Las repercusiones a pocos días de las manifestaciones golpistas convocadas por Jair Bolsonaro no podrían ser más singulares. Es que parece confirmarse que a la cruzada golpista terminó en un papelón. Al presidente neofascista y genocida no le dio la fuerza para imponerse.
Su aislamiento en el aparato del Estado quedó de manifiesto luego de que en la tarde de ayer publicara la nota titulada «Declaración a la Nación». Se trata de un documento de diez puntos en donde, en resumidas cuentas, bajó abruptamente el tono expresando un poco creíble respeto por los demás poderes y la «democracia». Se disculpó diciendo que «sus palabras fueron producto del fragor del momento». Un «fragor» que duró varios días, una emoción del «momento» por la que convocó a movilizarse a su base social en Brasilia.
La nota habría sido redactada bajo la estricta supervisión del ex presidente Michel Temer, quien viajó especialmente desde San Pablo para reunirse ayer con Bolsonaro. Temer fue convocado como intermediario e hizo que, antes de la publicación, el ex militar a cargo del ejecutivo hable por teléfono con el ministro del STF, Alexandre Moraes, para disculparse.
«En el instante en que el país se encuentra dividido entre las instituciones es mi deber, como Presidente de la República, dirigirme al público para decir» y esto es lo más llamativo de la nota, el punto uno donde declara «Nunca tuve ninguna intención de agredir a cualquiera de los Poderes». En otros puntos en un tono muy calmo y diplomático enfatizó que «la democracia es eso: Ejecutivo, Legislativo y Poder Judicial trabajando juntos en favor del pueblo»
Negando todos sus dichos y acciones anteriores, además, resaltó «siempre estuve dispuesto a mantener diálogo permanente con los demás Poderes por el mantenimiento de la armonía e independencia entre ellos». Esto parece una verdadera declaración de derrota, al menos parcial, frente a su intento del día martes 7.
En sus discursos -tanto en Brasilia y horas después en San Pablo- frente a su base de golpistas Bolsonaro había llamado a no acatar las decisiones del STF. Al respecto había vuelto a denunciar que es víctima de una persecución política, al igual que miembros de su entorno y seguidores, por parte del máximo órgano del poder judicial.
Alexandre Moraes, miembro del TSF, venía siendo uno de los principales blancos de las provocaciones del ex militar ya que tiene a su cargo las investigaciones sobre los actos antidemocráticos de los que participó el año pasado y por la difusión de «fake news».
Este recule bochornoso parece ser el reconocimiento de que las condiciones y apoyo para la vía del autogolpe no estaban dadas. Incluso el sector de camioneros que venía paralizando su actividad en al menos 15 estados a favor de una intervención militar con «Bolsonaro en el poder» fue levantada casi en su totalidad en las últimas horas.
Al respecto, el presidente del STF, Luiz Fux, se pronunció este miércoles contra las declaraciones de Bolsonaro. Y le advirtió que incumplir las decisiones judiciales del magistrado Alexandre de Moraes configura un «crimen de responsabilidad», y enfatizó en que:
«Si el desacato a las decisiones judiciales se produce por iniciativa del titular de alguno de los Poderes, esta actitud, además de representar un atentado a la democracia, constituye un delito de responsabilidad, que debe ser analizado por el Parlamento Nacional». Finalmente, declaró que «nadie cerrará este Tribunal. Lo mantendremos en pie, con sudor y perseverancia».
El clima de crisis institucional tuvo una escalada que parece hizo encender alarmas entre la clase dominante y los representantes del régimen político. La aventura bolsonarista era ir demasiado lejos.
Desde ya que no todos confían en este cambio abrupto de posición por parte del mandatario genocida y neofascista, quien hace días estaba dispuesto a ir por todo. Muchos señalan que parte del recule está ligado a que el próximo viernes 14 tendrá lugar la audiencia donde el TSF va a decidir si el senador e hijo del presidente, Flávio Bolsonaro, (Patriota-RJ) tiene derecho a ser juzgado por un fuero especial por una causa en la que está acusado.
No está de más señalar que la única vía por la que se va a derrotar categóricamente a la política y avanzada general de Bolsonaro y su base social reaccionaria es con la más amplia y masiva movilización popular. No se puede confiar en que por arriba resuelvan una crisis que está lejos de saldarse en lo inmediato.
Cómo no desconfiar cuando tratan de calmar las aguas frente a la escalada de la crisis aquellos que impulsaron las maniobras reaccionarias y contrarreformas que le abrieron paso a este escenario. Hoy asistimos al actuación de arrepentido del golpista llorón y ridículo que se excusa por dejarse llevar por «el fragor del momento».