriores. Esta traición a la revolución internacional … pasará a la historia junto con la fecha del 4 de agosto de 1914 [cuando la socialdemocracia alemana aprobó créditos de guerra para el gobierno alemán].
Al rechazar la revolución permanente internacional, la burocracia alimenta la contrarrevolución. La burocracia de la URSS ha despejado constantemente el camino para la reacción mundial para aplastar al movimiento comunista. La URSS se está aislando del proletariado mundial del mismo modo que este último está siendo aislado del proletariado de la URSS.
Los bolcheviques leninistas no solo criticaron al KPD por sus políticas. Resumieron la alternativa que se había proporcionado durante años a través de los análisis y declaraciones de la Oposición de Izquierda, y especialmente de León Trotsky, sobre la situación en Alemania. Luego presentaron sin rodeos la única política correcta que, si la Internacional Comunista la hubiera implementado internacionalmente, podría haber cambiado la situación y el equilibrio de fuerzas a favor de la clase trabajadora:
A la luz del creciente peligro de un golpe fascista, la dirección revolucionaria de los comunistas estaba obligada a:
Fortalecer día tras día el frente antifascista de la clase trabajadora;
Preparar cuidadosamente una huelga general para su realización inmediata en respuesta a cualquier intento de golpe fascista;
Preparar cuidadosamente todo lo posible para armar a los trabajadores en el momento del asalto de la contrarrevolución;
Movilizar las mejores fuerzas del movimiento comunista mundial para ayudar al proletariado alemán;
Movilizar al Ejército Rojo de la URSS para el apoyo activo de un ataque antifascista de la clase obrera alemana;
Declarar abierta y valientemente a la opinión pública proletaria en Alemania que no está solo en su heroica lucha con el fascismo, que el proletariado de la URSS lo ayudará a aplastar la contrarrevolución con todos los recursos que el país tiene a su disposición, incluso con las fuerzas armadas, que han estado esperando este momento histórico en total disposición de movilización, que el proletariado ruso cumplirá su deber hacia sus hermanos alemanes con la misma decisión con la que este cumplió el suyo hacia Rusia en 1918.
Al no intentar siquiera cumplir con estas “responsabilidades revolucionarias internacionales elementales”, declararon los bolcheviques-leninistas, “el estalinismo internacional ha preparado y condicionado esta gigantesca derrota mundial del proletariado. De esta manera, ha completado su propia traición a la revolución. De esta manera, el Comintern se ha excluido de la lista de factores revolucionarios, convirti é ndose en la zaga, el ala izquierda de la socialdemocracia”. [Subrayado en el original.]
El documento sin rodeos resume los peligros que enfrenta la clase trabajadora. “Las contradicciones internas y externas empujarán al gobierno de la Alemania fascista en el camino hacia la agresión externa, y en el plano histórico, en contra de la URSS, ya que no hay otra forma de la prolongada consolidación de la contrarrevolución sino a través de la guerra”.
Sin embargo, el régimen nazi no duraría décadas, sino años, predijeron los bolcheviques-leninistas, y la clase obrera entraría en luchas revolucionarias, incluso en la propia Alemania:
La clase obrera alemana constituye la mitad del país. Estamos viviendo una época de guerras y revoluciones, cuando la experiencia política de las masas crece rápidamente, cuando todos los procesos de la vida social se mueven a una velocidad siete veces mayor, cuando las clases no pueden permanecer durante un largo tiempo en un estado de confusión o pasividad, no importa cuán crueles fueron las derrotas que habían sufrido.
El documento concluye:
La revolución mundial está entrando en una de sus fases más dramáticas. Explicar esto a los trabajadores de todo el mundo, movilizar a los trabajadores, asegurar que la clase obrera comprenda las causas que llevaron a esta situación, que entienda que la victoria del proletariado es imposible bajo el régimen estalinista, no solamente aquí [en la Unión Soviética], sino también se hace más difícil en Europa, que el estalinismo internacional es una de las barreras decisivas que la clase trabajadora necesita aplastar para superar la ola gigante de la reacción mundial —esta es nuestra tarea principal. Y estamos obligados a cumplirla con todas las posibilidades y en todas las formas que tenemos a mano.
Las tesis fueron firmadas por 30 trotskistas encarcelados, entre ellos: Dingel’shtedt F., Kariakin M., Papirmeister P., Shinberg B., Novikov P., Abramskii A., Portnoi M., Bodrov M., Papirmeister Ya., Fel’dman, Nevel’son M., Kessel’, Borzenko, Blokh, Kugelev, Kozhevnikov N., Zaraikin, Papirmeister S., El’tsin V. B., Danilovich L., Khugaev K., Brontman, Vashakidze, Gogelashvili, Topuriia, Efremov, Shiptal’nik, Sasorov, Kholmenkin, Shvyrov.
El documento es, en todos los aspectos, extraordinario. Aislados de la Oposición de Izquierda Internacional y encarcelados, los trotskistas soviéticos ofrecieron un análisis que en todos los puntos críticos coincidió por completo con el de Trotsky, agregando aspectos y énfasis que son importantes para una evaluación histórica completa de 1933. Aunque todavía no llamaban a la creación de la Cuarta Internacional, un llamamiento que el mismo Trotsky emitiría más tarde ese mismo año, no hay duda de que, a juzgar por este documento, los principales trotskistas soviéticos habrían apoyado y contribuido a la construcción de la Cuarta Internacional. Además, la distribución de tales documentos en Europa y especialmente en Alemania, en medio del colapso total de las antiguas direcciones, habría tenido un gran impacto en la conciencia de miles o millones de trabajadores.
Los documentos publicados hasta ahora son solo una décima parte de lo que se ha encontrado. Entre los manuscritos descubiertos se encuentran varios cuadernos bajo el título común: “La crisis de la revolución y las tareas del proletariado”. Otros documentos llevan títulos como: “¿Una revolución unificada o ambigua?”, “Sobre los resultados de la discusión sobre la revolución permanente”, “La teoría de la revolución permanente y la teoría del socialismo en un solo país”, “Sobre la base teórica de la oposición leninista y el nacionalsocialismo estalinista”, “Cuestiones básicas de la economía y la política del período de transición”, “Tesis sobre política económica (para una discusión general y colectiva)”.
Estos documentos subrayan, ilustran y, en cierto sentido, concretan la escala del crimen histórico que la burocracia estalinista cometió al aislar a estos cuadros del proletariado soviético e internacional y luego asesinarlos en el genocidio político del Gran Terror. Es precisamente porque la burocracia estalinista reconoció que su línea política resonaba internacionalmente con las experiencias vivas de la clase trabajadora y articulaba claramente sus tareas históricas y políticas que las reprimía con una ferocidad históricamente sin precedentes.
A partir de 1933, los oposicionistas fueron llevados a campos de trabajos forzados, y para fines de 1936 prácticamente se encontraban en los dos lugares más horribles: los campos de Kolyma en Siberia Oriental y los campamentos de Vorkuta cerca del círculo polar en el norte de los Urales.
Aquí muchos murieron de hambre, enfermedades o por el trabajo forzado, o fueron ejecutados. Temiendo que un ascenso de la clase obrera internacional beneficiara al movimiento trotskista, la burocracia estalinista avanzó para intensificar sus represiones y lanzó el Gran Terror, en el que no menos de 20.000 a 30.000 trotskistas soviéticos y cientos de miles o incluso millones de comunistas y socialistas e intelectuales fueron asesinados. Prácticamente todos los del aislador político de Verkhneuralsk estaban entre los asesinados.
No hay duda de que los cuadros que fueron destruidos por Stalin habrían jugado un papel central en liderar los movimientos revolucionarios contra el fascismo que estalló dentro de la clase obrera europea tanto en la víspera de la Segunda Guerra Mundial como a principios de los años cuarenta. El terror masivo del estalinismo contra el movimiento trotskista y comunista, pronto instigado por la horrenda devastación asesina del nazismo, proporcionó las condiciones bajo las cuales estos movimientos podrían ser manipulados políticamente y puestos bajo el control del estalinismo.
Estos documentos justifican poderosamente la lucha trotskista contra la burocracia estalinista contrarrevolucionaria. Cada elemento de su análisis fue confirmado por los acontecimientos. Nadie, después de leer estos documentos, puede argumentar que la Oposición de Izquierda era una fuerza política insignificante en la Unión Soviética. Cada línea de estos documentos está impregnada de optimismo revolucionario, tenacidad y previsión, y un espíritu de lucha orgulloso y endurecido.
El movimiento trotskista fue y ha sido siempre, como lo subrayaron los bolcheviques-leninistas, ante todo una tendencia internacional. Esta es la razón por la cual, cualesquiera que sean los horrendos crímenes de Stalin y las pérdidas extraordinarias que sufriera el movimiento trotskista, no pudo ser derrotado o destruido como tendencia política.
La Cuarta Internacional se fundó en 1938 en París, en medio de la mayor ola de terror contrarrevolucionario en la historia mundial. Fue, como dijo David North en La Revolución rusa y el siglo XX inconcluso, la victoria de Trotsky sobre Stalin. Al final, fueron las burocracias estalinistas, sus partidos de masas y sus aparatos, lo que colapsó sin gloria en 1989-91, mientras que el movimiento trotskista, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional, procedió a construir lo que ahora es el sitio web socialista más leído en Internet, el World Socialist Web Site.
De manera significativa, el descubrimiento de estos documentos fue ampliamente cubierto en los medios de comunicación rusos, sobre el cual informaron los principales medios de comunicación, incluyendo el diario de negocios Kommersant y la Komsomol’skaia Pravda. Kommersant, uno de los periódicos más leídos en Rusia (en 2013 tenía una circulación diaria de entre 120.000 y 130.000 ejemplares) imprimió dos de los documentos completos en su edición en línea (los dos primeros mencionados en este artículo) y entrevistó a una serie de historiadores sobre ellos.
Existe un profundo sentido en la sociedad rusa de que este material histórico y las preguntas que plantea son importantes, no solo para los archivistas, sino también desde un punto de vista político contemporáneo. Cientos y miles de personas, si no decenas de miles, en Rusia ya habrán leído estos documentos. Muchos de ellos quedarán impresionados por el grado de claridad histórica, política, nitidez y previsión que los trotskistas demostraron en ellos.