“Si el Materialismo no se plantea la tarea de conocer las principales obras de Hegel, interpretarlas de manera materialista, y no pone en ejecución sistemáticamente esta tarea, jamás será un Materialismo militante.”
(Lenin)
En 1915, en sus cuadernos sobre las Lecciones de Historia de la Filosofía de Hegel,[1] recordemos que Lenin ya se había apropiado anteriormente de la Gran Lógica, se puede constatar lo que parece ser otro momento de condensación teórica en su reconstrucción de la Dialéctica. Lenin intenta re-escribir en forma más clara y precisa, “sin el misticismo del Idealismo”, un fragmento en el cual Hegel describe el concepto antiguo de Dialéctica de la Escuela eleática: “La Dialéctica en general es el puro movimiento del pensamiento en los conceptos… los conceptos humanos no son fijos, sino que están eternamente en movimiento, pasan uno al otro, fluyen uno hacía el otro, o de lo contrario no reflejan la vida viviente.” En particular —continuará Lenin— “la Dialéctica es el estudio de la oposición de la Cosa en-sí, de la Esencia, del Sustrato, la Sustancia —con el Fenómeno, con el Ser-para-otros”. La Dialéctica propiamente dicha será entonces “revelar en la esencia misma de los objetos la contradicción que dicha esencia tiene en sí misma.” Agrega de manera admirativa en un comentario: “¡Hegel contra lo absoluto! He aquí el germen del Materialismo dialéctico”.[2] Anteriormente Lenin había destacado que “el Materialismo histórico como una de las aplicaciones y desarrollos de las ideas geniales —simientes existentes en embrión en Hegel” y que incluso Hegel “ADIVINÓ genialmente la Dialéctica de las cosas (de los fenómenos, del mundo, de la NATURALEZA) en la Dialéctica de los conceptos.”[3]
Llegado a este punto Lenin intenta una síntesis, que en sus manuscritos lleva como rúbrica “Sobre el problema de la Dialéctica”, texto que queda inconcluso, recién se hará público en ruso en 1925. Es un concentrado resumen de todas las adquisiciones teóricas de sus lecturas entre 1914 y 1915, un puerto de llegada momentáneo y un posible punto de inicio de un proyectado libro sobre la Dialéctica materialista jamás concretado. En toda la enorme extensión de su Nachlass filosófico, son las únicas cinco páginas de narrativa continua sobre el tema. Este Lenin que nos encontramos exponiendo la Dialéctica ya no es el materialista esquemático e ingenuo de 1908, es un Lenin inquieto y autocrítico, intentando desembarazarse y romper el cordón umbilical con el marco segundointernacionalista, con la mezcla de Darwinismo, Evolucionismo y Monismo materialista a lá Spinoza de Kautsky y Plejánov, con su propio Marxismo “tártaro”, con el “Marx mal comprendido”. Sigue puliendo su determinación final de la Dialéctica, define su esencia, su principal característica o rasgo, como “la división de un todo único y el conocimiento de sus partes contradictorias”; además critica la inadecuación filosófica de su antiguo maestro, el admirado Plejánov, e incluso su confusión terminológica con respecto a Hegel. Lenin ya no tiene dudas: “La Dialéctica es la Teoría del Conocimiento (de Hegel y) del Marxismo. Y esa es la esencia del problema a los que los marxistas no le prestaron ninguna atención.” La Doctrina de la unidad de los opuestos es puesta por Lenin no solo como núcleo racional y vital, sino como elemento superior y hegemónico. Este es quizá el rasgo más decisivo y notable de su extensas lecturas de Hegel.[4]
Llegado a este punto podemos hacer un balance parcial y no totalmente exhaustivo de la presencia de Hegel en Lenin, y del intento de Umkehrung para la apropiación materialista de la Lógica hegeliana. Podemos intentar deducir los motivos centrales de este esfuerzo filosófico, que no es otro que intentar la reconstrucción de un Marx integral frente a una crisis terminal del paradigma segundointernacionalista. Un crisis que atravesaba, qué dudas quedan, al propio Ulianov. ¿Había logrado Lenin en primer lugar entender en toda su complejidad la Dialéctica y el proceso de inversión materialista? ¿Pudo superar en este caso el momento táctico filosófico y establecer el fundamento de un nuevo inicio? ¿Llegó a retraducir esta nueva apropiación de Hegel (y de Marx) a la praxis política y a la teoría de la organización? Son preguntas que excederían el marco de este ensayo pero de las cuales podemos trazar indicios y tendencias a modo de anticipo.
Breve balance provisional: 1) En la lucha contra el Marx incomprendido o mutilado, del revisionismo en general y del empiriocriticismo en particular, Lenin pudo reconstruir su propio Hintergrund marxista a traves de una nueva réplica de la Umkehrung, de la inversión de Hegel realizada por Engels y Marx; 2) el interés filosófico de Lenin por Hegel era completamente diferente al de Engels o Marx, aunque su obra seguía siendo un arma formidable, tanto en lo filosófico como en lo metapolítico, para enfrentarse al Neokantismo y al Machismo (como puede comprobarse en el Nachlass de Lenin, notas y marginalias de la época), además de renovada fuente para comprender el Materialismo “militante” en el Comunismo crítico;[5] 3) Lenin modifica sustancialmente su idea de la praxis, dejando caer el peso de la interpretación y valoración más sobre la Dialéctica subjetiva que sobre la objetiva; se insinúa una temeraria reducción de la praxis a la “partidariedad” y una relación necesaria entre “partidariedad” y objetividad. Lenin dixit: “Debemos comprender que cuando una persona de partido ha llegado a la convicción de que determinada doctrina es particularmente falsa y nociva, tienen la obligación de atacarla.”[6] 4) el caracter totalizante de la conciencia de clase era la otra cara del Partiinost en filosofía; también vinculaba la propia conexión entre realidad y apariencia, entre contenido y forma; la praxis política partidista sería la praxis más consciente y unificadora (incluso en el caso de la Historia y la Ciencia), una necesidad histórica insoslayable pero no una estructura óntica; la idea de autoconciencia se estrecha hasta límites peligrosos; 5) es evidente que el Marxismo maduro de Lenin, el post 1914, cuyas conclusiones eran escandalosas hasta para el propio ámbito cultural bolchevique, se configuró sobre una ambigüedad político-filosófica: Lenin no terminó de renegar ni de subsumir su “Marx mal comprendido” en su nueva perspectiva hegelo-marxista; prueba concreta de ello es que vuelve a re-editar su obra Materialismo y Empiriocriticismo en 1920, con un prólogo en el cual advertía al lector, no de sus limitaciones en cuanto a la comprensión de la Dialéctica o del propio Marx, sino reafirmando el valor de la obra “que ayuda a conocer la filosofía del Marxismo, el Materialismo dialéctico”. Pero muy poco después, en 1922, en el famoso texto sobre el Materialismo militante, sintomáticamente Lenin vuelve a destacar la Dialéctica y el papel crítico que juega en el Marxismo la Umkehrung de Hegel. Ya es el principio del fin para Lenin; pero en marzo de ese año logra escribir un ensayo revelador: “Significación del Materialismo militante”, título-homenaje a su maestro Plejánov,[7] para la ambiciosa revista teórica mensual: Bajo la bandera del Marxismo.[8] En él afirma que “afortunadamente las tendencias principales del pensamiento social avanzado de Rusia tienen una sólida tradición materialista. Sin mencionar a Plejánov, bastará nombrar a Chernishevsky”. Más adelante Lenin afirmaba que “sin un sólido fundamento filosófico… ningún Materialismo puede soportar la lucha contra la ofensiva de las ideas burguesas, contra la restauración de la concepción burguesa del Mundo”, por lo que propone al comité editorial de la revista, “organizar el estudio sistemático de la Dialéctica de Hegel desde el punto de vista materialista, o sea: de la Dialéctica que Marx aplicó prácticamente en El Capital y en sus trabajos históricos y políticos.” Lenin concluye diciendo que “basándose en el modo como Marx aplicaba la Dialéctica de Hegel, concebida de manera materialista, podemos y debemos desarrollar esta Dialéctica en todos sus aspectos, publicar en la revista fragmentos de las principales obras de Hegel, interpretarlas de un ‘modo materialista’, comentándolas con ejemplos de la aplicación de la Dialéctica por Marx.” Y como colofón final sugiere al grupo de redactores y colaboradores que la revista se constituya en una suerte de… ¡“Sociedad de amigos materialistas de la Dialéctica hegeliana”!. Lenin consideraba que “sin plantearse semejante tarea y sin cumplirla sistemáticamente, el materialismo no puede ser materialismo combativo”.
El artículo es sintomático, advierte de la posibilidad de una silenciosa “restauración burguesa” en la teoría: la exhortación de Lenin es contemporánea a su reflexión práctica sobre la exigencia de normas más severas para el ingreso al partido, además de señalar el deficiente nivel de los militantes, previa al XIº Congreso de marzo, así como su preocupación por la composición de clase del Comité Central. El Marxismo dogmático y fosilizado puede transformarse en una Ciencia de la Legitimación de un Capitalismo de Estado. La praxis se desmorona, pierde su eficacia y se hace “administrativa de las cosas” sin una teoría revolucionaria, sin método materialista. La Dialéctica permanece como un fin decorativo, un barniz de Filosofía de la Historia que justifica el voluntarismo burócrata, como justificación filosófica de una determinada actividad política y el principio de la autoconciencia reprimido entre los estatutos organizativos.
¿La astucia de la Razón leninista?
Pero Lenin aborda otras obras decisivas de Hegel que no han sido estudiadas o analizadas por la Leninología. La que hablaremos es de las renegadas y subestimadas lecciones sobre la Filosofía de la Historia mundial, reprobadas incluso desde el propio Hegelianismo.[9] Al parecer el propio Lenin parece haber sucumbido a esta infravaloración climática y desprecio por estos textos, lugar común entre filósofos de renombre (basta recordar aquí a Kierkegaard, Schopenhauer o Nietzsche),[10] por los especialistas de Hegel y el campo académico en general. Se afirmaba que era su “parte vergonzosa” y la mitológica Dialéctica “un formalismo vacío que no llega a tocar el contenido real”,[11] una Teoría caducada, inactual, a lo sumo una Weltanschauung del gran burgués complacido.[12] En esta interpretación el viejo Hegel, autor de las Lecciones…, atravesaba su etapa más escolástica, un período senil del dogmatismo más absoluto, lo que se reflejaba en su Philosophiae historiae universalis, “reino de las abstracciones y las generalidades”.[13] Incluso algunos llegan a considerarlas insalvables, salvo como lectura de anticuariado, ya que están influidas por una Teodicea dogmática escondida tras la famosa astucia de la Razón y que debería considerarse estas Lecciones… como la quintaesencia de todo lo que está caduco y perimido en Hegel.[14] Lo curioso es que su maestro Plejánov, a contracorriente, vaticinaba un Renaissence de los estudios hegelianos, y en especial una re-valorización de su denigrada Filosofía de la Historia.[15]
La Filosofía de la Historia hegeliana es una parte del System que se desarrolló relativamente tarde y en forma acumulativa. La expresión Philosophie der Geschichte fue introducida en la lengua alemana a través del transfert de la traducción del francés en 1768 del libro de Voltaire sobre el Abbé Bazin, que se titulaba La Philosophie de l’Histoire.[16] Una partida de nacimiento terminológica que esconde una curiosa paradoja, ya que la naciente Filosofía de la Historia alemana, como la de Herder, nació dirigida precisamente contra el escepticismo metódico y trágico de Voltaire. Entre la Historia racional con insufiencia empírica (`a lá Rousseau) y la Historia empírica carente de racionalidad, se establecía una tercera alternativa, la de la Historia empírica plenamente racional, sostenida por Montesquieu (muy estudiado tanto por Kant como por Hegel) basada en la “legalité non finale.”[17] Desde ella nace la propuesta de Historia empíricamente racional y plena de sentido del Idealismo alemán, comenzando, como todo sabemos, por Kant.
No fue hasta 1822 cuando comenzó a dar las conferencias sobre la «Philosophiam historiae universalis», y la de los años siguientes (1824/25, 1826/27, 1828/29 y 1830/31), que pronunció ya en forma revisada, fueron agregando cada vez más capas de rico contenido histórico. En cada ocasión, lo sabemos por testimonios de sus oyentes, reorganizaba en profundidad su material disponible, no lo redactaba previamente y que se explayaba apoyándose únicamente en notas y muy a menudo improvisando a partir de actualizaciones a partir de las novedades históricas.[18]
Entre sus discípulos y círculo íntimo (como su hijo y editor Karl) estas lecciones fueron consideradas al mismo tiempo como una suerte de introducción al System, una ilustración en el escenario de la Historia de la misma Dialéctica, una propedéutica accidentalmente popular, más fácilmente comprensible que la Fenomenología o la misma Enciclopedia. Eduard Gans, Karl Hegel, Georg Lasson, Hermann Glockner, Johannes Hoffmeister y Eva Moldenhauer con Karl M. Michel publicaron posteriormente sus conferencias, que jamás aparecieron en forma de libro durante su vida, con cambios y variantes en el contenido. Pero lo que todas estas ediciones tienen en común es que se basan en la primera edición de Gans, la usada por Lenin, y en la edición supuestamente mejorada de Karl Hegel. Nos encontramos que los únicos manuscritos que sobrevivieron en su Nachlass, 1828/29 y 1830/31, fueron escritos sólo como introducción, son muy dispersos y fragmentarios.[19] A esto se le sumaba un problema adicional: las así llamada edición crítica en la época fue deficiente, textos mutilados o re-escritos, addendas de comentarios de estudiantes o ampliaciones orales del propio Hegel, el producto final fue una suerte de enorme “monstruo inofensivo”.[20] Por cierto: la famosa expresión “Astucia de la Razón”, List der Vernunft, nunca aparece en estos manuscritos.[21]
Da la sensación que Lenin aborda la obra de Hegel con estos prejuicios hermeneúticos, con esta hipoteca negativa del Hegelianismo de su época; como señalamos utiliza la edición de Gans de 1837, la primera, muy polémica, que fue acusada de parcialidad, suprimir textos y de haber “suavizado” los originales de las lecciones debido a la presión de las autoridades prusianas.[22] Lenin, lector para nada ingenuo, lo nota al señalar que esta edición no refleja un Hegel auténtico y literal, sino es una Ausarbeitung, una elaboración del propio Gans. Como ya había notado con agudeza Heidegger, la Umkehrung marxiana de Hegel para ser completa debe también sobrepasar y subsumir su Philosophiae historiae universalis, afirmando que “Karl Marx reescribió al Hegel cristiano, poniendo boca abajo su Historiografía». Lenin estudia con detenimiento y precisión el texto, aunque no alcanza la minuciosidad de su estudio de la Lógica, combinando citas con marginalias y comentarios, realizando un salto en su lectura a partir de la cuatripartición hegeliana de la Historia en Mundo oriental, griego, romano y germánico. Lenin remarca la “extraordinaria importancia de la Einleitung, la Introducción de Hegel “donde hay muchas cosas magníficas” en la formulación del problema de la Ciencia histórica.[23] Hay una primera admiración a la tesis hegeliana de la inutilidad de la Historia en el aprendizaje de los pueblos, y que cada período es demasiado concreto e individual históricamente, individueller Zustand, como para que pueblos y gobiernos puedan deducir enseñanzas de sus resultados: “Cada Tiempo tiene circunstancias tan peculiares, es una estado de cosas tan singular, que sólo se lo debe y puede juzgar sobre la base de sí mismo”,[24] o sea: nada ni nadie puede contra la Lebendigkeit und Freiheit der Gegenwart, contra la vivacidad y la libertad del Presente; frase de Hegel sobre la que Lenin exclama: “Muy inteligente!”, y remarca en un cuadro: “La Razón gobierna al Mundo”.[25] Lenin interpreta bien a Hegel en este punto decisivo: no se trata de una suerte de Inteligencia como una personalidad consciente de sí misma, ni un Espíritu como tal, sino una Razón impersonal qua Ley: las leyes son la Razón del Sistema, del todo. Como dice en la Gran Lógica, y también lo señala Lenin, “la esencia del Mundo ha de determinarse como pensamiento”, que es el fundamento elemental de una visión intelectual y objetiva del Universo, cuya forma pura no es otra cosa que la Lógica misma.[26] Estas leyes universales son las que realizan la Vida y sus modificaciones; el ser humano extrae estas leyes de su existencia y las conoce para poder actuar.
[1] Lenin, I. V.; ibídem; p. 235.
[2] Lenin, I. V.; ibídem; p. 283.
[3] Lenin, I. V.; ibídem; p. 186.
[4] Oisermann, T. I.: “W. I. Lenin über die Dialektik Hegels”; en: Deutsche Zeitschrift für Philosophie, VI, 2, 1958, pp. 273-286; Friedrich, Paul Joachim: “Lenin Und Die Philosophie Hegels”; en: Zeitschrift Für Religions- Und Geistesgeschichte, vol. 17, no. 4, 1965, pp. 340–352.
[5] En esto coincidimos con Althusser al afirmar que “Lenin aprueba cada vez que encuentra, detrás de la pluma de Hegel, una crítica a Kant.”
[6] Althusser afirmaba, hablando de Lenin y Hegel, que la “partidariedad” es un aspecto irrenunciable y eterno de la Filosofía.
[7] Lenin, V. I.: Obras Completas, tomo XXXVI, Akal editor, Madrid, 1978, pp. 198-199.
[8] Pod Znamenem Marksizma, que apareció desde 1925 en alemán como Unter Banner des Marxismus; el texto de Lenin apareció en el Nº 2, de marzo de 1922; el objetivo de la publicación era la crítica general desde el punto de vista materialista (“Órgano del materialismo militante”) así como artículos sobre Marx y el Marxismo; en ese número se podía encontrar letras inéditas de Engels y Marx a Lassalle, un artículo de David Riazanov (editor de las MEGA1) sobre la vida cotidiana de Marx, ensayos sobre Lógica formal y Lógica dialéctica, o la relación entre Anarquismo y Marxismo, además de recensiones bibliográficas.
[9] Hegel, G. W. F.; Vorlesungen über die Philosophie der Geschichte, Meiner, Leipzig, 1920; en español: Lecciones sobre la Filosofía de la Historia Universal, Alianza, Madrid, 1980.
[10] “Para Hegel, el momento culminante y definitivo del Proceso universal coincide con su propia existencia en Berlín” dice Nietzsche en su Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para ninguno de 1883.
[11] Es el lapidario juicio de Anton Springer en su obra: Die hegelsche Geschichtsanschauung: eine historische Denkschrift, Ful, Tübingen, 1848, p. 6.
[12] Así la califica Franz Grégoire en su: Etudes hegéliennes. Les points capitaux du système, Editions Nauwelaerts, Paris-Louvain, 1958, p. 47.
[13] Palabras de Victor Cousin: “Souvenirs d’Allemagne”; en: Revue des Deux Mondes, IV, 1866, p. 619. El Racionalismo asfixiante de la Filosofía de la Historia hegeliana con respecto a lo empírico es subrayado por Karl Popper en su famosa obra: The Open Society and Its Enemies, Vol. 2, Routledge, London, 2003.
[14] Meulen, Jan van der: Hegel, die gebochene Mitte; Meiner Verlag, Hamburg, 1958, p. 216; para Marquard, la Filosofía de la historia hegeliana es el paradigma del “mito de la Ilustración”. Véase: Odo Marquard, Schwierigkeiten mit der Geschichtsphilosophie, Suhrkamp, Frankfurt am Main, Suhrkamp, 1982.
[15] “Nosotros esperamos explicar las razones de esta actitud hacia Hegel. Baste señalar aquí que en un futuro próximo podemos esperar un renacimiento del interés en su toda su Filosofía y especialmente en la Filosofía de la Historia.”, en: Plechanow, G. W.; “Zu Hegel’s sechzigstem Todestag”, en: Die Neue Zeit, 10. 1891–1892, 1. Bd. (1892), Heft 7, 8 und 9, pp. 198–203, 236–243 y 273–282. No le faltaba razón a su pronóstico, el Hegelrenaissence comenzó en los primeros años del 1900 con Wilhelm Dilthey.
[16] Voltaire: La philosophie de l’histoire, par feu Mr. l’abbé Bazin; Amsterdam, chez Changuion, (Genève, Cramer), 1765.
[17] Véase el trabajo de Bertrand Binoche: Les Trois Sources des philosophies de l’Historie (1764-1798); PUF, Paris, 1994, p. 42 y ss.
[18] Véase el prólogo de su hijo Karl en la edición de Glockner: Philosophie der Geschichte, p. 19. Sobre el modo de dar clases de Hegel, su “verbosidad efervescente”, véase el valioso testimonio de Heinrich Gustav Hotho, futuro editor de sus lecciones de Estética, en: Vorstudien für Leben und Kunst, Cotta, Stuttgart, 1835, pp. 383-389. Hotho afirmaba que Hegel en sus clases de Historia “se movía con igual maestría en las abstracciones más sensuales como en la abundancia más viva de los fenómenos.”
[19] Hegel G. W. F.: “Vorlesungsmanuskripte II (1816-1831)”; en: Gesammelte Werke, Bd. 18, Felix Meiner, Hamburg, 1995.
[20] Véase el bello libro de Jacques D’Hondt: Hegel, philosophe de l’histoire vivante; PUF, Paris, 1966; en español: Hegel, filósofo de la Historia viviente, Amorrortu, Buenos Aires, 1971.
[21] Hegel dio un total de cinco conferencias sobre Filosofía de la Historia, y las transcripciones correspondientes han sobrevivido, salvo las de 1828/29; en la única transcripción publicada de 1822/23, en la que lamentablemente se reconstruyeron tres transcripciones (Griesheim, Hotho y Kehler) en único texto, se menciona la palabra «List”, Astucia; véase: Kiho Nahm, “Hegels begriff der List”; en: Tijdschrift voor Filosofie, 78/2016, p. 329-364.
[22] Hegel, Georg Wilhelm Friedrich: Hegel’s Vorlesungen über die Philosophie der Geschichte, Hrg. von E. Gans, Duncker und Humblot, Berlin, 1837.
[23] Lenin, V. I: Cuadernos filosóficos; Ediciones Estudio, Buenos Aires, 1974, p. 296.
[24] Hegel, Georg Wilhelm Friedrich: Hegel’s Vorlesungen über die Philosophie der Geschichte, Hrg. von E. Gans, Duncker und Humblot, Berlin, 1837, p. 9 y 12.
[25] “Die Vernunft die Welt beherrsche”; en: Lenin, V. I: op. cit, p. 289-290.
[26] Hegel, G. W. F.,: Sämtliche Werke, IV, Fromanns, Stuttgart, 1927, p. 46; en español: Ciencia de la Lógica; I, Ediciones Solar, Buenos Aires, 1968, p. 66.