Mientras tanto, Eduardo Tassano, el intendente de Corrientes, que se ufanaba de que el plan hídrico iba a impedir que la ciudad se vuelva a inundar, se llamó al silencio. Más preocupado por el negocio inmobiliario y los empresarios amigos, no se preocupa porque éstos realmente cumplan con las obras que el estado les paga.
El gobierno de Gustavo Valdés sólo atinó a declarar que este lunes no habrá clases en las escuelas de la capital provincial, muchas de ellas convertidas en centro de evacuación, en general por acción de los propios damnificados y no por algún plan del gobierno.
De inmediato, personas comprometidas y solidarias comenzaron a organizar colectas y, ni lerdos ni perezosos, el municipio y la provincia publicaron lugares para recibir las mismas. Aunque muchos vemos a estos lugares con escepticismo, ya que en muchas veces las colectas terminan repartiéndose a cuentagotas, y una parte termina siendo utilizadas en las campañas electorales. Así que la recomendación es llevar directamente las donaciones a los centros de evacuados.
Una catástrofe sobre otra
El gobierno intenta escudarse en la hipótesis de un fenómeno climático imprevisible, pero en realidad mucho se debe a un crecimiento caótico de la ciudad. Se favorecen los negocios inmobiliarios mientras no se invierten en servicios básicos para los vecinos. A la vez, se crean bolsones de pobreza en los barrios periféricos, que carecen de los servicios esenciales. Por ejemplo, hace unas semanas los vecinos de la tosquera se movilizaron por el agua.
En 30 años de privatizada el Aguas Corrientes, no realizó prácticamente ninguna inversión en desagües pluviales y solo hubo algunos parches parciales a través de fondos del INVICO. Un barrio muy castigado como Sol de Mayo, con casas que tenían agua el cuello de sus habitantes por el desborde del arroyo Santo Domingo, tiene paralizadas obras desde que el gobierno decidió cerrar el EPAM.
Es una gran catástrofe llamada capitalismo, en la que solo se busca obtener ganancias aún frente a la desgracia de miles de trabajadores y sectores populares que tiene que sobrevivir diariamente con cortes de luz, carencia de agua, con tarifas privativas y gobiernos insensibles a sus necesidades. Penurias que se han multiplicado desde la asunción de Javier Milei.
Por eso desde el Nuevo MAS seguimos insistiendo en la necesidad de organizarnos desde abajo, en asambleas en los barrios, escuelas, reparticiones y lugares de trabajo para enfrentar los planes de ajuste y abandono de la inmensa mayoría del pueblo.