
Los mercados – ese elegante eufemismo usado para nombrar a los especuladores financieros y los tenientes de divisas – abrieron la semana en un clima convulsionado. La semana pasada la presión devaluatoria se volvió a hacer sentir sobre el peso, llevando el dólar blue a los $440 el viernes. Y la caída de Alberto Fernández fue como echar más leña al fuego. A los desequilibrios macroeconómicos se vino a sumar la histeria política de los mercados.
Una vergüenza como el gobierno de Alberto Fernández, Massa y CFK deja correr la devaluación sin hacer nada. Los especuladores se hacen la América dolarizando todos los precios mientras se hunden los salarios.
Hace falta que se decrete un salario mínimo de $500.000 indexado a la…— Manuela Castañeira (@ManuelaC22) April 25, 2023
El fin de semana – con los mercados cerrados – transcurrió entre rumores de una fuerte devaluación para el lunes, que Massa terminó desmintiendo. La sociedad de bolsa Max Capital fue denunciada públicamente por Economía por «difundir falsos rumores de una devaluación».
Pero llegó el lunes y la corrida contra el peso no se detuvo. El blue llegó a los $495 en las cuevas de la Capital. La brecha con el oficial alcanzó el 110%, su máximo en los últimos 8 meses. Solo en la última semana, el aumento fue del 22,5% ($90).
Los dólares financieros, por su parte, crecieron a la zaga. El MEP llegó a los $464,37 y el contado con liqui a los $482,50, siguiendo al blue.
De los rumores a la crisis financiera
La escasez de divisas sigue en el centro de la crisis argentina. A las debilidades crónicas de una economía relativamente atrasada y dominada por monopolios parasitarios del agro, vinieron a sumarse primero la sequía y ahora la incertidumbre política de un gobierno desdibujado en pleno año electoral.
El paso al costado de Fernández fue aprovechado por la oposición y los sectores más concentrados de la economía para publicitar medidas de ajuste más duro. Los (neo) liberales a ultranza como Milei se pasean por los canales de televisión pidiendo una dolarización y otros sectores le exigen al gobierno una devaluación del tipo de cambio oficial. Algunos medios anunciaron hoy lunes un eventual golpe financiero en las próximas semanas.
Las consultoras financieras publicaron cifras sombrías para el futuro de la economía argentina. La JP Morgan pronosticó una caída del PBI del 3,3% para este año y una inflación del 120%. Para el año que viene, la financiera anticipa que la retracción económica sería del 1,7% y la inflación del 150%.
Es obvio que la JP Morgan (y otros organismos de su estilo) tienen intereses propios en que así sea. El capital financiero (argentino y extranjero) está anunciando la debacle de la economía argentina para presionar medidas de ajuste más duras. No sólo la idea delirante de una dolarización (Milei) sino una mera devaluación del tipo de cambio llenaría automáticamente los bolsillos de aquellos que acumulan divisas para la especulación financiera.
Sin embargo, la crisis financiera argentina es real. Además de la brecha cambiaria y la escasez de divisas, está presente el fantasma de una eventual recesión. El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) mostró en febrero un mínimo aumentó del 0,2% interanual. En enero la cifra había sido del 0,5%.
Sin llegar todavía a la recesión técnica, los números muestran un claro estancamiento en el crecimiento del PBI. Esta venía siendo la bandera discursiva del gobierno fernandista, a pesar del crecimiento de la pobreza.
Y las nuevas medidas del massismo al frente de Economía podrían acentuar las tendencias recesivas. El último viernes Massa efectuó una nueva suba de las tasas de interés nominales hasta llegar al 81%. Y el Banco Central comandado por Miguel Pesce implementó restricciones al acceso de divisas para la importación que podrían reducir la demanda en unos USD 2.000 millones.
Estas medidas son típicamente recesivas, casi de manual. La suba de tasas hará el crédito más cara y disminuirá las inversiones productivas. Y la escasez de divisas para la importación probablemente encarecerán los insumos y presionarán la industria local hacia el estancamiento.
La crisis y el Fondo
La obsesión de Massa en estos días es conseguir divisas como sea. Los ingresos del dólar agro permitieron cerrar la jornada del lunes positivamente por tercera jornada consecutiva con una compra de USD106 millones. Así la balanza de abril llegó a un positivo de USD190 millones.
Pero las medidas del BCRA demuestran que el ritmo de acumulación de divisas es lento e insuficiente. No alcanza para frenar la corrida, y tampoco para llegar a lo que exige el FMI en relación a las reservas.
La gestión Massa parece arrinconada por todos lados. El FMI le exige ordenar la macroeconomía para garantizar el pago de la deuda. Pero las divisas del país están en manos de un puñado de poderosos agro – exportadores y de los especuladores financieros. Y esos sectores le exigen una mayor devaluación para maximizar sus ganancias. En última instancia, el FMI y los capitalistas argentinos le piden a Massa más ajuste contra una población al borde del hartazgo en pleno año electoral.
La única forma de ordenar la macro sin destruir (todavía más) las condiciones de vida de los trabajadores argentinos sería dejar de pagarle al FMI y tomar medidas anticapitalistas contra los patrones del campo. Pero el compromiso de Massa (y los Fernández) es con el Fondo y los empresarios.
[…] crisis financiera que quema al gobierno es probablemente la peor desde el inicio de la gestión fernandista. Las […]