CFK: “la más capitalista de todas”

El sábado 13 en la ciudad de Néstor Kirchner, Río Gallegos, Cristina Fernández presentó su libro Sinceramente. En esta gira por las provincias, muy lejos de Buenos Aires y sin mucho revuelo, se destacó una Cristina “en campaña” al hacerse eco de comentarios provenientes del gobierno de Macri, quienes intentaron “pegar” al kirchnerismo a ideas de izquierda y a un supuesto marxismo. Ante esos dichos, Cristina acusó al macrismo de montar una “campaña sucia” y calificó a su propio gobierno como “el más capitalista de todos”.

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Estas declaraciones, no hacen más que expresar una campaña electoral donde los dos polos con mayor expectativas de votos (Macri y Fernández), parecen pelearse por ver quién se parece más al otro en términos programáticos; quién defiende más a un sistema que, aunque muy incipientemente, comienza a ser cuestionado en todo el mundo.

 

Los tuyos, los míos… TODOS

Gracias a la relativa calma económica-social y a la garantía de la gobernabilidad por parte de la “oposición”, Macri tomó una iniciativa que se expresa en el acuerdo del Mercosur, pero también en la ofensiva ideológica contra el kirchnerismo. El gobierno de Macri ataca acusándolos de “zurdos”, mientras los F-F se limitan a defenderse, denunciando ser parte de una “campaña sucia”.

Sin lugar a dudas, esas declaraciones forman parte de un operativo del gobierno de Macri, ya que nadie que haya pasado al menos el CBC de la universidad, dudaría en que las medidas tomadas por el gobierno de Cristina o por Kicillof, hayan tenido siquiera un ápice de marxistas, y apenas sí pueden llegar a ser calificadas como keynesianas (una batería de políticas económicas para estimular el consumo, guiada por la relación más que tradicional y capitalista, de oferta-demanda).

Ahora bien, uno podría pensar que esta “campaña sucia” de hacer pasar por marxista (!) al gobierno donde los empresarios “más se la llevaron en pala” (que recompuso la tasa de ganancia capitalista y las instituciones burguesas post 2001), forma parte de los delirios de Durán Barba o de un exabrupto típico de los brutos del gobierno… pero cabe recordar que el primero en arrojar la piedra fue el flamante ¡ex funcionario del gobierno Kirchnerista!, ahora devenido candidato a vicepresidente en la fórmula con Macri: Miguel Ángel Pichetto (PJ).

A horas de ser anunciada la candidatura de Pichetto y su paso de bando político, éste salió a la carga acusando al ex ministro de economía K, Axel Kicillof, de “comunista”. Luego vinieron las asociaciones del gobierno K a Venezuela y de La Cámpora como “zurdos” y “patoteros”. Pero precisamente Pichetto jacta de zurdo, a un gobierno del cual formó parte. Habría que preguntarle a él, si de repente no sólo decidió cambiar de coalición, sino también de ideología, ya que él formó parte del armado de Néstor (poco y nada distinto al de Cristina) o si en realidad, sólo monta una campaña macartista, para diferenciarse y mostrar como totalmente opuesto (la llamada grieta), algo que finalmente, cuesta presentar como completamente distinto. De ambos lados de la grieta, se encuentran los garantes de la explotación capitalista y por eso mismo unos y otros pueden ir y venir, cambiar de principios sin problemas, como Groucho Marx, ya que ellos y los otros, con sus miles de diferencias, no son más que las partes de un TODO(s).

 

¿Qué expresa la campaña de defensa explícita al capitalismo?

Hasta ahora lo que dijimos, es que esta guerra por ver “quién es más capitalista”, es la forma que asume la “falsa polarización”. Pero sin embargo, no basta con decir eso. También habría que preguntarse ¿por qué asume ese contenido?, ¿por qué ese, con esa carga ideológica y no otra?, ¿por qué se vuelve a poner sobre la mesa la discusión sobre el comunismo vs. el capitalismo, y no en cambio entre el populismo y el republicanismo o entre los corruptos y los transparentes?

En la primer presentación de Sinceramente, CFK se encargó de decir que las palabras “izquierda” y “derecha” eran palabras caducas. Que no hay nada por fuera del capitalismo, y que de hecho no valía la pena hablar de ello, ya que era algo incuestionable y por ende innecesario de nombrar. En cambio, en esta presentación del libro en Río Gallegos, CFK se ve forzada a hablar de lo que para ella ¡ya no existía!, el marxismo, el comunismo. Por supuesto que para decir ¡yo no!, jurarle fidelidad a la clase burguesía que representa y esgrimir la defensa de su gobierno como el mejor de los capitalismos. Ahora bien, la campaña macartista montada por el macrismo, es eso, una campaña; pero con un contenido que a la sociedad le empieza interesar: cada vez más amplias franjas de la sociedad empiezan a formarse ideas sobre el sistema capitalista, sobre el marxismo, sobre el comunismo.

La caída del muro de Berlín, simbolizando la “caída del comunismo”, le dio margen a algunos ideólogos para sentenciar el fin de la historia y la lucha de clases. La burguesía y sus estados gestaron a partir de ahí,  un “realismo capitalista” como narrativa hegemónica. Una ficción sin antagonismos. Una ficción de lo existente. Y lo existente, era el capitalismo y su democracia burguesa que se presentaban como “lo único posible”/“lo único deseable”.

Ahora bien, la crisis mundial de 2008 supuso el anuncio de una crisis capitalista de carácter estructural que aún hoy el mundo no termina de saldar hasta el final. Ésta implicó un rebeliones populares que cuestionaron al sistema por izquierda y ahora el giro de las clases dominantes a gobiernos más a la derecha. La asunción de Trump, la presencia de Le Pen o Bolsonaro son signo de ello. Sin embargo, el mundo de hoy se empieza a caracterizar por su bipolaridad, ya que a toda acción, le sigue una reacción y emergen así, contratendencias.

Un ejemplo es el movimiento de mujeres internacional. El elemento más dinámico que sale a las calles en todo el mundo contra los Trump, los Bolsonaro y los Macri, por sus derechos, que como el caso argentino, son ejemplo no sólo de la lucha por el aborto legal, sino de un cuestionamiento sobre las formas (opresivas) en que las personas se relacionan en general. Otro signo, fueron los chalecos amarillos en Francia y sus métodos radicales típicos del siglo XX, que cuestionan la idea de que la política se dirime “sólo en el palacio” y toman las calles. Al mismo tiempo, en Europa comienza un nuevo levantamiento de los movimientos ecologistas, como en Inglaterra, Alemania y EE.UU, que no sólo se preocupan por el planeta, sino que hacen cargo a los gobiernos burgueses y al capitalismo con su lógica irracional, de los desastres a los que nos están llevando. Finalmente, en EE.UU, el monstruo capitalista e imperialista, surge con altisonancia figuras como las de Bernie Sanders y Ocasio Cortéz, quienes aunque sean unos simples reformistas, interpelan a toda una juventud al identificarse con la palabra “socialistas”.

Todas estas fuerzas, con sus más y sus menos, dan cuenta de una juventud que cuestiona al capitalismo, que se construye como antisistema, que está harta de estar sometida a relaciones de explotación y de opresión; quiere algo radicalmente distinto y ya no se conforma con tres puntos de más o tres puntos menos de pobreza; quieren un mundo donde no haya injusticia, ni hambre ni represión. Por eso, vuelven a aparecer las campañas macartistas contra “los rojos”, contra el marxismo, contra “los zurdos”. Aparecen palabras que hace apenas unos años nos decían que eran anacrónicas, porque por abajo se gesta una nueva generación que no se conforma y escapa a la falsa polarización. Por eso mismo, la burguesía se previene, es astuta y monta toda una ideología contra el anticapitalismo, precisamente porque su capitalismo barbárico, en ciertas franjas, cada vez cierra menos.

 

¿Quién resistirá cuando el capitalismo ataque?

Si CFK tiene que salir a defender explícitamente al capitalismo y a su gobierno como “el más capitalista de todos”, es porque hay una presión de la burguesía para ello, quien necesita gobiernos que explícitamente (tanto en los hechos como en el discurso) apliquen un capitalismo ortodoxo y de hierro que no dé lugar a las hendiduras que se empiezan a abrir en esa estructura caduca del capital. Porque son esas hendiduras (las que empiezan a mirar con simpatía a la izquierda revolucionaria, las que se empiezan a preguntar ¿cómo sería una sociedad socialistas?), precisamente las que están todos los días en las calles y las que son capaces de resistir la embestida reaccionaria y de derecha que en Argentina pretenden llevar a cabo, con la aplicación de la reforma laboral, la quita de derechos históricos y el aplastamiento de todo lo que se resista a la sumisión de los proyectos del FMI.

Macri y Fernandez-Fernandez expresan la polarización de estas elecciones, pero una polarización que aparece como una operación y a la que se le escapan pequeñas franjas que rompen con la idea posmoderna del fin de las ideologías y la reducción a lo existente, “al posibilismo” que nos venden para que nada cambie. En el extremo izquierdo aparece con cada vez más ruido una candidata como Manuela Castañeira, que “con la fuerza de la marea verde”, de referentes obreros como los de Ecocarnes que enfrentan a las patotas sindicales, y de la juventud, canta y grita: “el capitalismo no va más”.

 

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