Artículo escrito antes de las elecciones
“El MAS siempre tiene un voto escondido. En 2014, cuando ganamos con el 63%, en el mejor de los pronósticos, las encuestas nos daban entre un 49% y 51%, y una votación un 10% más alta apareció. Lo mismo pasó en 2009. Hay un voto escondido del MAS que viene no sólo de las áreas rurales remotas, donde ningún encuestador llega y donde el apoyo al presidente es mayoritario, sino también de la propias encuestas urbanas, donde las personas no expresan necesariamente sus pensamientos al encuestador.” Entrevista a García Linera para La Razón, Bolivia.
Evo Morales y García Linera están en el poder desde 2006. El primero como presidente y el segundo como vicepresidente. Son más de 13 años de gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia. El país que linda en su frontera con Brasil, Paraguay, Argentina, Chile y Perú obtuvo algunas conquistas democráticas con ese partido y avanzó en la representación indígena en el Parlamento manteniendo, claro está, el capitalismo. Entretanto, el desafío de seguir administrando el territorio andino tiene una nueva fecha marcada: las elecciones del 20 de octubre pueden definir la continuidad por 5 años del MAS, contabilizando 18 años en el poder, o puede cambiar la perspectiva política eligiendo a Carlos Mesa que ha colocado como uno de sus puntos principales reestablecer la relación con los Estados Unidos.
Las encuestas electorales revelan que Evo Morales está en primer lugar y el candidato de Comunidad Ciudadana (CC) y ex-presidente, Carlos Mesa, sigue segundo. Los datos reflejan que el país se encuentra polarizado entre estas dos opciones. Es decir, entre el gobierno del MAS subproducto indirecto de la rebelión popular de comienzos del siglo y Carlos Mesa, que aunque encabeza un partido electoral con un rimbombante nombre izquierdista (típica tradición boliviana), marcaria una inflexión hacia la derecha en el país andino.
La base del MAS está más concentrada en las zonas rurales, o sea, recoge los votos de la población más pobre y / o originaria incluso urbana (caso de El Alto). Mesa, tiene una presencia más importante en las ciudades y entre la clase media.
Uno de los factores que llevan a la adhesión a la política del gobierno entre los sectores populares son las concesiones hechas por el gobierno masista a los sectores más pobres sobre la base de los beneficiosos precios de las materias primas gozados durante varios años; también por la estatización del gas en boca pozo que le dio un respiro económico a su gobierno (aunque no haya tocado realmente ni uno solo de los fundamentos del capitalismo boliviano).
El día 8 de octubre salió un dato sobre la disminución de los índices de pobreza. De acuerdo con el Ministerio de Economía y Finanzas de Bolivia, la pobreza extrema cayó del 38,5% en 2005 al 15,2% en 2018. Por otro lado, la pobreza moderada bajó de 60,6% a 34,6% en esos mismos años. En un comunicado oficial, divulgado por la prensa, el Ministerio habló de que “con esos datos, el país presenta el nivel más bajo desde que ese indicador se ha registrado, además de eso, el país se posiciona como la economía con mayor reducción de la pobreza extrema en América del Sur” señalando que parte de la base social del partido del gobierno viene de las capas más empobrecidas.
En cualquier caso, nada de esto hubiera ocurrido si no hubiera estado la rebelión popular del 2003 como base de todos los desarrollos; rebelión popular que el gobierno del MAS se ocupó de reabsorber para que no tuviera un curso anticapitalista.
Los trascendidos apuntan a que Evo Morales tendría que ir a segunda vuelta y que la única manera de sacarlo del poder sería la unión de la derecha en un frente común, algo que podría ocurrir de pasar Mesa a segunda vuelta.
No se temen cambios radicales como para virar de rumbo sabiendo que la economía está estable y los grupos económicos apostaron a Morales. La alianza que el gobierno entabló con China estableció acuerdos económicos y tecnológicos que sacaron a Bolivia del panorama que tiñe la situación continental. El país está teniendo un crecimiento de 4 y 5% anual en los últimos años, aunque, de todas maneras, las inercias acumuladas en materia económica se vienen haciendo presentes aumentando el endeudamiento nacional y reduciéndose las reservas internacionales en dólares.
Por lo demás, Carlos Mesa se ha hecho fuerte con el argumento “democrático” de que Morales desconoció el referéndum que prohibía la reelección y que su continuidad configuraría la emergencia de una “dictadura” en el país andino.
La segunda vuelta está prevista para diciembre. La derecha tiene 8 candidatos a jefe de gobierno. El vicepresidente García Linera afirmó en una entrevista que no tienen una alternativa real para competir con el Movimiento al Socialismo: “su error de fondo es no tener elaborado un proyecto alternativo de organización del Estado, de la economía y de la sociedad, que despierten entusiasmo y adhesión para enfrentarnos. Ellos se dedicaron a poner trabas en el proyecto del MAS”, declaró.
En cualquier caso, repetimos, el gobierno del MAS acumula inercias que se agigantaran inevitablemente ante la proximidad de la crisis económica mundial que luce en el horizonte.
El neoliberalismo representado por Carlos Mesa
Quien puede tener chances de sacar a Evo Morales del poder es el ex presidente Carlos Mesa, quien renunció en 2005 a causa de la inestabilidad política y social, pero sin embargo goza de alto prestigio en Bolivia. Mesa renunció como consecuencia de las políticas neoliberales que azotaron al país en los 90. Fue con la Guerra del agua (2000) que la crisis boliviana se inició: el aumento del 100% por la utilización del agua, que provocó conflictos hasta por el intento del cobro del agua de lluvia a los campesinos. La empresa transnacional Aguas del Tunari, filial del grupo norteamericano Betchel, tuvo que irse de Bolivia después del episodio, abriendo así una serie de rebeliones populares. Las movilizaciones de casi un mes causaron la dimisión del entonces presidente González Sánchez Losada. Mesa, que era su vicepresidente, asumió el poder en esas circunstancias.
La inestabilidad continuó porque los problemas básicos no fueron resueltos. No solo el gobierno de turno dimitió, sino que toda la élite política desapareció en ese momento. En ese período los partidos burgueses tradicionales quedaron totalmente desprestigiados y sus sedes destruidas. Por ejemplo, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), partido tradicional burgués que fue hegemónico desde los años 50 hasta el 2003, saca actualmente apenas el 1%.
En todos estos últimos años Mesa actuó como comentarista político y cumplió un papel como historiador en el juicio internacional por una salida al mar, disputa que Bolivia tiene con Chile. Los argumentos del ex presidente despertaron el sentimiento nacionalista. Entretanto, no fue aprobada en la Corte Internacional de Justicia de la Haya (Holanda) la propuesta de una Bolivia con mar.
Carlos Mesa es, en cierto modo, un representante light del neoliberalismo aunque, al mismo tiempo y como hemos dicho, el gobierno del MAS se ha cuidado de tocar cualquier fundamento del capitalismo andino. Esa discusión es parte de los spots electorales que el Movimiento al Socialismo hace circular en los medios y en internet acusándolo a Mesa de parecidos con Macri. Sabiendo que Argentina posee una concentración importante de inmigrantes bolivianos trabajando, el MAS no pierde la oportunidad de ganar algunos votos en el extranjero. Aníbal Fernández candidato a la presidencia en Argentina, elogia la estabilidad vivida en estos tiempos por Bolivia. No se puede hablar lo mismo del país que Alberto está por gobernar: la Argentina siguió los pasos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y las consecuencias son parecidas a las que tienen lugar en Ecuador, donde la crisis económica se intensificó.
¿Hasta dónde llegan las pretensiones del MAS?
El Movimiento al Socialismo consiguió mantenerse en el poder traspasando la onda reaccionaria que cubrió América Latina. Obviamente, el MAS se alineó con la burguesía para tener estabilidad política. Recordemos que Evo Morales fue a Brasil en la asunción de Bolsonaro, participó de la ceremonia y, como forma de agradar al capitán reformado, le entregó al activista italiano Cesare Battisti acusado de terrorismo. En resumen, el partido de Evo Morales fue de “izquierda” a derecha, abarcando todo el espectro político dejando poco margen para alternativas.
Hoy los vientos pueden dar otra sintonía al debate electoral con las rebeliones populares en Ecuador, Hong Kong, Chile o con las manifestaciones de los Chalecos Amarillos en Francia. Una serie de rebeliones que están contra la ola reaccionaria, la cual tiene como propósito cortar libertades democráticas e imponer el ajuste fiscal como política, propuesta que encabeza el FMI.
En Bolivia, las pretensiones del partido de gobierno traspasan los objetivos presidenciales. Evo quiere obtener los 2/3 del poder legislativo. Con el objetivo de completar su cuota de poder y volverse hegemónico en el país, el líder indígena quiere más representantes del MAS en la Asamblea Legislativa y en el Senado. El vicepresidente García Linera dice “no es saludable democráticamente que se tenga un presidente con alta votación, pero tampoco un parlamento de oposición. Así, el no gobernará y, más temprano que tarde, uno liquidará al otro. El país estará bloqueado políticamente, la economía, sus instituciones y habrá una serie de catástrofes que acompañen esa crisis institucional. Queremos ser gobierno y pedimos que el pueblo nos de la mayoría parlamentaria, para ser un buen gobierno.”
Por una salida independiente de los trabajadores
En ese escenario, es necesario pensar en un programa político que revele el verdadero rostro del “reformismo sin reformas” de Evo, evidenciando que las mínimas reformas del gobierno son paliativas y no resuelven los problemas de raíz. Además de eso, que muestre que Morales se adaptó a la coyuntura mundial haciendo una alianza con la burguesía y sometiéndose al imperialismo chino. Es necesario plantear una alternativa de izquierda tanto frente al masismo como ante la derecha reaccionaria y racista.
Las organizaciones sindicales de izquierda escriben millares de páginas sobre la formación de un “partido de los trabajadores” que tenga como objetivo levantar las consignas populares y presentarse como opción al MAS. Entretanto, las direcciones de la Central Obrera Boliviana (COB) fueron captadas por el partido de Evo. Lo que parecía un avance democrático por izquierda siguió el camino de las políticas reformistas del gobierno y termino fortaleciendo las trincheras electorales del líder indígena. Otro elemento decisivo para que no hubiera la formación de un frente de la izquierda, es la política ultra izquierdista del Partido Obrera Revolucionario (POR), que se niega a participar de las elecciones.
Lamentablemente los trabajadores, las mujeres y la juventud boliviana no tienen una alternativa representativa que pueda dar una salida independiente y revolucionaria a los problemas sociales y políticos del país. El MAS se niega a resolver los problemas estructurales de Bolivia por una vía anticapitalista. En estas circunstancias, llamamos al voto nulo en las elecciones del día 20 de octubre. Ni Evo, ni Carlos Mesa con su política neoliberal, ni la derecha fascista. Es urgente la formación de una alternativa revolucionaria que de verdadera voz a los trabajadores.