
De esta manera, los valores acumulan un aumento del 76% en menos de tres meses, después de que finalizaran los acuerdos de precios del Gobierno anterior, por lo que continúa el adelgazamiento del bolsillo de los trabajadores.
Por este motivo, en las últimas horas del martes, al conocer la noticia de parte del director de la Cámara Argentina de Combustibles (CAC), Raúl Castellanos, se registraron largas filas para cargar nafta y amortiguar los nuevos aumentos. Así, a las 00 horas del miércoles 3 de enero, los surtidores en la Ciudad de Buenos Aires marcaron los nuevos precios de la nafta súper, que pasó a $750 el litro, y la nafta premium, que pasó a $950 el litro.
Por otro lado, en el interior se registraron aumentos aún mayores, como en Rosario, que la nafta premium llegó a marcar $986 el litro. Es preciso mencionar que, si bien se trata del primer aumento del combustible del año, desde que ganó el nuevo Gobierno de derecha extrema, se sucedieron dos incrementos fuertes en diciembre. A su vez, la secretaría de Energía definió que el biodiesel y el bioetanol subieran hasta un 34,44%, valores que esperaban que se trasladaran al consumidor final por partes.
Vale recordar que, el último año de gestión de Alberto Fernández, el exministro de Economía, Sergio Massa, administró una serie de aumentos con las empresas petroleras, por lo que cada cuatro meses los precios de la nafta acumulaban un 12% aproximadamente. De esta manera, el litro de nafta súper comenzó 2023 en $150,90 y finalizó en $554, con una suma de incrementos del 266%.
En ese marco, Milei, que comenzó el proceso de “liberación” de la economía al quitar los acuerdos de precios, dejó a la clase media, trabajadores y sectores populares a la merced de la voluntad de los empresarios, que no velan más que por sus propios intereses. Así, el aumento de la nafta se suma a los incrementos de las prepagas, que apenas entró en vigencia el mega Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) de Milei se apuraron a facturar con subas del 40% en promedio. También se suma al incremento del boleto de subte, que llega a $110 a partir de enero; y al de los alquileres, para quienes todavía tienen contratos bajo la Ley de Alquileres de 2020, que afrontarán un 137,50%. Ni hablar de las subas en los alimentos básicos.
Es preciso mencionar lo escrito en el proyecto de Ley Ómnibus, que presentó Milei bajo el título “ley de bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos” pero que esconde una reforma constitucional de facto, sobre un artículo que busca la eliminación del “barril criollo”, de forma que el valor del combustible para el consumidor final local sería el mismo que para la exportación. Carente de toda lógica, en caso de que esto se apruebe, el producto generado por la clase trabajadora argentina pasaría a costar entre USD 75 y USD 80, en vez de USD 60 para el mercado interno.