
Larreta y Fernández se siguen pasando la pelota del ajuste al transporte. Hace pocas horas, el Secretario de Transporte de la Nación, Diego Giuliano, anunció las intenciones del gobierno de eliminar la cuota de subsidios que Nación aporta a las líneas de colectivos porteñas. Es una caja de casi 15.000 millones de pesos que va a parar a manos de 32 líneas de colectivos, aquellas que transitan únicamente dentro de la Capital Federal.
Si se concreta dicho recorte, el gobierno porteño deberá decidir entre hacerse cargo de esos 15.000 millones o sancionar un aumento de las tarifas, que podrían pasar de los actuales $18 a unos $45 o hasta $60 para el boleto mínimo.
Larreta llora lágrimas de cocodrilo
Sin hacerse esperar, Larreta salió a responder el anuncio de Giuliano mediante sus voceros, principalmente Jorge Macri. Según el gobierno porteño, la quita de subsidios nacionales significa un atropello de los derechos de los vecinos porteños. De concretarse una suba de las tarifas, no queda duda de que sería así. La triplicación del boleto (de $18 a $45 0 $60) implicaría concretamente seguir liquidando el ya golpeado sueldo de millones de trabajadores porteños y bonaerenses.
Sin embargo, el gobierno de Juntos no se mostró tan compungido un par de años atrás, cuando decidió aumentar el boleto del subte a los actuales $30, sin importar la distancia del viaje. En realidad, lo que preocupa al gobierno porteño no es tanto la suba de la tarifa, sino tener que hacerse cargo del costo político de tomar esa decisión. Así lo han dicho los propios representantes de Larreta, quejándose de que Nación quiere que el gobierno porteño «cargue» con el costo de los aumentos. Esto es parcialmente cierto. Lo que no dice el larretismo es que ellos quieren que sea Nación quien cargue con el costo político del aumento.
Voluntad de pago
Desde el lado del gobierno nacional salieron a responderle a Larreta, alegando que los subsidios nacionales al transporte porteño significan un perjuicio para el resto de las provincias. Por fuera del AMBA, el boleto de colectivo oscila entre los 60 y 70 pesos. Para darse una idea, con un boleto a $60, un trabajador que toma dos colectivos todas la mañanas para llegar a su trabajo, debe pagar aproximadamente $5000 mensuales en transporte. Esto sin hablar de quiénes toman más de dos transportes, o quienes además deben pagar el transporte de sus hijos o familiares a cargo.
Con estos números, de lo que debería estar hablándose es de bajar los precios del transporte a nivel nacional, o en todo caso de aumentar los salarios, que el año pasado llegaron a su punto más bajo en casi dos décadas.
Tras la prédica «federalista» del gobierno nacional, lo que asoma en realidad es la preocupación por ajustar todas las tuercas del aparato fiscal para pagar la enorme deuda que el país tiene con el FMI. Y uno de los puntos centrales del acuerdo que Fernández está discutiendo con el Fondo es justamente el recorte de subsidios.
Dicho en pocas palabras: para pagarle al FMI, el gobierno quiere meterle la mano en el bolsillo a los trabajadores del país. De más está decir que no se ha considerado ni remotamente la posibilidad de meterle la mano en el bolsillo a las privatizadas del transporte, un puñado de empresas que gestiona esas 32 líneas de colectivo porteñas, que amasan fortunas todos los años y proveen un pésimo servicio.
Algo similar planea el gobierno nacional con respecto a los servicios: recortar subsidios, mantener las ganancias de las empresas privadas y aumentar las tarifas a costo de los trabajadores.
Más allá de las idas y vueltas en los medios, en estos puntos Fernández y Larreta no tienen demasiadas diferencias. Juntos tomó la deuda con el Fondo y ahora el Frente de Todos quiere pagarla sin chistar, aún si para eso hay que reventar las condiciones de vida de millones de trabajadores. Lo único que discuten es quién va a poner la cara.