El texto aprobado evita hacer un llamado al alto el fuego mientras ya son más de 10.000 los palestinos asesinados por las fuerzas israelíes en Gaza.
Con la abstención de EE.UU., Gran Bretaña y Rusia, la resolución insta a establecer «pausas humanitarias» que permitan asistir a la población civil con atención médica e insumos básicos. Además, llama a la liberación incondicional de todos los rehenes en poder de Hamas.
En el Consejo de Seguridad existe un grupo de cinco grandes potencias (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Japón y Rusia) que tienen poder de veto sobre las resoluciones que adopte el organismo. En las semanas anteriores, tanto EE.UU. como Rusia habían utilizado dicho poder para impedir la adopción de anteriores proyectos de resolución.
En el caso de EE.UU. vetó los textos que llamaban a un alto al fuego en Gaza, privilegiando su alianza incondicional con Israel. En el caso de Rusia, se negó a condenar a la organización Hamas como grupo terrorista.
Finalmente, el texto aprobado ayer no contiene ninguna de las dos cosas: ni una condena a Hamas ni un llamado a alto el fuego.
Reino Unido, EE.UU. y Rusia se abstuvieron. Por su parte, Francia, China, Malta, EAU, Albania, Brasil, Ecuador, Gabón, Ghana, Japón, Mozambique y Suiza votaron a favor.
Sin embargo, el resultado final es un beneplácito hacia Israel: apenas pide por la adopción de «pausas humanitarias», que es el eufemismo con el que EE.UU. e Israel intentan ahora lavarse la cara mientras justifican el genocidio.
Además, el pedido de «pausas humanitarias» quedó como un llamado declarativo sin ni siquiera pedir un número determinado de días que permitan un abastecimiento efectivo de los corredores humanitarios, atención médica e insumos. Como casi todo lo que sale de la ONU, se trata más bien de una declaración de intenciones que una medida con impacto real.
Por supuesto, todo esto bajo el trasfondo de que no se hace ni una mención a la masacre de civiles que está perpetrando Israel en Gaza (a los que se suman los episodios de violencia y ocupación en Cisjordania), que no se parece en nada a una guerra donde combaten dos ejércitos sino más bien una fuerza de ocupación sembrando el terror sobre población desarmada.