“La Dialéctica es la Teoría que muestra cómo LOS CONTRARIOS pueden y suelen ser (cómo devienen) IDÉNTICOS.”
Lenin, 1915
Durante 1908 habrá dos destacadas intervenciones filosófico-políticas de Lenin que nos interesan porque tienen cierta similitud con la que presenciaremos en el año decisivo de 1914. La primera se titula “Marxismo y Revisionismo”,[1] donde intenta desmenuzar el “contenido ideológico del Revisionismo”, una situación inédita ya que la corriente opositora y hostil se encuentra por primera vez en la historia instalada dentro del mismo Marxismo. En el campo filosófico en especial, Lenin encuentra que el Revisionismo siempre depende, en su crítica, de la ayuda y colaboración de la “Ciencia académica burguesa” para completar su arsenal. En este caso la moda intelectual del retorno a Kant explicaba por qué los revisionistas se arrastran tras los neokantianos, que trataban a Hegel en general como a un perro muerto, y a la Dialéctica en particular como sofisticado truco místico y de prestidigitación argumental. Pero el Idealismo neokantiano era “mil veces más mezquino y superficial que el hegeliano, encogiéndose desdeñosamente de hombros frente a la Dialéctica”, intentando sustituir “la sutil (y revolucionaria) Dialéctica por la simple (y pacífica) Evolución.” Todos los conceptos materialistas para Lenin -como decía Marcuse- contienen una acusación y un imperativo.
Es importante destacar que en este texto Lenin reconoce el problema de la mediación entre Teoría y Praxis dentro del propio Marxismo, al identificar el problema del Revisionismus como un cortocircuito ideológico que combina no solo raíces materiales clasistas (ideología de las relaciones de producción), sino distorsiones en la interpretación del propio rol de la Dialéctica en la Kritik de Engels y Marx. Y otra conclusión de Lenin ya en estos años, que nunca abandonará, es que el alma del revisionismo (el Marx “mal comprendido”) se enrosca en la misma pulsión auténtica marxista (en el Marx “bien comprendido”), por ello su alcance trasciende fronteras y penetra en los mismos diseños organizativos revolucionarios, en su táctica y estrategia. La constatación de Lenin no podía ser más catastrófica: el Marx “bien comprendido” no solo era minoritario y marginal, despreciable, sino que ni siquiera impregnaba hegemónicamente la gran Teoría de la Socialdemocracia europea, faro de irradiación del Marxismo oficial. El desesperado recurso de volver a invertir a Hegel, una de las tres fuentes básicas del Marxismo, era una de las herramientas teóricas de Lenin para develar las insuficiencias de este Marxismo incompleto, que se retraducía al nivel de la estrategia y de la táctica. Las insuficiencias de este burdo Marx mutilado tenían siempre un componente pseudofilosófico típico, un hilo rojo: incomprensión total por el significado y función de la Dialéctica. No era casualidad que ya Luxemburg, adversaria de Lenin, pero al mismo tiempo íntimamente admirada, afirmara que “que el arma cortante de la Dialéctica hegeliana fue la que le permitió a Marx hacer tan espléndida carnicería crítica”.
La segunda intervención es un entero opúsculo, el polémico Materialismo y Empiricriticismo.[2] En este caso la amenaza dentro del propio Marxismo ruso del paradigma neoclásico a través de la nueva Filosofía popular del Machismo, le obliga a otro intento, todavía sin el fundamental recurso de poseer le inversión de Hegel como logro teórico, de una defensa-reconstrucción operativa de Engels y Marx. En la ideología neoclásica era precisamente el peso de la crítica a la Dialéctica (y a Hegel en particular) de Schopenhauer y Nietzsche lo que hacía co-originarios y complementarios el análisis económico marginalista (Böhm-Bawerk) con la crítica antimetafísica del Empiriocriticismo.[3] En una inédita recensión sobre la edición en alemán del libro,[4] Horkheimer señala que la crítica de Lenin “se basa en la oposición Idealismo/Materialismo. Y la referencia a la que Lenin recurre constantemente es el texto de Feuerbach de Engels”; además “el punto cardinal de la crítica: la relación de sujeto y objeto, de conciencia y materia, es tratada de un modo completamente no dialéctico, como si se tratara de plantear una relación fija que permaneciera válida eternamente… De este modo, Lenin converge con todos los ‘realistas’ metafísicos, en particular con los realistas reaccionarios contemporáneos.” Ningún rastro encuentra Horkeheimer de influencia de Hegel o de comprensión del Método dialéctico, por el contrario “Lenin se deja arrastrar al terreno de sus adversarios, opone un dogma a otro, una creencia a otra, lo que significa que permanece muy por detrás de su propia facultad, de su propia teoría, y aún más por detrás de sus maestros Feuerbach, Marx y Engels.” Lenin -concluye Horkheimer- no ha conservado nada del Método dialéctico de Engels y Marx en su crítica a Mach, incluso olvida que toda Verdad es siempre y en todo momento concreta. Aunque Althusser cree ver en este debate una épica crisis “filosófica”, dentro de la cual se mistificaba el combate reaccionario contra el Materialismo dialéctico in toto,[5] no se puede comprender desde este esquema la peculiar polémica de Lenin, ni su situación concreta, ni los eslabones peculiares entre la Teoría y la Gran política socialdemócrata. Aunque Althusser tiene razón en un punto central: en esos días todavía Lenin no había leído ni directa ni verdaderamente a Hegel. La “salvaje polémica” (Badaloni), inédita en el ámbito filosófico europeo, tenía como adversario inmediato al bolchevique Bogdánov,[6] que remitía a sus fuentes teóricas primarias alemanas: Avenarius y Mach. El uso táctico de la Filosofía,[7] el derecho en nombre del interés general de la organización, el Partiinost,[8] de tomar posición contra cualquier desviación teórica anormal, la defensa del “hermetismo teórico del partido”, no impedía que se presentara la cuestión gnoseológica con una alarmante posición de pensar la objetividad no solo de manera prehegeliana sino prekantiana. “Soy plenamente consciente” –se confesaba Lenin ante Gorki- “de mi falta de preparación en el terreno de la Filosofía, que me impide hablar sobre ello en público, pero como marxista de filas, soy un lector atento de nuestros filósofos partidistas, leo atentamente al empiriomonista Bogdánov y los empiriocriticistas Bázarov, Lunacharski y otros. ¡Y éstos empujan toda mi simpatía hacia Plejánov!… En Filosofía él defiende la causa justa, pero yo soy partidario del Materialismo en oposición al Empirio…”.[9] Su crítica no parece ejecutarse desde ángulos marxistas. En un esquema escolar de oposición simple entre Materialismo versus Idealismo con base en una definición de la Materia como ente físico. “¿Es posible y necesario vincular la Filosofía con la orientación de las tareas del partido, con el Bolchevismo?” –le preguntaba a Lenin a Gorki- Y responde a la cuestión negativamente: “Creo que en estos momentos no se debe hacer tal cosa. Que nuestros filósofos partidistas sigan trabajando todavía un tiempo en la Teoría, que discutan y… que lleguen a ponerse de acuerdo. Mi opinión es que , por el momento, semejantes debates filosóficos como los que tienen lugar entre los materialistas y los empirio, deben mantenerse al margen de todas las tareas del partido.”
En este texto Lenin vuelve una vez más sobre la Dialéctica, esta vez de manera indirecta y oblicua; en realidad su intervención busca la recomposición del Materialismo ya “dialéctico”, como resultado sin demostrar, basándose nuevamente en una interpretación de Engels, Dietzgen y Plejánov. Lenin reformula y retoca la Teoría del reflejo o reprodución de Engels, la Abbildtheorie para combatir la variante del Idealismo físico. El descubrimiento del electrón había puesto en crisis al Materialismo mecánico y elemental que subyacía en el Marx “mal comprendido” de la Socialdemocracia europea. En Alemania la huída intelectual fue hacia el Neokantismo; en el ámbito de la lengua rusa hacia el Machismo y sus variantes. Al leer a Bogdánov –confesaba Lenin- “me convencí profundamente de que las concepciones sobre el Materialismo de Plejánov eran correctas.” Sus polémicas –como lo subraya una y otra vez- son tácticas, “discusiones de partido sobre Filosofía”.[10] En esta polémica ya aparece la categoría partidista, de funesto destino, de “Desviacionismo”, como “camino no-marxista”. El punto de vista del Materialismo, diríamos ¿burgués?, sofoca y reprime todo papel crítico a la Dialéctica. Otra vez la Dialéctica aparece sofocada, reprimida, como mera ilustración en un papel muy modesto e incómodo. Lo más notorio es que en realidad Lenin jamás caracteriza qué significa objetivamente “Dialéctica” en toda la obra; el término es usado acríticamente como sinónimo de una concepción ontológica y epistemológica muy genérica y revolucionaria per se.[11] Igualmente, dentro de esta lucha todavía no mortal por limpiar quirúrgicamente la táctica de toda relación filosófica idealista, Lenin señala que “creo que es completamente inevitable una pelea entre los bolcheviques sobre problemas de Filosofía. Pero en mi opinión, sería una necedad dividirnos por esto.” Y agrega “es una estupidez imperdonable impedir, por discusiones obre Materialismo o Machismo, la aplicación de la táctica del Bolchevismo en el partido.”[12]
En un ensayo por encargo sobre Marx para el Diccionario enciclopédico de la editorial Granat, según Lenin escrito a lo largo de 1913, le dedica todo una sección a la Dialéctica.[13] El 15 de marzo de 1914 Lenin confirma al secretario editorial la propuesta de escribir el artículo y finalmente en noviembre, es decir en plena inmersión en sus estudios hegelianos, envía el manuscrito final a la editorial en Moscú. El texto parece mantener el habitual tono plejánov-engelsiano de los anteriores y no parece remitirse al Hegel original. Comienza señalando que la Dialéctica hegeliana “es la doctrina más completa, más rica en contenido y más profunda acerca del desarrollo”, la única doctrina que podía comprender sin unilateralidad ni deformaciones la Evolución humana. La temática recurrente de la Evolución remite nuevamente a la matriz kautskiana-plejanoviana. Este sería el “aspecto revolucionario” de la Dialéctica, que abarcaría —según Lenin— “lo que hoy se llama Teoría del Conocimiento o Gnoseología, la que también debe enfocar su objeto desde el punto de vista histórico, estudiando y generalizando el origen y desarrollo del conocimiento, la transición del no-conocimiento en conocimiento.” La “idea del desarrollo” —continua Lenin— la formularon Marx y Engels “apoyándose en la Dialéctica de Hegel, ya que es mucho más completa, mucho más rica en contenido que la idea vulgar de Evolución”; es un salto superior ya que se fundamenta en “una base superior (negación de la negación), un desarrollo, por decirlo así, en espiral y no en línea recta; un desarrollo a saltos, catastrófico, revolucionario: rupturas en la continuidad, la transformación de la cantidad en calidad, impulsos internos hacia el desarrollo originados por la contradicción, el conflicto de las diversas fuerzas y tendencias… la interdependencia, la conexión estrecha e indisoluble de todos los aspectos de cada fenómeno”. Lenin concluye: “tales son algunos de los rasgos de la Dialéctica, como doctrina del desarrollo que es más rica en contenido que la convencional.”
Resulta paradójico que Lenin, marxista erudito del Volga, no incorporara ningún ejemplo de Das Kapital, donde puede leerse que “el modo capitalista de producción y de apropiación, y por lo tanto la propiedad capitalista, es la primera negación de la propiedad individual fundada en el trabajo propio. La negación de la producción capitalista se produce por sí misma, con la necesidad de un proceso natural. Es la negación de la negación.” El Capital es una estructura en la cual la identidad reside en la negación de la negación, una unidad que se dirime dentro de sí y cuyos extremos vuelven a reproducir esa unidad, la causa que es efecto de su efecto, así como el efecto que es causa de su causa, y lo mismo sucede con el fundamento y lo fundado. Y esta negatividad es lo que empuja hacia la crisis, siempre hacia un nuevo nivel de integración, de unidad superior. Toda contradicción es una existencia efectiva, ya el “algo” es la primera negación de la negación. Toda esencia es una negación determinada. Y esto es incoherente e incomprensible para una concepción prehegeliana. Lenin parece no tener todavía esta sensibilidad crítica hegeliana en el momento de su interpretación de Das Kapital. Será sintomático que en una misiva dirigida a la editorial, ya inmerso en sus lecturas hegelianas, dude del contenido esencial del artículo, ponga en cuestión su escolasticismo, y reclame la posibilidad de modificar partes del ensayo: “me gustaría mucho que pudiera Ud. enviarme una prueba del artículo, y que me hiciera saber si es o no posible hacer correcciones parciales en la prueba.”[14] ¿Dudas sobre su anterior idea de la Dialéctica materialista?
[1] Lenin, V. I.; “Marxismo y Revisionismo”; en: Obras completas; tomo XIII, Akal, Madrid, 1977.
[2] Adoratski, sucesor del trágico Riazanov en el Instituto Marx-Engels, afirmó que este libro, junto al Anti-Dühring de Engels, era uno de los máximos productos filosóficos generados por el Marxismo.
[3] Véase: Badaloni, Nicola: “Scienza e filosofia in Engels e Lenin”; en: Critica marxista. Lenin teorico e dirigente revoluzionario, Riuniti, Roma, 1970, pp. 9-38; Cacciari, Massimo; Krisis. Ensayo sobre la crisis del pensamiento negativo de Nietzsche a Wittgenstein; Siglo XXI, México, 1982, en especial pp. 30-46. Sobre la crítica al Marxismo en Rusia en los inicios de 1900: AAVV, La critica al Marxismo in Russia agli inizio del secolo, Jaca Book, Milano, 1991. Sobre Nietzsche como lector de Economía Política, vease: Nicolás González Varela, “Nietzsche, lector oblicuo de Marx”; en; A Trabe de ouro: publicación galega de pensamento crítico, 2020, 113, pp. 53-76.
[4] Lenin,I.: Materialismus und Empiriocritizismus, Verlag für Literatur und Politik, Wien, 1925. El manuscrito mecanografiado de Max Horkheimer, fechado en 1931, se encuentra a disposición del público en la sección de colecciones de la biblioteca universitaria Johann Wolfgang Goethe, Frankfurt am Main, on-line: http://sammlungen.ub.uni-frankfurt.de/horkheimer/content/pageview/6553861
[5] Althusser, Louis; Lenin y la Filosofía; ERA, México, 1970; y: “Lenin frente a Hegel”; en: Ideas y Valores, Universidad Nacional de Colombia, 1970, pp. 3-16.
[6] La bibliografía sobre la polémica es muy amplia: Dietrich Grille, Lenins Rivale. Bogdánov und seine Philosophie, Wissenschaft und Politik, Köln, 1966; Kendall Bailes, “Lenin and Bogdánov: The End of an Alliance”; en: Columbia Essays in International Affairs, ed. A. W. Cordier (New York, 1967), 2:108; Karl G. Ballestrem, «Lenin and Bogdánov»; en: Studies in Soviet Thought 9 (December 1969): 283-310; Avraham Yassour, “Lenin and Bogdánov: Protagonists in the ‘Bolshevik Center’”; en: Studies in Soviet Thought 22 (February 1981): 1-32; John Biggart, “’Anti-Leninist Bolshevism’: The Forward Group of the RSDRP”; en: Canadian Slavonic Papers 23 (June 1981): 134-53; Aileen Kelly, “Empiriocriticism: A Bolshevik Philosophy?”; en: Cahiers du Monde Russe et Sovietique 21 (January-March 1981): 89-118; Vittorio Strada, Fede e scienza: la polemica su Materialismo ed empiriocriticismo di Lenin, Einaudi, Torino, 1982; Williams, Robert C.; The other Bolsheviks. Lenin and his critics, 1904-1914; Indiana University Press, Bloomington, 1986; Zenovia A. Sochor, Revolution and Culture: The Bogdánov-Lenin Controversy, Cornell University Press, 1988.
[7] Como le reconoce en una carta a Gorki de marzo de 1908, que apoyaba la tendencia de Bogdánov y financiaba su escuela de cuadros en Capri. Sobre el Bolchevismo no-leninista remitimos a la obra de Robert C. Williams: The other Bolsheviks. Lenin and his critics, 1904-1914; Indiana University Press, Bloomington, 1986.
[8] “Partiinost”: partidismo en ruso, a menudo traducido como mentalidad o espíritu de partido; fue durante mucho tiempo el principio autoritario rector del Marxismo soviético o Dia Mat. Véase a Evgeny Dobrenko: “Meta-Stalinism: The Dialectics of Party-Mindedness and the Party-Mindedness”; en: Late Stalinism: The Aesthetics of Politics, Yale University Press, New Haven, 2020, pp.180-235.
[9] Carta a Gorki, 7 de febrero de 1908; en: Lenin, V. I.; Obras Completas. Tomo XXXVIII, Akal, Madrid, 1978, p. 207.
[10] Carta a Gorki, 25 de febrero de 1908; en: Lenin, V. I.; ibidem, p. 214. Lenin da como ejemplo de este tipo táctico de lucha metafilosófica en la organización la de Plejánov contra Mijailovski en los 1880s y contra los kantianos en 1898. La lucha táctica en Filosofía se extendió a los programas y conferenciantes de las propias escuelas de cuadros bolcheviques en Bolonia, Capri y París.
[11] Pannekoek, A.; Lenin filósofo; Cuaderno de Pasado y Presente, Córdoba (Argentina), 1973; la publicación original es de 1938, y por falta de dinero se trató de una edición mimeografiada. Pannekoek acusa a Lenin de caricaturizar y deformar las posiciones filosóficas de Avenarius y Mach, tema que excede nuestro ensayo. Véase además el juicio negativo de Neil Harding, un especialista en Lenin, en su libro: Leninism, Duke University Press, Durham, 1996, p. 224 y ss.
[12] Carta a Gorki, 25 de febrero de 1908; en: Lenin, V. I.; Obras Completas. Tomo XXXVIII, Akal, Madrid, 1978, p. 218.
[13] Lenin, V. I.; “Carlos Marx”; en: Obras completas; tomo XXI, Akal, Madrid, 1978.
[14] Lenin, V. I.; Carta al secretario de redacción de la editorial Granat, 17-XI-1914; en: Obras completas; tomo XXIX, Akal, Madrid, 1978, p. 186.