Lejos de estar de la vereda de en frente a la ‘casta’, el primer sector en tomar la posta de los aumentos millonarios fue el propio oficialismo. Y no se trata de funcionarios menores, sino nada menos que de la mano derecha del presidente.
El ajuste al Estado es real, pero evidentemente no cuenta para el gabinete de Milei. Mientras que cuando asumió redujo fuertemente la cantidad de ministerios, a tan sólo cuatro meses subió a tres funcionarios de su mayor confianza a rango ministerial, lo que les garantiza salarios de varios millones por encima de lo que venían percibiendo.
Karina Milei, como secretaria general de la presidencia, tendrá ahora rango ministerial, al igual que el Secretario de Prensa y que el vocero presidencial, Manuel Adorni, que fue ascendido a «secretario de Estado». Se trata de una decisión 100% de Javier Milei y su círculo de poder más íntimo. Para ellos no hay ajuste, pero para los jubilados y los trabajadores sí.
Quienes no se quisieron quedar atrás y se subieron a la ola de «salariazos» fueron los senadores, que votaron de manera exprés y sobre tablas un aumento que lleva sus sueldos de 2 a 6 millones de pesos, aproximadamente.
El hecho abrió gran polémica porque hubieron versiones cruzadas, con el oficialismo intentando despegarse del hecho y queriendo instalar la idea de que «sólo el bloque de LLA se opuso al aumento». Rápidamente se comprobó que era otra mentira, ya que todos los bloques firmaron en conformidad de que se realice dicha votación, incluido el jefe del bloque de LLA. La presidenta de la cámara, la vicepresidenta Victoria Villarruel, señaló que ella «no podía hacer nada» y que el aumento «era perfectamente legal».
La realidad es que todos los bloques de senadores se posicionaron a favor, desde los «libertarios» y el Pro hasta los radicales, el peronismo federal y el kirchnerismo, quienes defendieron los aumentos.
El fallido intento del oficialismo de querer despegarse del hecho, sumado a los escandalosos aumentos firmados y ordenados por el propio Milei, pegan justo en el corazón de su falso e hipócrita discurso contra la «casta».
Pero, además, general una bronca especialmente en este contexto en donde la clase trabajadora está sufriendo una licuación terrible de sus ingresos, mientras el gobierno impone un techo salarial, deja correr la inflación y la desregulación económica (que incluso los llevó al absurdo de tener que volver a intervenir en el precio de las prepagas, luego de ser ellos mismos quienes lo desregularon), al mismo tiempo que ejecuta un vaciamiento criminal del Estado, en la salud, la educación, la universidad pública y otras prestaciones sociales.
La tan mentada «casta política» es la consecuencia natural de una sociedad profundamente desigual, organizada para garantizar los negocios de los capitalistas, quienes necesitan de su propio personal político que le sea afín. Los funcionarios privilegiados y la enorme burocracia estatal es el producto más original y propio del capitalismo que defiende a ultranza Milei, lejos de ser, por el contrario, «comunismo» o «socialismo», como cree estúpidamente el presidente.
Mientras llama a los empresarios evasores «héroes», Milei se garantiza sueldos millonarios para él y sus allegados, mientras somete al pueblo al más cruel de los ajustes.