Clases: la Corte Suprema intervendrá en disputa por las clases en CABA

Se confirmó que la pelea por las clases presenciales llegará a la Corte Suprema. Fernández y Larreta protagonizan una coyuntura marcada por la pelea entre distintos sectores de poder del Estado capitalista, pero los docentes se meten en la pelea como un tercer actor con su propio programa.

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La cuestión de las clases presenciales como foco de contagio en medio de la segunda ola y la pelea política que se abrió entre Nación y CABA al respecto se lleva todas las horas de TV y tapas de diarios de las últimas horas.

El debate público está fuertemente marcado por una combinación de problemas reales sobre qué medidas tomar para combatir la pandemia mezcladas con una fuerte dosis de oportunismo político de Juntos por el Cambio y una especial cuota de desorientación e improvisación en el Gobierno Nacional que la oposición de derecha aprovecha para montar su propio show.

En todo este marco, los trabajadores de la educación -que se suman a los de Salud- comienzan a aparecer como un «tercer actor» en la coyuntura que abre la posibilidad de plantear un programa alternativo al ajuste de Fernández y el negacionismo de Larreta.

Fernández y Larreta se meten al laberinto judicial

La «rebelión» de Larreta a la medida del Gobierno Nacional y la correspondiente judicialización del conflicto sumó un nuevo capítulo ayer, cuando la Corte Suprema de Justicia de la Nación se declaró competente en el tema y definirá el futuro de la disputa por las clases presenciales.

El Gobierno de la Ciudad se apoyó en un fallo de la Sala IV de la Cámara en lo Contencioso Administrativo de la justicia porteña que determinó que la Nación no tiene injerencia en la política educativa de la capital, por lo que las clases podían continuar siendo presenciales, tal como quería Rodríguez Larreta.

La Nación, por su parte, calificó el fallo de «mamarracho» y pidió la intervención de la Corte, que aceptó el pedido y definirá con carácter «sumarísimo» en estos días. El argumento jurídico del gobierno es que la justicia de la capital no tiene la potestad de dejar sin efecto un decreto del Poder Ejecutivo Nacional.

El fallo de la Justicia porteña, la «desobediencia» de Larreta y la escenificación mediática de una supuesta «rebelión» de padres y alumnos que exigen la apertura de los colegios configura el escenario polarizado por distintos sectores de poder del Estado capitalista en esta coyuntura marcada por la crisis sanitaria reabierta con la segunda ola.

No obstante lo anterior, la disputa parte de un problema real: la ausencia absoluta por parte del gobierno nacional de un plan serio y consistente para enfrentar la pandemia, en la medida en que pretende paliar los contagios mientras continúa el ajuste, cuando debería estar aplicando de urgencia aumentos presupuestarios a áreas esenciales como Salud y Educación.

Recordemos que la segunda ola tomó al gobierno por sorpresa, y aunque en un primer momento quiso tomar algunas medidas muy limitadas, la gravedad de la situación epidemiológica lo llevó a tener que tomar más medidas, entre la que se encontró la que desató la polémica: la suspensión por quince días de las clases presenciales.

Un sector importante de la docencia venía exigiendo que se tome esa medida, en tanto el regreso a la presencialidad dictaminado por el gobierno a principio de año no fue acompañado de ninguna mejora sustancial en las condiciones de trabajo docentes ni mucho menos en la infraestructura de las escuelas para evitar contagios. El gobierno tampoco tomó medidas para mejorar la frecuencia de transporte público. Frente a esta ausencia total de medidas de fondo por parte del gobierno, en pleno pico de contagios era necesario suspender la presencialidad mientras los docentes y auxiliares siguen luchando por un retorno en condiciones adecuadas cuando la situación sanitaria mejore.

Así y todo la decisión no le fue gratis políticamente al gobierno, ya que se dio luego de que el Ministro de Educación Trotta haga una gira mediática por todos los canales de TV asegurando que las clases iban a continuar en modalidad presencial, algo que volvió a afirmar apenas unas horas antes de que el Presidente decidiera lo contrario y lo comunicara a todo el país. Luego de los anuncios se escucharon «cacerolazos» en varios barrios porteños.

Más allá de que los medios quisieron construir exageradamente una especie de «épica» de padres y alumnos defendiendo que las escuelas estén abiertas, aun así es verdad que hay un sector de los jóvenes, el estudiantado y sus familias, que realmente sufrieron el encierro de la cuarentena y la falta de contacto social debido a que durante todo el año pasado las escuelas estuvieron cerradas, incluso en momentos donde la curva de contagios era muchísimo más baja que ahora.

Pero sobre este sentimiento genuino, y apoyándose especialmente en las clases medias altas en complicidad con los dueños de los colegios privados, la derecha y los grandes medios intentan utilizar a los alumnos contra los docentes, como si los primeros defendieran la educación y los segundos no. En realidad, son precisamente los docentes los que están planteando la necesidad de aumentar el presupuesto educativo para poder garantizar la educación en este contexto de Pandemia, pero por supuesto eso no está en la agenda de Larreta que ha recortado el presupuesto educativo año a año.

Volviendo al gobierno nacional, a sus contradicciones sobre las clases presenciales se sumó el rechazo a las declaraciones de Fernández acerca del «relajamiento» del sistema de salud, que cayó muy mal entre los trabajadores del sector y en la sociedad en general, que reconoce el esfuerzo inmenso de los trabajadores que están en la primera línea de combate contra la Pandemia. Fernández tuvo que salir a aclarar sus dichos y a pedir disculpas.

Si a este cóctel se le suma el entendible hastío social por la Pandemia y en particular el rechazo vehemente de un sector de las clases medias a cualquier medida que limite la vida «normal», como agita la oposición de derecha, el escenario quedó dispuesto para que el gobierno quede en offside y Larreta, en una especie de acto de largada de la campaña electoral, hizo su jugada.

Un cuestionamiento reaccionario

Pero la falta de medidas de fondo por parte del gobierno nacional para enfrentar la pandemia no quita que la desobediencia del gobierno de la Ciudad a sus medidas sea un cuestionamiento por derecha a las decisiones del Presidente.

Se trata de un intento de imponer la agenda negacionista del Pro y de un sector de las clases medias reaccionarias que se oponen a prácticamente cualquier medida para combatir la pandemia. Estos sectores encontraron en una supuesta defensa de la educación la veta por donde hacer mella con su política reaccionaria.

La derecha se apoya en la desorientación del gobierno nacional, que intenta hacer malabares entre continuar con su política de ajuste y no afectar las ganancias empresarias, por un lado, y estar obligado a tomar medidas para evitar que colapse el sistema sanitario, por el otro.

Por supuesto, la hipocresía del Pro llevando adelante la «épica» de la defensa de la educación es total, siendo el gobierno porteño de Macri, primero, y Larreta, después, uno de los que más recortó el presupuesto para educación y que incluso intentó cerrar institutos terciarios. La falta de vacantes para las escuelas públicas es un problema ya histórico en la capital.

Pero además, el aval de la justicia en la jugada de Larreta para mantener las escuelas abiertas en medio del peor momento de los contagios agrava la cuestión, ya que le da un marco «institucional» al cuestionamiento por derecha a las decisiones del Poder Ejecutivo. La cosa es más escandalosa si se tiene en cuenta que la misma sala que falló a favor del «colectivo de padres» para que continúen las clases tiene 49 amparos hace años sin resolver contra el gobierno de la Ciudad por la falta de vacantes en el sistema educativo público porteño.

Un tercer actor aparece en la escena

A pesar de este escenario fuertemente polarizado por las disputas entre los de arriba, la clase trabajadora no se quedó al margen de la cuestión, y los sindicatos docentes de Capital Federal convocaron a un paro por 48 horas que en el día de ayer contó con un importantísimo acatamiento que muestra el rechazo de los trabajadores de la educación a la política negacionista de Larreta que juega con la salud de docentes y alumnos para hacer show frente a su base electoral.

Mientras el gobierno nacional espera un fallo a favor por parte de la Corte Suprema para revertir su disputa con la oposición, la intervención de los trabajadores de la educación sumado a la rebelión de la salud que encabezan los «elefantes» en Neuquen expresan una cuña en la coyuntura por donde ingresan los reclamos de los de abajo, a los que ni el gobierno ni la oposición le dan una respuesta de fondo. Por eso, aun a pesar de la polarización que intentan imponer los de arriba, la clase trabajadora asoma cabeza en la coyuntura con sus propios reclamos y programa.

En ese sentido, frente a los ataques a la docencia y el ajuste, los docentes de la capital se movilizarán el próximo jueves al Ministerio de Educación para exigir mayor presupuesto para educación, para que cuando baje el pico de contagios se pueda retornar a las escuelas pero con condiciones seguras, y no como quiere Larreta que manda a los trabajadores de la educación y los alumnos a que se contagien.

En este marco de peleas entre los que están en el Poder, más que nunca hay que apoyar todas las luchas de la clase trabajadora para imponer un programa de fondo frente a la Pandemia, afectando las ganancias de los capitalistas y terminando con las políticas de ajuste para garantizar la salud, la educación y las condiciones de vida de todos los trabajadores.

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