El rechazo de los pliegos de la Corte es la frutilla del postre de un pésimo momento político para el gobierno. Javier Milei atraviesa, sin lugar a dudas, su peor momento desde que asumió en la Casa Rosada. A las declaraciones en Davos que generaron un 1F masivo, la estafa de la criptomoneda $LIBRA y la movilización del 12M de jubilados, como así también la del 24 de marzo, se le sumó una importante derrota política por los rechazos a los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla a la Corte Suprema.
La negativa en el Senado de los pliegos de la Corte, con 43 votos en contra en el caso de Lijo, y 51 en el de Mansilla, significó el revés más contundente a nivel institucional para el Gobierno desde que asumió en diciembre de 2023. Mostró su debilidad, en un marco donde la crisis económica está latente, profundizada recientemente por la guerra comercial que liberó Donald Trump.
Los rechazos dejaron en evidencia las flaquezas de la administración libertaria, que apostó por los dos magistrados casi desde el inició de la gestión, con el objetivo de contar con una mayoría dentro del Máximo Tribunal. Si el plan salía correctamente, contaba con también Ricardo Lorenzetti, nominado en su momento por Néstor Kirchner en 2004.
De esa forma, Milei hubiera dispuesto de tres votos favorables en la institución burguesa de mayor poder en términos judiciales. Si bien el organismo no cuenta con plazos específicos para la resolución de los casos, los libertarios se hubieran asegurado fallos favorables en toda medida con posibilidad de ser judicializada.
Cabe recordar que el inicio del proceso comenzó a en abril de 2024, cuando Milei postuló tanto a Lijo como Mansilla. Ambos nombres provocaron importante resistencia, motivo por el cual al Gobierno le costó motorizar el tratamiento de sus respectivos pliegos en la Cámara alta.
Tras no poder avanzar en las negociaciones con la oposición «dialoguista» y peronista, casi un año después, el jefe de Estado firmó los decretos para que ambos asuman en forma inmediata, evitando momentáneamente el debate en Senado, lo cual significó un nuevo atropello institucional.
Sin embargo, no pudo evitar su tratamiento en la semana pasada y tampoco logró convencer ni al peronismo ni, hasta recientemente sus mejores aliados en el recinto, el PRO y la UCR, para revertir los rechazos.
El revés fue analizado por todo el arco político, incluidos los editorialistas capitalistas más reaccionarios, como una pésima jugada política y una derrota sin precedentes en lo que va de su gestión.
Por qué el Gobierno quería a Lijo y Mansilla en la Corte
Lijo es uno de los jueces más poderosos dentro de Comodoro Py. Asumió Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal Nº 4 en 2004 y desde entonces nunca se movió de su asiento. Estuvo al frente de varios casos de trascendencia, como el que llevó al exvicepresidente, Amado Boudou, a la cárcel por el escándalo de Ciccone.
También llevó a juicio al expresidente Carlos Menem en la causa del encubrimiento al atentado a la AMIA y estuvo a cargo de la investigación a la empresa Siemens, por coimas. A su vez, fue sorteado con la causa del Correo, donde estaba apuntado Mauricio Macri y parte de su familia.
Sin embargo, es uno de los jueces más denunciados ante el Consejo de la Magistratura e incluso pesa sobre él una denuncia penal por asociación ilícita, lavado de activos y soborno. Además, se le recrimina la falta de efectividad en la resolución de los casos. De las 89 causas de corrupción a su cargo, 26 siguen en período de instrucción. Algunas de ellas llevan más de 20 años en ese estado.
Aún así, se mantiene como un peso pesado dentro de la Justicia, con vínculos turbios a nivel político de trascendencia, lo que podía significar para el Gobierno un aliado clave para lograr sus intereses judiciales.
Por su parte, la designación de García Mansilla tuvo una intencionalidad más ideológica por parte del Gobierno. Es un jurista que se autodefine como «liberal y conservador», ligado del Opus Dei y del sector empresarial de hidrocarburos.
Como miembro de la Iglesia, fue una de las voces más reaccionarias en colocarse en contra del derecho al aborto. En 2018, fue uno de los firmantes de una carta en las que distintas personalidades mostraban su rechazo.