“La guerra imperialista ha colocado a la humanidad ante el abismo. Este abismo se expresa en la agudización sin precedentes de las contradicciones de clase. Las masas trabajadoras no soportarán mucho tiempo más las condiciones que el imperialismo les impone. Esto abre un período revolucionario” (Lenin, “Tesis sobre la guerra”, 1915)
Presentamos a continuación una versión editada y corregida del debate con el marxista estadounidense Kevin Anderson en la reciente edición de Historical Materialism en Londres.[1] La versión original fue publicada sin corregir con el video de la charla oportunamente en izquierda web.
Hola a todos. Gracias al compañero Kevin, al compañero y a todos ustedes.
Quiero hablar -en el corto tiempo que tengo- de la relación entre la situación mundial actual con Lenin y Hegel. Hoy estamos en un punto de inflexión en el mundo, porque estamos en una situación que tiene algunas similitudes con la situación previa a la Primera Guerra Mundial y es clave para tener claro el signo del período.[2]
El movimiento socialista y el movimiento revolucionario de la época tuvieron enfrente a la Primera Guerra Mundial. Hoy estamos en un mundo que vive situaciones terribles, situaciones catastróficas. Estamos entrando en un mundo que tiene algunos parecidos con el mundo de Lenin y los revolucionarios en 1914. El capitalismo está mostrando su terrible naturaleza.
Vivimos en un mundo en el que gana Trump las elecciones. El gobierno que tomará posesión del poder en los Estados Unidos es completamente impredecible. Están volviendo las guerras, y están volviendo los genocidios. En todo el mundo se puede ver en directo el genocidio en Palestina que es, quizás, uno de los peores genocidios desde la II Guerra Mundial y sin duda el peor desde la Nabka en 1948.
En el mundo de hoy, también, vuelve a ser posible el retorno de las guerras clásicas entre los viejos y nuevos imperialismos. No está pasando ya mismo, pero es una posibilidad que ha retornado, que no estaba al orden del día en la época de nuestra generación (digamos desde los años ‘80). Ha regresado el espectro de la guerra nuclear, espectro que con cada declaración de Putin se acerca cada vez más.
Así que tenemos un importante trabajo leninista, marxista y hegeliano, que es mirar al mundo dialécticamente: las dos caras de la moneda. Primero, hay que ver las catástrofes que estamos sufriendo, que los trabajadores están sufriendo, las mujeres, los palestinos, los ucranianos, los damnificados por los desastres ecológicos… pero también para ver la otra cara: que la gente está luchando.
Una cuestión importante aquí, en esta charla, es que Lenin enfrentó una situación similar. Y es interesante mirar también qué relación tiene esta situación crítica con Hegel.
La Primera Guerra Mundial fue la primera guerra industrial en la era moderna (el antecedente fue la Guerra de Crimea que Rusia perdió en 1853/6 frente al imperio Otómano, Francia, Gran Bretaña y Cerdeña).[3] Fue una terrible carnicería que llevó a millones de personas al frente. Verdún (y Somme ídem) fue una de las batallas más terribles en la historia (en Verdún murieron un millón de personas en una sola batalla)[4]. Ni un solo aspecto de la vida colectiva e individual permaneció sin alteraciones por la experiencia guerrera, auténticamente radical (Kouvelakis).
Al comienzo de la guerra, los jóvenes, los trabajadores y los campesinos, iban a la guerra con un fervor nacionalista (Marc Ferro). “¡Oh! ¡Vamos a la guerra! Los alemanes son los enemigos, los franceses son los enemigos”.
Era un problema político, pero también un problema “psicológico” para los revolucionarios reales (Lenin, Rosa, etc.). La Segunda Internacional se desvaneció de la noche a la mañana.
Lenin leyó la noticia en un diario en Suiza y pensó que era mentira; que era una falsificación. Pero no era mentira, era verdad. El Partido Socialdemócrata Alemán (PSD), que tenía un millón de militantes y cuatro millones de trabajadores organizados sindicalmente, había traicionado sus principios.
Los socialdemócratas europeos traicionaron a los trabajadores, fueron a la guerra y se convirtieron en social-imperialistas en Alemania, en Francia, en Austria, en Rusia.
Lenin estaba muy golpeado (la mayor crisis política de su vida). Había sido parte de una Internacional que agrupó a millones de trabajadores. Él era un dirigente menor. Y de un día para el otro, él, Rosa Luxemburgo y tantos otros internacionalistas se quedaron solos. ¿Por qué? Porque el viejo movimiento socialista capituló a la guerra, a la guerra de rapiña.[5]
En 1912, la Segunda Internacional había tomado una resolución muy importante diciendo que si la guerra comenzaba, “iban a movilizar a los trabajadores contra la guerra”. Pero desde el primer día de la guerra mundial, la Segunda Internacional se disolvió de hecho y cada partido apoyó a cada potencia imperialista.
Así que Lenin no fue al psicólogo, fue a Berna a estudiar a Hegel, a la biblioteca para estudiar Hegel. Fue a estudiar Hegel –y creería que Hegel no era psicólogo (risas)–, no a Freud. Bujarin, cuando era joven, fue al psicólogo; Lenin, en vez de hacer eso, fue a leer una gran obra sobre dialéctica (sin duda, el mayor “monumento” sobre la misma hasta nuestros días): la Ciencia de la lógica. Lenin así toma un curso muy distinto al de su obra Materialismo y empiriocriticismo (caracterizada por un materialismo pasivo).[6] Hasta entonces no había estudiado directamente a Hegel, lo había entendido a través de Plejanov. Ese año, Lenin estudia las leyes de la dialéctica directamente desde Hegel y escribe un cuaderno muy interesante de notas al respecto.
Kevin viene de la escuela de Raya Dunayevskaya. Ella dice que Lenin intentó en algún momento resumir la dialéctica en catorce puntos fundamentales, y le critica al revolucionario ruso con simpática agudeza, que la dialéctica es demasiado compleja como para resumirla en algunos puntos esquemáticamente ordenados. No son catorce puntos, ni cinco, ni cien. La dialéctica es algo que va contra el sentido común (“una forma escandalosa del pensar”, Ruy Fasto), que ve las “cosas” no solamente en los objetos, fijas, estáticas, como la lógica formal, sino que también las ve en movimiento, en el perpetuo proceso de cambio y discontinuidad (la dialéctica resume los dos momentos generales de la lógica: el momento “formal” por así decirlo -el principio de identidad- y el momento dialéctico -el principio de no identidad, el movimiento, la afirmación engelsiana-hegeliana de que “todo lo que existe está condenado a perecer”, Trotsky).
En la dialéctica se identifican las “cosas” (A = A), pero también se necesita identificar las contradicciones en el movimiento viviente de las cosas (A distinto que A e igual a B).[7] Tenemos un ejemplo político sobre esta dialéctica que es de enorme actualidad para entender el mundo actual. ¿Cuál es este ejemplo? El de Lenin, un revolucionario dialéctico si los hay. En 1915, afirmó que en Europa la guerra abrió una situación revolucionaria (la cita que colocamos al inicio de este corto artículo).
¡Guau! ¿Cómo es que la guerra abrió una situación revolucionaria y no solamente una situación catastrófica, que también lo era? Eso también se puede ver hoy. Hoy podemos decir que la situación política mundial está dominada por una coyuntura reaccionaria. Pero, ¿cómo podemos afirmar que estamos en una situación revolucionaria cuando la coyuntura está dominada por la extrema derecha? Aprendiendo de Lenin, ¿en qué sentido podemos decir que estamos en una nueva etapa, en una nueva etapa de crisis, guerras, revoluciones, barbarie y reacción?
El abordaje de Lenin de la IGM fue una escuela de materialismo dialéctico.[8] Y esta enseñanza metodológica es importante hoy (en medio de tantos marxistas impresionistas y/o escépticos, ya los hemos criticado en artículos anteriores) porque él veía la reversibilidad de la situación, la otra cara de la moneda de la catástrofe.[9] Así es que tenemos un abordaje dialéctico. Es lo mismo que el planteo de la alternativa “Socialismo o barbarie” de Rosa Luxemburgo, planteo que Rosa que tiene antecedentes en el Manifiesto Comunista (1848) y en Engels en un texto sobre el futuro de guerra en Europa de seguir la misma con sus conflictos y carrera armamentística (“Introducción a la Lucha de clases en Francia de 1948 a 1850”, 1895).[10]
Hay que entender a Hegel para entender las cosas de esta manera, “reversiblemente”. La Segunda Internacional entendía las cosas de una manera mecanicista, evolucionista. La dialéctica permite entender que llevar a la gente a la guerra, trastocar la vida cotidiana de esa manera, empujar a la gente a una carnicería sin igual (la PMG tuvo por consecuencia 20 millones de muertos), tuvo como consecuencia “diferida” -de 1914 a 1917- la Revolución Rusa de 1917 y los años que siguieron, con una revolución que se expandió en toda Europa. Tuvimos una situación de revolución en Alemania, tuvimos una extrema derecha pero también una extrema izquierda en Alemania.
Es decir: como señala Arno Mayer en Las Furias, el par revolución y contrarrevolución, o, en la situación actual, “contrarrevolución” y revolución (es decir, una dialéctica inversa pero no puramente negativa), son materialmente inescindibles.[11] Y la palabra materialmente acá es importante porque las dinámicas, las barbaries, las catástrofes se aplican sobre el cuerpo vivo de la humanidad, no sobre un cuerpo muerto y, por lo tanto, entonces es materialmente esperable que dicho cuerpo vivo reaccione a la altura de la agresión (materialidad y dialéctica de la cosa; por eso materialismo y dialéctica son a nuestro modo de ver, en nuestro marxismo, inescindibles).
La Primera Guerra Mundial termina por el impacto de la revolución en Rusia y porque los soldados no querían luchar más. La guerra en Alemania terminó en noviembre de 1918, cuando echan al rey. La guerra terminó con la revolución social en todo el continente. Italia va tardíamente a la guerra con los Aliados y en Turín los trabajadores se alzaron (1919).[12] En Francia, hubo un traidor en la Segunda Guerra Mundial que capituló a los nazis, el Mariscal Pétain, Presidente de la Republica de Vichy, una deshonra nacional francesa que de todos modos está sacando votos hoy como corriente política aggiornada vía RN (Rassamblement National), que estaba a cargo en la Primera Guerra de fusilar a los soldados que se oponían a seguir peleando.
La revolución terminó con la guerra, un par inescapable según Lenin. Esa es la dialéctica histórica; una comprensión de la complejidad del mundo. Esa lección aprendió Lenin de la experiencia y de Hegel de cómo “funcionan” la vida y el universo: a saltos, con rupturas, con situaciones de “no contemporaneidad” (Bloch, que viene a ser el desarrollo desigual y combinado de Trotsky pero desde otro ángulo, de manera más paradójica), con desarrollos puntuados (Gould), etc.: “En nuestro tiempo, la idea de desarrollo, de la evolución, ha penetrado casi en su integridad en la conciencia social, pero no a través de la filosofía de Hegel, sino por otros caminos. Sin embargo, esta idea (…) es mucho más compleja, mucho más rica en contenido que la teoría de la evolución al uso. Es un desarrollo que, al parecer, repite etapas ya recorridas, pero de otro modo, sobre una base más alta (“negación de la negación”), un desarrollo, por decirlo así, en espiral y no en línea recta; un desarrollo que opera en forma de saltos, a través de cataclismos y revoluciones, que significan ‘interrupciones en la gradualidad’; un desarrollo que es transformación de la cantidad en calidad, impulsos internos de desarrollo originados por la contradicción, por el choque de diversas fuerzas y tendencias, que actúan sobre determinado cuerpo, o dentro de los límites de un fenómeno dado o en el seno de una sociedad dada; interdependencia íntima e indisoluble concatenación de todos los aspectos de cada fenómeno (con la particularidad de que la historia pone constantemente al descubierto nuevos aspectos), concatenación que ofrece un proceso de movimiento único, universal y sujeto a leyes; tales son algunos de los rasgos de la dialéctica, teoría mucho más empapada de contenido que la (habitual) doctrina de la evolución” (Lenin, Karl Marx, 1914).
Hay muchas tradiciones en el marxismo (“los mil y un marxismos” de los que habla Bensaïd). Con Kevin tenemos algunos matices. Yo leo los libros de Kevin, creo que él no ha leído mis libros (no sabe castellano y, además, el tomo I de mi obra El marxismo y la transición socialista, Estado, poder y burocracia, acaba de publicarse). Yo creo que el marxismo es pensamiento materialista dialéctico, no “ni idealista ni materialista” como plantea él. Pero tenemos un terreno teórico común porque somos marxistas. Yo creo que Kevin es hegeliano marxista (a lo Dunevskaya) y yo soy marxista hegeliano, por decirlo de alguna forma (no es exactamente lo mismo amén de que yo manejo mucho más la obra de Marx que la de Hegel; Hegel todavía me falta mucho trabajo de profundización y de estudio) . Me causa rechazo Althusser porque para mí es estúpido, terriblemente estúpido y empobrecedor del marxismo, amén que estalinista tardío. Hay que separar lo que se hizo en la vida de la obra de un artista o un intelectual. Pero nosotros le achacamos a Althusser, entre muchas otras cosas, que él hace esa diferenciación ridícula entre el “joven” Marx y el “viejo” Marx. Kevin apunta muy bien que el Marx de los Manuscritos de París de 1844, ya sienta posición sobre la Fenomenología del espíritu de Hegel con su afirmación riquísima sobre los elementos conservadores y elementos revolucionarios en su pensamiento (pensar que la Fenomenología es una obra de las más importantes y revolucionarias del filósofo alemán). Posteriormente en El capital repetiría el mismo argumento: “En su forma mística, la dialéctica estuvo en boga en Alemania, porque parecía glorificar lo existente. En su figura racional, es escándalo y abominación para la burguesía y sus portavoces doctrinarios, porque en la intelección positiva de lo existente incluye también, al propio tiempo, la inteligencia de su negación, de su necesaria ruina; porque concibe toda forma desarrollada en el fluir de su movimiento, y por tanto sin perder su lado perecedero, porque nada la hace retroceder y es, por esencia, crítica y revolucionaria” (Marx, citado en “Marx, Hegel y Trotsky. La fuerza estratégica de la dialéctica”).
Kevin y Raya afirman que Lenin era un “hegeliano renuente” (la palabra es otra pero no la recuerdo ahora, trabajando a 1000 por hora haciendo otras 1000 cosas más al mismo tiempo). Pero creo que romper con las tradiciones de la época siempre es muy difícil. No solo que Lenin no quería romper el ángulo materialista del análisis, lógicamente, sino que, además, lo dominante en todo el marxismo de su época era el rechazo esquemático a Hegel (Kautsky, Plejanov, la mayoría de la Segunda Internacional, el propio esquematismo de un Evgny Preobrajensky, etc.). Lenin hace escuela con un texto no publicado como son su apuntes de notas sobre la Ciencia de la lógica, es verdad, y tiene muy poca compañía al hacerlo: Gramsci, cuya obra madura no llegó a conocer (su crítica a Bujarin, entre otras), Trotsky (un discípulo filosófico de la dialéctica de Labriola), Lukacs, Korsch, pero que aparecen en la liza como ultraizquierdistas, y no mucho más. Pedirle más a Lenin parece excesivo.
De cualquier manera, el insistir en la relación entre Marx y Hegel es otro buen punto de Raya Dunevskaya, que señala que no podría haber existido Marx sin Hegel. Algunos afirman que Hegel no sirve, que basta con Marx, y ella afirma agudamente que sin Hegel no hay Marx. El propio Lenin sentencia que es imposible entender El capital sin haber estudiado a Hegel. Y aquí tenemos poco tiempo para desarrollarlo pero alude a que el materialismo de Marx es un materialismo dialectico, es el superar conservando la dialéctica de Hegel que Marx alumbra el materialismo moderno, el marxismo. Esto es así porque el marxismo es una superación del materialismo mecánico.
Su dialéctica es una herramienta imprescindible, no sólo para la teoría, no sólo para llegar al marxismo moderno, no solo para la academia. Es también una herramienta formidable para la militancia revolucionaria. Para entender el mundo y transformarlo: comprender que entramos en una era de catástrofes dramáticas pero también de revoluciones históricas.
En relación a las preguntas del público, tampoco tengo muchos conocimientos matemáticos, pero creo que todas las ciencias son dialécticas. John Bellamy Foster intenta explicar la función de la dialéctica en las ciencias naturales y tiene un enfoque diferente respecto de Engels que el que tiene, por ejemplo, Kevin muy centrado en el marxismo occidental (es decir, anti dialéctica de la naturaleza). Algunas personas reivindican a Engels y algunos no. Lukács está contra Engels y Bellamy Foster reivindica a Engels y su Dialéctica de la naturaleza; yo creo que es una obra formidable aunque esté sin terminar.[13]
En mi opinión la dialéctica es una sola: social y natural. Lo que no obsta que su “aplicación” en la campo creciente de la acción humana tenga sus especificidades.
Es un debate sobre el legado de Engels. Hay libros de Engels que son esquemáticos, como el Anti-Dühring, pero hay otros que son muy buenos.
Una cuestión simpática y conocida es que Hegel estaba, de cierta manera, en contra de las matemáticas. En el primer tomo de la Ciencia de la lógica repite una y otra vez, contra Kant, que las matemáticas son una forma vacía.[14] Él favorecía más el análisis cualitativo que el cuantitativo. Este es un punto en el que insiste fuertemente Ernst Bloch, uno de los filósofos marxistas más importantes del último siglo, en su libro sobre El pensamiento de Hegel.
Yo estudio a Hegel asiduamente; es difícil. Pero un marxista serio en la Argentina que lo reivindica (Astarita) afirma con agudeza que hay que leer a Hegel y, si no entiendes algún párrafo, tenes que seguir leyendo y tener paciencia porque los momentos de oscuridad se transforman abruptamente en “valles de claridad” (la idea de “valles de claridad” es mía pero también se apoya en el apotegma de mi amigo Nicolas González Varela, que habla de Hegel como el “oscuro”).
Lenin también dijo en sus escritos sobre Hegel que no entendía tal o cual cosa, y luego continúa y dice “ahora sí entiendo”; sigue adelante y regresa. Pero Hegel es simpático porque no le gusta la matemática, es increíble (a mí tampoco me gustan quizás porque no tengo facilidad para ellas. Marx, por el contrario, sí tenía facilidad aunque es una fábula la afirmación de que haya hecho “descubrimientos matemáticos”). Bloch sostiene que Hegel era un pensador que inclinaba la vara al pensamiento cualitativo y a la historia.
Por otra parte, no acuerdo con Kevin en su menosprecio por el marxista yanqui Hal Draper. Creo que Draper es un pensador marxista importante. No me gusta el libro de Draper sobre Lenin, creo que es un muy mal libro, anti leninista, anti partido. Es la última parte de su trabajo. Pero creo que el pensamiento de Draper sobre el pensamiento político de Marx es una muy buena obra, enorme obra: Karl Marx Theory of Revolution, en 4 tomos. [15]
No creo que sea poco serio, todo lo contrario. Creo que Hal Draper tiene un abordaje extraordinario sobre la obra política de Marx. Afirmó muchas veces que la creación más importante de Marx no era económica, sino su creación política, que se basaba en la teoría de la auto-emancipación de la clase trabajadora.
En mi obra trato de combinar -dialécticamente- la perspectiva auto emancipatoria con la idea del partido. Soy profundamente leninista. Entiendo que hay diferentes niveles de abstracción. La idea profunda de Draper es que la diferencia entre Marx y Engels y el socialismo utópico es que Marx confiaba en la posibilidad de la auto-emancipación de la clase trabajadora.
Por su parte, Lenin tiene un pensamiento mucho más concreto sobre este proceso de autoemancipación. Existen diferenciaciones políticas en el seno de la clase obrera que sin partido es imposible resolver. El partido revolucionario es absolutamente imprescindible en la “mecánica” de la revolución socialista.
Esto último, por ejemplo, nos lleva a otra pregunta. Entiendo que un compañero participante de este panel afirma que ve “un potencial revolucionario en los hutíes”. Ok, creo que tenemos que diferenciar el movimiento y las direcciones, es diferente. Creo que, por ejemplo, Hamas y Hezbollah, aunque son diferentes, no son socialistas, son antisocialistas aunque también tienen sus determinaciones internas que acá no puedo abordar (¡otra vez la dialéctica!).
Es otro enfoque con el movimiento. Creo que el movimiento palestino es emancipatorio, un movimiento nacional de emancipación, que apoyamos incondicionalmente. Pero no apoyamos a Hamas, ¿entiendes eso? Porque el problema es que los estalinistas han fallado y las direcciones nacionalistas laicas han fallado, como Arafat, y la gente llevó su apoyo a los islamistas.
El Estado de Israel está haciendo un holocausto en Palestina. Yo soy ateo, marxista ateo, “judío no judío” (Deustcher). Mi madre era huérfana y mi padre estuvo en Buchenwald en la Segunda Guerra Mundial (campo de concentración pero no de exterminio donde también estuvo, por ejemplo, el joven Mandel).
¿Qué está haciendo Israel? El Estado de Israel es fascista. Está matando, ya sabes, 40, 50 mil personas en Palestina, en Gaza. Es terrible, pero este movimiento puso en las calles cientos de miles, cientos de miles personas en las calles del norte del mundo contra este genocidio; es una batalla abierta.[16]
Ilan Pappé, un especialista israelí que tuvo que salir de Israel porque no les gustaban sus opiniones, dijo que Israel no tiene futuro; es como Sudáfrica bajo el apartheid. ¿Por qué? Porque tiene que estar en guerra permanente para poder existir, y no puede matar a 200 millones de árabes, no importa si son islamistas, ateos o lo que sea (Israel puede lograr “treguas” más o menos exitosas, pero no otro cosa; no tiene asegurada históricamente su existencia) . Creo que tenemos que ver todas las caras de la moneda en el conflicto en Medio Oriente también y para esto, nuevamente, Hegel es muy útil.
Kevin escribió un libro que para mí es muy bueno y es importante para entender a Hegel, lo leí y lo trabajé; tengo matices, pero eso es normal (Lenin, Hegel y el marxismo occidental). Creo que libro de Ernst Bloch, que nombré, también es importante para entender a Hegel. Lo propio ocurre con la Dialéctica de lo concreto, de Karel Kosic, que creo que es un libro hermoso referido a un abordaje marxista hegeliano de la historia (traté de tomar varios de sus aportes en El marxismo y la transición socialista, tomo I).
Kosic era un pensador marxista antiestalinista. Tenía otros trabajos que fueron secuestrados por la policía secreta estalinista; lamentablemente ese trabajo no se pudo recuperar.
Hay muchos dialécticos no occidentales, no solamente Lukács. Hay que estudiar, además de a los occidentales y a Lukács, a otros grandes pensadores de la dialéctica de Europa oriental, que son los que vivieron y transmitieron el abordaje crítico del estalinismo.
Es verdad que Bloch y Lukács cayeron en el “oriente europeo” aunque son considerados parte del «marxismo occidental». Bloch era de origen alemán y vivió en Alemania antes de la Segunda Guerra, en Estados Unidos durante, en la ex RDA en la posguerra y en Alemania Federal luego de la caída del Muro de Berlín. Lukács vivió en Hungría, luego en la ex URSS y luego nuevamente en Hungría en la posguerra.
Pero hay otros valiosísimos filósofos y autores de Europa oriental no estudiados, que podríamos considerar como «marxistas este europeos». En la etapa “soviética” final casos como Evald Ilienkov.[17] O la primera Agnes Heller (también húngara), o el primer Mihailo Markovic, ex Yugoslavia, Karel Kósik, checoslovaco, y así de seguido: marxistas y filósofos anti estalinista, la mayoría de raíz marxista hegeliana, aunque también espinozista, como el caso de Ilienkov.[18]
Bibliografía
Arto Artinian, “Radical currents in Soviet philosophy: Lev Vygotsky and Evald Ilienkov, Socialism and democracy, Universiteit Amsterdam, 19/09/2017.
Ruy Fasto, O Capital e a Lógica de Hegel. Dialéctica marxiana, dialéctica hegeliana, Editora unesp, Sao Paulo, 2021.
John Bellamy Foster, “The dialectics of ecology: an introduction”, Monthly Review, 01/01/24.
V. I. Lenin, Carlos Marx, julio/noviembre 1914, MIA.
Lars T. Lih, “Lenin en 1914: La “nueva época de guerras y revoluciones”, Viento Sur, 24 de julio de 2014.
Karel Kosic, Dialéctica de lo concreto, Paz e Terra, Sao Paulo, 1995
Statis Kouvelakis, “Lenin como lector de Hegel. Hipótesis de lectura de los Cuadernos de Lenin sobre La ciencia de la lógica”, Google.
Roberto Sáenz, “Marx, Hegel y Trotsky. La fuerza estratégica de la dialéctica”, izquierda web.
León Trotsky, “Escritos sobre Lenin, dialéctica y evolucionismo. Cuadernos, 1933/35”, Google.
[1] Kevin Anderson tiene dos textos de referencia que he estudiado: Lenin, Hegel y el marxismo occidental y Marx at margins, y acaba de publicar uno reciente que no he leído aun (no recordamos ahora su título). Ambos textos son sistemáticos y de gran factura.
[2] Sobre la caracterización de la situación mundial actual tuvimos un fraternal intercambio de matices con el compañero Alex Callinicos en nuestra reciente estadía en Londres. Sobre el particular escribiremos próximamente (eso, en cuanto terminemos de leer su reciente obra La era de las catástrofes).
[3] El concepto de “guerra industrializada” donde la retaguardia tiene tanta o más importancia que el frente lo tomamos de Enzo Traverso y, también, de Ernest Mandel (La segunda guerra mundial). La PGM fue, claramente, no sólo la primera guerra realmente mundial sino, también, la primera guerra realmente industrializada de la historia (con el antecedente de Crimea, ya señalado).
[4] Verdún y Somme fueron las dos batallas más sangrientas de la historia hasta el día de hoy. Además de la muerte de 1 millón de solados en cada una de ellas (significativamente, como batallas tomadas individualmente, fueron más sangrientas que cualquier otra de la SGM), estuvieron marcadas por la paradoja que en Verdún la iniciativa las tuvieron los franceses y los ingleses perdiendo la batalla y en Somme ocurrió lo opuesto: la iniciativa la tuvieron los alemanes, con igual resultado: su derrota. El Frente Occidental apenas se movió en cada caso (a diferencia del carácter de guerra de posiciones que tuvo el Frente Occidental en la IGM, el Frente Oriental se caracterizó por la guerra de maniobras).
La SGM fue, en su generalidad, una guerra de maniobras en ambos frentes aunque tuvo momento de guerra de posiciones como la histórica batalla de Stalingrado (1942/3).
[5] Rosa señalaba en su folleto Junius “El mundo ha cambiado las condiciones de nuestra lucha y al mismo tiempo nos ha cambiado radicalmente a nosotros”, mientras tanto, Lenin, estuvo entre los que de manera inmediata se vieron sacudidos por el desastre. Su incredulidad de cara a los votos unánimes de la socialdemocracia alemana a favor de los fondos para la guerra, así como la lentitud y el carácter extraño de sus intervenciones iniciales después de agosto de 1914, son muy significativas” (Kouvelakis).
[6] La “Teoría del reflejo” es una característica de la temprana obra filosófica de Lenin.
[7] La formulación más Antigua de la dialéctica la debemos al filósofo griego presocrático Heráclito y su famosa sentencia: “Nadie se baña dos veces en el mismo rio”. Clásica es también la afirmación de que “todo fluye”, todo está en flujo.
[8] Materialismo dialectico porque tiene como dos momentos: a) el momento materialista es como impacta en la población la barbarie, b) el momento dialectico es como materialmente la “obliga” a reaccionar ante ella. Una situación barbárica sin precedentes (catastrófica) genera, eventualmente, una respuesta revolucionaria sin precedentes. Lógicamente que entre acción y reacción al mismo nivel “revolucionario” puede pasar x cantidad de tiempo que es imposible predecir. Las catástrofes también operan por acumulación. Acumulación y catástrofe, catástrofe y acumulación, también son un par dialectico, también son una unidad de los contrarios (que es otra ley de la dialéctica: la ley de la contradicción pero que a diferencia de lo señalado por Althusser no es diádica sino triádica: ser, nada y devenir; la negación de la negación negada también por Stalin, Bellamy Foster).
[9] Catástrofe realmente existente de la IGM ayer, catástrofe realmente existente ecológica, económica, geopolítica, política hoy en esta tercera década del siglo XXI.
[10] “Una Guerra europea de dimensiones inauditas será el resultado inevitable si el sistema de armamentos actuales continúa desarrollándose” (Engels, 1895).
[11] Decimos una dialéctica inversa pero no puramente negativa porque está de moda y es agudo tener en cuenta la aguda critica al progreso realizada por las Tesis del concepto de historia de Benjamín pero abordar los desarrollos sólo desde un ángulo “catastrófico” pierde la dialéctica que preside realmente la historia: la historia es progreso y regresión, ninguno de los dos ángulos tomados aisladamente la contienen totalmente.
Mandel fue justamente criticado por sus compañeros de corriente como Michael Lowy por ser un “hombre de la ilustración”; una persona con un optimismo ingenuo, y esto era cierto: Mandel se caracterizó por su objetivismo. Pero las tendencias regresivas y progresivas, modernas y posmodernas, seguirán en lucha mientras exista la humanidad. La utopías y las distopias ambas tienen rastros milenarios y este siglo XXI recogerá esa herencia. Ya la está recogiendo en el reinicio de la experiencia histórica que estamos viviendo.
Pero para verlo no alcanza con ser intelectual: hace falta ser militante revolucionario (hace falta militar por la base y no solo en las alturas o la academia).
[12] Mussolini se pasa del socialismo al fascismo al defender el ingreso de Italia en la guerra mundial. Marinetti, fundador del futurismo italiano, también es guerrerista y acompañara a Mussolini hasta el final (tiene la suerte de morir en 1944 en la Republica de Saló, la republiqueta inventada por los nazis para Mussolini cuando este es depuesto en Roma. Icónica es la foto de Mussolini y sus adláteres colgados en la plaza de Milan el 28/04/45 siendo atrapado por la Resistencia cuando intentaba escapar a Suiza).
[13] Foster señala en el artículo que citamos en este texto que, en realidad, Lukács fue más sinuoso en la apreciación de la dialéctica de la naturaleza. Que en su obra Seguidismo y dialéctica. Una defensa de Historia y Conciencia de clase, desconocido hasta hace poco tiempo, reivindica a Engels y la dialéctica de la naturaleza y que lo mismo hace en Ontología del ser social.
[14] Está claro que Hegel tiene hasta cierto punto razón en su afirmación más allá que las matemáticas sean una herramienta formidable a ser aplicada en muchos campos.
[15] Lo loco es que Kevin también es antileninista.
[16] Precisamente en Londres es donde están aconteciendo las movilizaciones pro palestinas más importantes de Europa.
[17] No quiero dejar pasar la oportunidad para colocar una cita antiestalinista de Ilienkov sobre el problema de la propiedad estatal. En una carta a su amigo Yuri Zhdanov (1968), le señala que la URSS estaba en ese momento en “(…) una fase en el camino desde la ‘socialización’ formal a la real -un punto que está, desafortunadamente, todavía muy lejos. Es una pena, sin embargo, que en todo este movimiento hay muy poco entendimiento teórico, y muchas frases, demagogia, razón por la cual el proceso se mueve de una manera tan tortuosa, y con semejantes postergaciones, que prácticamente han liquidado las ganancias de la propia socialización formal, si es que ya no la han reducido a cero” (Ilienkov citado por Arto Artinian).
[18] Nicolas tiene un trabajo valioso sobre los apuntes de Marx sobre Spinoza (más específicamente sobre su Tratado teológico-político que es de interés). Hay que estudiar a Spinoza, primera filosofo materialista de la modernidad (o segundo detrás de Hobbes) y no dejárselo a los althusserianos.
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