Uno de los resultados de la reciente reunión de Trump con Bolsonaro ha sido el anuncio por la Casa Blanca de que “Brasil implementará una cuota anual de 750.000 toneladas libre de aranceles para el trigo estadounidense”. El anuncio, no compartido aun por el gobierno brasileño sería una compensación por “la reapertura de la exportación de carne bovina brasileña a EEUU” previa inspección sanitaria por el Departamento de Agricultura yanqui.

Si bien hay antecedentes, como en 2014 cuando Brasil suspendió el “Arancel Común Externo” del 10% vigente para la importación de trigo, hubo una razón fundamentada: Argentina se había quedado sin saldo exportable del mismo, y si bien el volumen liberado  es de  solo de alrededor del 11% de las importaciones brasileñas del cereal,  las consecuencias políticas tienen otra dimensión.

El Mercosur, es básicamente una unión aduanera que establece una zona de libre comercio entre sus socios y acuerdos de arancel común para países extra zona,  Si cada parte rompe los acuerdos a voluntad, su destino no parece promisorio. Más aun teniendo en cuenta que Argentina provee casi el 90% de la importación brasileña de trigo, y que la balanza comercial total es ampliamente desfavorable para la Argentina: el primer semestre de 2018 arrojó un déficit de US$ 3.800 millones para nuestro país, de los cuales la mitad correspondieron al sector automotriz. Y Bolsonaro ahora quiere restringir lo único que le achica la cuenta a Argentina. En ese sentido vuelven a resonar las palabras del Ministro de Economía Guedes: “el Mercosur es muy restrictivo, y no es una prioridad”

La reunión no fue bien recibida por la prensa brasilera. La Folha de Sao Paulo tituló ”A cambio de nada. En su vista a Trump,   Bolsonaro entregó más de lo que llevó y no trajo nada-“