Pero esto no basta para explicar el voto tan conservador y a la derecha que se dio en la provincia. Córdoba todavía vive la derrota histórica del clasismo, que tuvo su centro en el enorme proceso de movilización del Cordobazo, clausurado con la dictadura. Esa derrota aún no se logra superar y, aunque se producen luchas, los elementos conservadores siguen pesando y no bastan para que se manifiesten electoralmente.
No es novedad que el gobierno nacional en las PASO perdió la gran mayoría de las provincias a manos de JxC. Lo que sucede es que acá no sólo saca el 48% de los votos, sino que gana Juez, el sector más reaccionario, cuyo único eje de campaña fue canalizar el castigo por derecha al gobierno, tomando los elementos más atrasados y conservadores que imperan en la provincia como el odio de clase y a toda propuesta progresista. Por otro lado salió segundo Schiaretti con el 24,50%, una elección que estaba calculada pero muy pobre siendo que es un gobernador que viene de ganar la provincia con el 52%. En tercer lugar se ubicó el Frente de Todos con 11%, una elección entre las peores cerca de la elección del 2017, pero tampoco muy lejos de su techo. Y el FIT se ubicó cuarto con un 4,32% de los votos con 6 mil votos más que la elección pasada. Encuentro Vecinal Córdoba 3,56%, manteniéndose en sus votos tradicionales, (y junto a esto lograron pasar con una cooperativa electoral de seis partidos UPF, que colocó a un libertario y el partido de Miel con un 1,57% de los votos).
La elección de conjunto es una de la más conservadora del país y con elementos de castigo al gobierno. Estas características se ven en los sectores sociales que votaron a las distintas fuerzas. En los barrios cerrados se concentra el 80% de los votos a JxC y en los barrios populares y de trabajadores, el voto castigo al gobierno con una elección más repartida entre JxC, Hacemos por Córdoba, a la izquierda entre ellos el FIT, y en menor medida al FdT. El FdT sostuvo su elección en barrios de clase media.
Sólo el Nuevo MAS con propuestas de fondo
Las grandes campañas, con inmensas fortunas detrás de las tres principales fuerzas políticas, fueron en sus inicios vacías de contenidos, los ejes eran la fiestas de cumpleaños, un Juez para Cristina, la gestión de Schiaretti, “Ellas” o la cara de Fernández apelando al futuro y también todas haciendo gala del cordobesismo, tan arraigado en la provincia. Nadie se hizo cargo de lo que vive y le preocupa a la gran mayoría de la población trabajadora. A medida que avanzó la campaña saltó y quedaron a la vista los intereses que defienden las fuerzas mayoritarias, comenzando por la gran campaña para eliminar las retenciones, disminuir los impuestos a la industria automotriz y a los empresarios, ayudados por el discurso de Milei en avanzar con contrarreformas laborales para generar trabajo. Toda una ofensiva de derecha donde el kirchnerismo no tomó partido.
El FIT-U enfrascado en sus PASO no contribuyó con el debate de generar propuestas claras, de conjunto, a la gran mayoría de la población. Eran un cúmulo de propuestas tímidas para no polemizar, ni espantar posibles votantes, lo que primaba era la interna y el pedido de voto para cada una de sus listas. Una campaña que le rehuyó al verdadero debate que imponía la situación y, en ese sentido, adelgazó un verdadero programa para los trabajadores y trabajadoras.
Desde el Nuevo MAS, junto a Julia Di Santi y Manuela Castañeira, levantamos la propuesta del Salario Mínimo a $100.000, pase a planta permanente en sector público y privado, sin rehuir a la presión del gobierno ni de los partidos burgueses. Planteamos la necesidad de afectar las grandes ganancias, y propusimos aumento de las retenciones al agro y un impuesto progresivo a las grandes fortunas. Este es el verdadero debate que atraviesa la sociedad argentina hoy, debate que se instala con fuerza apenas concluida la derrota del gobierno.
Campañón del Nuevo MAS
Estamos haciendo un primer balance de la gran campaña que hizo el Nuevo MAS. Campaña que recorrió toda la provincia, que logró salir por todos los medios y se construyó con un esfuerzo militante en las afichadas y volanteos. Presentamos una lista representativa como nunca de nuestra política, con una nueva generación de trabajadoras, trabajadores, mujeres y una juventud que viene de numerosos procesos sociales y que expresó propuestas claras, que en definitiva eran una salida anticapitalista a la crisis.
Pero también debemos explicar cómo nos fue. En primer lugar, hay que decir que no fue una buena elección para la izquierda, ya que no logró sostener los votos del 2019; se perdieron votos. Hubo traspaso de votos del Nuevo MAS a la interna del FIT-U y donde las elecciones de las listas participantes fueron magras ante semejante aparato invertido. La de Luciana Echevarría MST particularmente floja ya que perdió 13.000 votos de cuando fue elegida legisladora.
Como toda elección, priman elementos objetivos de la realidad, el conservadurismo, el voto castigo, pero también el voto útil. Que también afectó a los votantes de izquierda y perjudicó notablemente nuestra elección. Si bien hubo un voto castigo que canalizó el FIT-U en barrios populares, muchos de nuestros votos fueron absorbidos por la brutal interna del frente, y muchos decidieron participar en la interna para que ganara una u otra opción. Todo esto apoyado en una campaña millonaria, con miles de afiches, séxtuples gigantografías, pantallas led, fortunas que nada tienen que envidiarles a las principales fuerzas. El aparato que manejan y el hecho de ser un frente, a la hora de las elecciones pesaron para el votante de izquierda. De esta manera, miles de votos del Nuevo MAS fueron al FIT-U para que mantuviera los votos del 2019. Sabemos que ir en soledad pesa. Pero nos interesa mucho más poder tener la posibilidad de instalar las discusiones políticas que entendemos claves y no doblegarnos a criterios electoraleros, adaptados a las instituciones parlamentarias y encima poroteriles. La falsa unidad del FIT-U sólo existe en elecciones, y esta vez poco y nada. Ahora tienen el desafío de la calle y las luchas, donde esa unidad hace más que agua.
Desde el Nuevo MAS estamos profundamente orgullosos de nuestra campaña y nuestra militancia, de tener una referente como Manuela Castañeira y una nueva generación que se encargó de construir una campaña profundamente política. Los únicos que pudieron criticarla fueron: los sojeros ofendidos por las declaraciones del 50% de las retenciones al agro, los empresarios escandalizados por lo del salario mínimo a $100 mil, los liberfachos cuando los confrontamos y denunciamos que su plan económico es el de Videla… o sea, una campaña que polemizó con los sectores que había que polemizar. Nada de medias tintas.
La alegría de nuestra militancia por la campaña que levantamos, por las discusiones que instalamos, por la extensión que tuvo nuestra política, no acaba con los resultados del domingo para nada, porque hoy vemos cómo esa discusión que instalamos, se vuelve central en el plan del gobierno y en la discusión del salario mínimo. Y no acaba con los resultados del domingo porque en definitiva la respuesta la tiene la lucha de clases, donde el Nuevo MAS seguirá siempre presente, acompañando las luchas junto a los trabajadores, la juventud, las mujeres y el movimiento LGBTI. Es ahí donde está el desafío de construir nuestro partido.