Cárceles: Hay que desactivar la bomba de tiempo del hacinamiento

En todo el mundo, producto del hacinamiento y la falta de condiciones de higiene y salud, las cárceles se convirtieron en potenciales zonas de explosión de los brotes de la pandemia.

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La peligrosidad de la expansión del virus tras las rejas se podría haber advertido tempranamente, al menos desde en febrero, cuando 555 reclusos en China se infectaron en instalaciones en las provincias de Hubei, Shandong y Zhejiang.

Esta situación ha obligado a que varios gobiernos tomen la decisión de liberar presos para limitar de alguna manera los contagios, algunos ejemplos de esto han sido Alemania, Estados Unidos, Irán, Italia, entre muchos otros.

La pandemia desencadenó protestas de presos en otros países, como Colombia y Brasil, a veces desatando motines que terminaron con brutales represiones y muertos, como ha pasado en nuestro país.

El viernes pasado, en una protesta que duró nueve horas, reclusos del penal de Devoto se subieron al techo, quemaron colchones y exhibieron consignas, entre las cuales destacaba una bandera que decía: «nos negamos a morir en la cárcel».

Como informamos desde nuestro portal, mientras los internos protestaban en el techo y los familiares apoyaban desde afuera, la policía adesató una brutal represión en respuesta.

Esta protesta fue el puntapié de una ola de reclamos carcelarios que se extendió tanto en el área metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires como en el interior del país, con sus episodios más críticos en Mendoza, Santa Fe y Corrientes.

Según informaba Clarin: «por temor al contagio del coronavirus Covid-19, los presos mendocinos se mantienen en alerta y con evidente malestar por la negativa del gobierno provincial a otorgar detenciones domiciliarias. Más de 300 reclusos de la cárcel provincial de Boulogne Sur Mer protagonizaron anteayer una revuelta que fue contenida por la acción de unidades antidisturbios. En Mendoza hay 400 presos en condiciones de pedir el beneficio de volver a sus domicilios por pertenecer al grupo de riesgo sanitario, pero la Justicia aprobó menos de 50 salidas.»

En Santa Fe, anteayer hubo una ola de huelgas de hambre para reclamar a la justicia salidas transitorias, detenciones domiciliarias y excarcelaciones. También se iniciaron huelgas de hambre en la Unidad 6 de Rawson.

Los abogados de reclusos en distintas provincias ya iniciaron trámites de Habeas Corpus, solicitando excarcelaciones, muchas de las cuales han sido aceptadas por las autoridades.

Expertos internacionales en materia de detención de la ONU y la Organización Mundial de la Salud, así como activistas de derechos humanos han instado a los gobiernos a que se apresuren a reducir sus poblaciones de prisioneros.

Según trascendió en medios internacionales: «Al menos 125 países tienen poblaciones de prisioneros que superan las capacidades de sus sistemas correccionales, incluidos 20 que tienen más del doble de los reclusos que pueden albergar, según el Informe Mundial sobre Prisiones, una base de datos del Instituto de Investigación de Política Criminal de la Universidad de Londres.»

En nuestro país, trascendió sobre las últimas horas que, mientras las plazas en las cárceles están en el orden de las 24.000, los internos suman 50.000. Lo que significa una extrema sobrepoblación del 110%.

A pesar de los cacareos de los reaccionarios, el problema de un brote masivo del covid-19 en las cárceles plantea un gravísimo problema sanitario para el conjunto de la población. Además del trato humanitario que se debe tener con los reclusos, la propagación del virus por hacinamiento puede desembocar en contagios masivos, no sólo en los prisioneros, sino a través de la gente que entra y sale de las cárceles, tanto el personal penitenciario como las visitas.

Es necesario llevar adelante una política que tienda a descongestionar, de manera urgente el hacinamiento en los penales. Se debe avanzar en prisión domiciliaria a los delitos menores que no impliquen un peligro para la sociedad (hurtos, tenencia de drogas que no impliquen narcotráfico internacional, evasión impositiva, etc). Se debe liberar asimismo, a los acusados de este tipo de delitos que estén presos de manera preventiva.

Los acusados de delitos de lesa-humanidad, así como los violadores, abusadores y femicidas deben permanecer entre rejas.

Los presos que sean liberados deben ser controlados mediante organismos administrativos pertinentes, así como garantizarse de la misma forma el cumplimiento de las domiciliarias.

A su vez, las instalaciones penitenciarias deben dejar de ser un órgano de tortura hacia los sectores pobres de la población, para pasar a tener una función productiva y de reinserción social hacia quienes hayan cometido delitos menores, con instalaciones habitacionales adecuadas y un trato humanitario hacia los reclusos.

La liberación de plazas en los penales es la única vía para descomprimir el hacinamiento y  evitar la «bomba de tiempo» de brotes masivos por hacinamiento.

1 COMENTARIO

  1. Basta de pensamiento peronista en la izquierda revolucionaria. Exijir los elementos de higiene para los recluidos es lo correcto, liberar presos condenados a la buena de quién sea y que las barriadas se arreglen como ya está pasando con liberados por secuestro extorsivo no es la solución. Se necesita más análisis socialista revolucionario y menos peronismo.

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