
«¿Cuánta gente va a marchar? ¿30.000 personas? No existe» había sentenciado con sorna la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, autora del flamante protocolo anti piquetes que intenta criminalizar la protesta social. La declaración era un intento más por parte del gobierno para ningunear la convocatoria y desacreditar su legitimidad.
Pero la pedantería represiva de Bullrich y compañía quedó desacreditada ante la imagen que recorrió el país durante el últimos miércoles. Cientos de miles de trabajadores recorrieron las calles de la Capital y de las grandes ciudades del Interior para rechazar el paquete de contrarreformas presentado por Javier Milei.
Una jornada masiva contra Milei
La CGT estimó que participaron 1 millón y medio de personas en todo el país, 600.000 de ellas en la movilización que se realizó en el Congreso Nacional. Según la CGT, además, el acatamiento al paro llegó al 80% y comprendió a unos cinco millones de trabajadores.
Las cifras manejadas por los ministerios son simplemente irrisorias, diez veces menores a la mayor central sindical. Para continuar con la estrategia del ninguneo, la Policía Federal estimó que se trataba de sólo 40.000. La Policía de la Ciudad, por su lado, dijo que eran 80.000. No hace falta más que ver las imágenes de la jornada del 24 para demostrar que la cantidad de trabajadores presentes excedía exponencialmente las decenas de miles.
La ancha Avenida de Mayo quedó anegada por miles de manifestantes, que cortaron de hecho el tránsito durante casi 5 horas. Lo mismo sucedió con las calles circundantes, así como con la 9 de julio (territorio sagrado para el protocolo del gobierno), Corrientes y otras vías de acceso del microcentro porteño. Claramente no alcanza con 40.000 personas para saturar las arterias de la Capital de esa manera.

La jornada fue, además de masiva, amplia y multisectorial. Hubo una presencia central de sectores pesados de la clase trabajadora sindicalizada como la UOM, Camioneros, la UOCRA, Luz y Fuerza, el SMATA, los gremios del transporte, del comercio y de los sectores estatales e industriales nucleados en las CTA. A esto se sumaron una importante convocatoria de otros sectores como los movimientos sociales y la izquierda, así como de sectores precarizados e incluso algunos que comenzaron a organizarse casi desde cero con motivo de los ataques plasmados en el DNU y la Ley Ómnibus. Es el caso de las asambleas autoconvocadas de los trabajadores de la Cultura.
Las marchas recorrieron el país
Otro tanto sucedió en el Interior del país, donde las movilizaciones se replicaron en casi todas las grandes ciudades.
El Norte del país mostró nutridas columnas. En Salta capital se movilizaron 10.000 personas y hubo grandes marchas también en Tucumán y La Rioja. Jujuy, que viene de atravesar fuertes movilizaciones contra las reformas de Morales el último año, tuvo una fuerte convocatoria en la su capital provincial.

En Córdoba (una de las regiones con mayor apoyo electoral al mileidismo) la movilización fue nutrida, con la confluencia de las columnas de las dos CGT cordobesas con los movimientos sociales y la izquierda.

En la Provincia de Buenos Aires hubo varios puntos de concentración. Mar del Plata fue testigo de una movilización significativamente grande y el paro tuvo acatamiento real incluso en gremios como Comercio y Gastronomía, en plena temporada. En otras localidades de la costa atlántica, como Villa Gesell, las movilizaciones se replicaron incluso en la playa, donde muchos trabajadores que se encontraban de vacaciones hicieron oír el rechazo a las medidas de Milei espontáneamente, con los mismos cantos que se entonaron en los últimos cacerolazos.

En la Patagonia también hubo movilizaciones. La Plaza central de Bariloche, frente al lago Nahuel Huapi, quedó colmada de manifestantes. Hubo gran presencia de los trabajadores estatales, uno de los sectores más atacados por Milei. Lo propio sucedió en la ciudad más austral del país, Ushuaia. Allí se hizo escuchar el reclamo contra los tarifazos en servicios y, sobre todo, la intención por parte del gobierno de eliminar las zonas frías, que sería un duro golpe para el bolsillo de los trabajadores del sur del país. Miles más se congregaron en Río Gallegos (Santa Cruz), Neuquén y Viedma (Chubut).



En Santa Fé el paro se hizo sentir fuertemente. Sobre todo en Rosario, con una gran concentración en el Monumento a la Bandera, así como con réplicas en localidades del Gran Rosario como San Lorenzo, Villa Gobernador Gálvez, Villa Constitución y Casilda.

También en Paraná, Entre Ríos hubo grandes columnas y alto acatamiento del paro. La jornada tuvo repeticiones en Concordia, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay. Posadas, Misiones y Corrientes fue otros puntos de concentración y movilización en el litoral.


En la región de Cuyo se registraron fuertes movilizaciones, sobre todo en la ciudad de San Juan, pero también en Mendoza.

El impacto del primer paro contra Milei
El paro y movilización del 24 constituyeron el mayor evento masivo del movimiento obrero argentino de los últimos 7 años. Hay que remontarse a las jornadas de diciembre de 2017, en rechazo a la reforma jubilatoria de Macri, para encontrar otro ejemplo de movilizaciones masivas de trabajadores.
No es difícil encontrar explicaciones a la masividad de la movilización del 24. La magnitud del paquete de contrarreformas de Javier Milei es tal que no podía esperarse que pasaran sin expresiones de descontento social. De no ser así, el gobierno no se habría molestado en crear tal cosa como el nuevo protocolo antipiquetes.
También es evidente que el paro y movilización del 24 (más allá de los estrechos límites puestos a la convocatoria por la burocracia cegetista) de alguna forma abrió el dique para un descontento que llevaba años acumulándose en la sociedad por la debacle inflacionaria y la política de decadencia progresiva de los últimos años.
Y por más que el gobierno pretenda posar de desentendido ante la movilización social (hacerse el ciego), el rechazo masivo a las medidas anunciadas en este corto mes de gobierno quedó plantado en la escena política en el paso de pocas horas. Las pequeñas malas noticias recibidas por Milei en la tarde del miércoles (una aparentemente mayor incertidumbre en el Congreso y un nuevo revés judicial parcial contra el DNU) son una muestra de ese nuevo elemento. Los alcances dependerán, justamente, de su eventual continuidad y crecimiento.