
A comienzos de esta semana, el femicidio de la joven de 18 años en Rojas conmovió al país. Sin embargo, no faltaron las nefastas reacciones del Presto que, como consecuencia de las denuncias que le hicieron, le bloquearon la cuenta de Twitter.
Eduardo Prestofilippo es un periodista cordobés de la línea liberal y director del portal Data 24, reconocido por haber participado de las marchas anti cuarentena del año pasado. Su portal, sus videos en Youtube y su contenido en otras redes sociales, se dedican a hacer agitación conservadora y de derecha. Tal es así que tras el terrible femicidio de Úrsula Bahillo, twitteó que “Seguro que sí Úrsula le hablaba con E a su asesino, se salvaba…”, y en otra publicación: “Úrsula le tendría que haber cantado (con un ukelele) una canción anticapitalista y antipatriarcal a su asesino. Eso seguro la salvaba”.
Me alegra que haya jóvenes comunicadores que se animan a hablar y a manifestar sus ideas, sin ser políticamente correctos. La diversidad y el libre pensamiento hacen crecer a la democracia pic.twitter.com/WLG0OEujqT
— Patricia Bullrich (@PatoBullrich) February 10, 2021
Mientras terminaba de apretar el botón celeste para publicar en Twitter, quien lo felicitaba en sus redes sociales y lo recibía en su oficina, fue la ex Ministra de Seguridad Patricia Bullrich. “Me alegra que haya jóvenes comunicadores que se animan a hablar y a manifestar sus ideas, sin ser políticamente correctos. La diversidad y el libre pensamiento hacen crecer a la democracia”, comentaba. ¿De diversidad y libre pensamiento habla la represora responsable de la desaparición forzada seguida de muerte de Santiago Maldonado? Bueno, es que entre fascistas se entienden.

El bloqueo de las cuentas es completamente justificado, no podemos permitir que personajes como este viertan su veneno impunemente con su odio hacia las mujeres, los trabajadores y los sectores populares. La línea que bajan este tipo de personajes atacando al feminismo es inaceptable en un país donde todos los días muere una mujer víctima de femicidio, mientras las comisarías y el Estado miran para otro lado.