“Momentos que desaparecen= Ser y no Ser.
¡Magnifica definición de la Dialéctica!”
(Lenin, 1915)
¿Tiene sentido comprender la función que cumplió la Dialéctica histórica hegeliana en el Lenin maduro? Aunque las respuestas puedan parecer escépticas o incluso elegantes ejercicios de erudición, intentaremos encontrar la potencial productividad teórico-práctica que yace en este encuentro-desencuentro. Se trata en primer lugar de reflexionar sobre cómo se traduce la Filosofía de la Historia en una Metapolítica revolucionaria e, indirectamente, en una comprensión más profunda del Comunismo crítico de Engels y Marx. Y cómo se traduce este transfert peculiar a través de un no-filósofo. En Filosofía —confesaba Lenin— “yo soy un indagador”, “soy un marxista corriente en Filosofía”, “nosotros, los marxistas comunes, somos gentes poco leída en Filosofía”, por lo que no se puede exigir —como muchos comentaristas críticos pretenden en el caso de sus textos parafilosóficos— una producción profesional ni indicaciones académicas formales, pues eso es precisamente lo que Lenin no buscaba. Su indagación es de otro tipo, buscando correlaciones ocultas o inconscientes entre ciertas posiciones políticas y organizativas y determinadas formas de pensamiento. Su objetivo confeso es claro: “No puedo aceptar de ninguna manera que se diluya el Marxismo.”
Revertir a Hegel el oscuro
“Trato en general” —confesaba Ulianov en septiembre de 1914— “de leer a Hegel desde un punto de vista materialista… por eso elimino a Dios, a lo Absoluto, a la Idea pura, etc.”[1] Tal es la confesión filosófica que se encuentra en esos enigmáticos cuadernos de notas y lecturas que Lenin compuso a partir de 1914. Es un año decisivo, diríamos un momento kairológico: la tendencia bolchevique leninista en Rusia yace en un estado ruinoso; el campo de emigrados revolucionarios del Bochevismo se encuentra dividido en varios grupos y escuelas, como la de Bogdanov. Internacionalmente el 1º de agosto de 1914 es la fecha catastrófica para toda la socialdemocracia europea con el estallido de la Gran Guerra. Ignominiosamente, socialistas alemanes y franceses votan a favor de los presupuestos de guerra; nace de la nada la infame “Unión sagrada”. La socialdemocracia alemana “era la autoridad teórica principal, y ahora es precisamente ¡el modelo de lo que no debe hacerse” —escribe Lenin a Shliápnikov en octubre de 1914.
En este contexto de crisis mundial y con una situación personal y política cada vez más desesperada, Lenin es incluso ingresado en prisión. Sucede uno de los episodios más extraños en su vida. En la tranquila y apacible sala de una biblioteca suiza en Berna, “ciudad aburrida pero culta” —su nuevo exilio forzado— se sumerge a estudiar la Dialéctica, y en especial a comprender a Hegel, el oscuro, durante todo un largo año.[2] Por cierto: será de lejos el autor más estudiado y resumido por Lenin en su Nachlass. El sentido inconsciente no podía ser más claro. La salida a la crisis del paradigma del Marxismo segundointernacionalista se resuelve de una única manera: con más teoría. Se trata de repensar el Marxismo en su momento más sombrío y pesimista, profundizando en la fuente misma de la Dialéctica. ¿Hegel versus la “corrupción burguesa” dentro del Marxismo oficial? ¿Encuentra Lenin nuevas armas críticas de comprensión del Devenir histórico en la Filosofía de la Historia hegeliana? ¿Existe una verdadera influencia de la Dialéctica de la Razón histórica en el Lenin maduro? ¿Existe una suerte de Criptohegelianismo, un Hegelianismo esotérico y secreto en sus últimas obras?
La cuestión es existencial, vital: nada más ni nada menos que el tema de la “independencia ideológica del proletariado”. Se trata de organizar un “rechazo ideológico” al más alto nivel de la Teoría. El Marxismo segundointernacionalista, como el propio Revisionismo histórico clásico, se apoyaba consciente y explícitamente en Filosofías de corte neoidealistas trascendentales, en especial el Neokantismo, y el objetivo más importante de su ataque filosófico al Marx clásico era precisamente… nuestra señora la Dialéctica. En segundo lugar la herencia de Hegel: un marxista moderno debía evitar “la trampa del método hegeliano” (Bernstein dixit).[3] Por lo que el gesto filosófico de Lenin en el momento kairológico de 1914 es una peculiar respuesta, no solo teórica sino política, a la coyuntura de crisis internacional, institucional, organizativa e incluso personal. La reflexión sobre una perfidia dentro del Marxismo. Garaudy en su estudio biográfico lo define como un intento de Lenin de reflexionar “sobre los fundamentos teóricos de una traición, la de la Segunda Internacional, tan profunda.”[4]
Aunque la tesis subjetivista de la “traición de la dirección” es simplista, monocausal e insostenible desde una perspectiva materialista crítica, lo cierto es que la búsqueda filosófica de Lenin —recordemos: filósofo espontáneo y no-profesional— significaba en estas coordenadas una certeza concreta: las diferencias tácticas remitían indefectiblemente a un sustrato teórico erróneo y corrupto. El conflicto, no solo en el tema de la guerra en Europa sino en cuestiones de organización, reconducía a profundas divergencias en la gran Teoría, que se proyectaban al horizonte estratégico. Para el Lenin pre-1914, para el Ulianov ¿pre-dialéctico?, las diferencias tácticas no significaban en última instancia diferencias absimales ni profundas en la gran Teoría. Y es en este kairós donde surge la necesidad de profundizar en Hegel, de desarrollar una (re) interpretación materialista, de repetir la inversión, la Umkehrung que realizaron Engels y Marx. Pero he aquí que la Umkehrung materialista era imposible de realizar, ya que su propio objeto, la Dialéctica de Hegel, era un objeto difuso, mal conocido y peor interpretado. La confrontación con Hegel, o más exactamente con su correcta inversión, su puesta en reverso, fue una de las obsesiones en la autocomprensión de Lenin durante estos años. Hegel el oscuro no solo fue la «lengua primordial» en la que Engels y Marx desarrollaron su pensamiento teórico y filosófico, sino también el punto de traspaso, el Übergang, la transición hacia la idea del Comunismo crítico. La Dialéctica materialista, nuevamente recuperada, debería intervenir para comprender la crisis desde una perspectiva no-unilateral y para redireccionar la visión estratégica de la clase. Entender la Dialéctica de Hegel es comprender mejor a Marx. Tal la paradójica ecuación.
¿Lenin pre-dialéctico?
Anteriormente a estas lecturas la noción de Dialéctica en Lenin, o las menciones en cuestiones de táctica, parecen ser derivadas de sus conocimientos directos no tanto de Hegel como de Feuerbach, Chernichevsky y especialmente Pléjanov.[5] El recorrido filosófico de Lenin no coincide con la genealogía del propio Marxismo. No parece haber un contacto directo entre Lenin y los textos hegelianos, no existen citas textuales de Hegel ni referencias de primera mano. La Dialéctica en cuanto recurso polémico y retórico se concentra en dos momentos: en 1894 alrededor de su polémica con Mijailovski, que pertenecía a la antigua corriente populista jacobina, a la que adhirió el propio Lenin, en su primera obra publicada, Quiénes son los ‘amigos del Pueblo’ y cómo luchan contra los socialdemócratas;[6] y por supuesto, entre 1908 y 1909, en torno a su obra filosófica polémica Materialismo y Empiriocriticismo.[7] Se trata de separar la línea táctica del Bolchevismo (recordemos que Lenin la definía como la única Socialdemocracia revolucionaria para Rusia) del fundamento filosófico tanto del Empiriomonismo como del Empiriocriticismo.
En el primero de los casos, el joven Lenin[8] intenta una defensa de la cientificidad de Marx, que es acusado de aceptar “acríticamente” la Dialéctica mística de Hegel y su sociología de tríadas; pero en el alegato a ultranza de Lenin la Darstellungswiese de Marx, clave para entender la lógica del Capital, es reducida a un arte polémico, un recurso retórico, a una “manera de expresarse”, sin ser esencial a su Teoría materialista. La eventual dialectización de procesos reales en Das Kapital sería una notable coincidencia con el esquema lógico de Hegel, y tan solo son vestigios de su procedencia filosófica, residuos del modo hegeliano de expresarse, “indicación formal del origen de la doctrina, y nada más”.[9] El método dialéctico de Marx —que el joven Lenin opone absolutamente al “metafísico”— es definido como “el método científico en Sociología, consistente en considerar a la sociedad como un organismo vivo, que se halla en continuo desarrollo.”[10] Lenin no menciona la fundamental distinción metodológica entre modo de exposición, Darstellungswiese, y modo de investigación, Forschungswiese, que Marx subraya en el epílogo a la segunda edición de 1873, debido a los errores interpretativos y confusiones positivistas e historicistas. Lenin parece desconocerla o subestimarla. Allí señala Marx que “El método aplicado en ‘El Capital’ ha sido poco comprendido, como lo demuestran ya las apreciaciones, contradictorias entre sí, acerca del mismo… El modo de exposición debe distinguirse en lo formal del modo de investigación. La investigación debe apropiarse pormenorizadamente de su objeto, analizar sus distintas formas de desarrollo y rastrear su nexo interno. Tan solo después de consumada esa labor, puede exponerse adecuadamente el movimiento real. Si esto se logra y se llega a reflejar idealmente la vida de ese objeto, es posible que al observador le parezca estar ante una construcción apriorística.”[11]
Lenin también parece simplificar la Umkehrung marxiana sobre la Dialéctica hegeliana, afirmando que Marx señala con toda claridad que su método es “directamente opuesto” al de Hegel. En realidad es más compleja la cuestión: Marx explica que “mi método dialéctico no solo difiere del de Hegel, en cuanto a sus fundamentos, sino que es su antítesis directa (direktes Gegenteil). Para Hegel el proceso del pensar, al que convierte incluso, bajo el nombre de idea, en un sujeto autónomo, es el demiurgo de lo real; lo real no es más que su manifestación externa. Para mí, a la inversa, lo ideal no es sino lo material traspuesto y traducido en la mente humana.”[12] Desde este punto de no-retorno se generaron las sucesivas crisis del Marxismo, las desventuras y azarosas lecturas desde el Revisionismus al Dia Mat; desde esta fatal unilateralidad se forzó la exigencia de realizar lecturas éticas, economicistas, productivistas, filopolíticas e incluso mitológicas del Tomo I. Hubo intentos honestos y serios de presentar los escritos de Marx como un sistema positivista acabado y clausurado, so pena de perder irremediablemente la traducción práctica, revolucionaria, de la Kritik. Pero a su vez también sucedió lo contrario: se leyó a Marx como un economista más, neoricardiano y progresista, con sus aciertos, intuiciones, prognosis y presunciones, justamente confundiendo que se penetraba en el arcano del capital a través de la Kritik de las categorías económicas de sus propios teóricos y publicistas. Sobre esta incompletitud orgánica nació incluso la venerable leyenda de los dos Marx: la ciencia positiva de Marx residiría en la continuidad “científica” con Ricardo y Smith. El elemento especulativo-místico de Hegel, es decir: la intrusión externa de la Dialéctica en el Darstellungswiese, el encadenamiento dialéctico en su libro, sería el residuo de la dimensión milenarista, profética, utópica, teleológica, que erosiona y reprime el límpido fundamento de la economía política burguesa en su época clásica. Y, siguiendo la propia metalógica hegeliana, la mercancía se presenta como una cosa poseída por una esencia bifronte, una bipolaridad interna, es un “ente dual” (sic) conformado por determinaciones formales, reflexivas en sentido hegeliano. El valor de cambio no es más que una forma de aparecer. Nunca hay que olvidar —el Lenin pre-1914 parece hacerlo— el carácter eminentemente procesual de la exposición marxiana que pretende reflejar “idealmente” la vida de la lógica del Capital.
La furiosa defensa de Marx contra la acusación de Mijailovski-Dühring de ser un hegeliano vergonzante y críptico, hace que Lenin termine arrojando al niño con el agua sucia de la bañera. La desinfección leninista de todo agente patógeno filohegeliano genera una distorsión similar, pero de signo opuesto: ahora el Marxismo y la Dialéctica hegeliana se repelen, mutua y absolutamente, al nivel del Entendimiento. Recordemos que en la contradicción hegeliana lo negativo está presente en el interior mismo de lo positivo, la negación es interna a cada realidad contradictoria, en este caso a la propia Grundform des kapitals. No por casualidad Marx dirá en una nota discutiendo la división del plusvalor en Capital y Rédito, que “la Contradicción hegeliana es la fuente (Springquelle) de toda dialéctica”. Las contradicciones de la fórmula general desembocan en su fundamento, que es una nueva forma de unidad integradora. Por eso es que la negatividad es una noción clave a lo largo de la exposición procesual, dialéctica en DK. Toda ciencia sería superflua —decía Marx— precisamente si la forma de manifestarse, —la erscheinungs Form— y la esencia de las cosas coincidiesen directamente.”
Lo que desaparece en la Darstellung marxiana es la inmediatez equívoca, ingenua, la “piel burguesa”, la mala exterioridad (tal el camino real de la ciencia), la exterioridad sin profundidad, que todavía no ha entablado ningún proceso de contragolpe mediador. Y lo que va a aparecer en la existencia regenerada es la buena exterioridad, el ser esencial gracias al trabajo de mediación (que reconstruye la verdadera relación) de la reflexión determinante de la Kritik. La exposición dialéctica (ergo: científica) es un determinar concreto que refleja lo que la cosa es en su realidad, no en la tranquila quietud de la abstracción del entendimiento o de la mera síntesis, sino en la confusión misma del devenir histórico. Ahora podemos comprender no solo cómo aplica Marx el método dialéctico sino la misma crítica a la economía política clásica y vulgar: la primera provee el instrumento teórico principal para criticar la falsa apariencia (sustantivización y cristalización de distintos elementos sociales), aunque luego no lo aplica a fondo, con coherencia, no pudiendo alcanzar la reflexión determinante. Estos elementos sociales siguen en mayor o menor medida “cautivos del “Mundo de apariencia” (Marx) críticamente destruido por ella misma, por eso incurren en inconsecuencias, soluciones a medias y contradicciones no resueltas.
“Horror —decía Hegel— es lo que siente ordinariamente el pensamiento representativo frente a la contradicción”, y eso es lo que demuestran los economistas clásicos. En cambio la Economía Política vulgar es la expresión inmediata de la apariencia tal como se presenta cotidianamente en la vida capitalista, es “la síntesis de la apariencia capitalista”, se limita a “traducir, sistematizar y preconizar”, meramente recalcando “la formas de la apariencia en la que convivimos diariamente.” Por ello la economía política vulgar es reducible a pura ideología, a ciencia de la legitimación e instrumento apologético de la inmediatez burguesa. El economista burgués —resumirá Marx— tiene un limitado cerebro “en el que no puede separar la forma de la manifestación de lo que en ella se manifiesta”. El corte epistemológico entre Hegel y Marx es para el Lenin pre-1914 brutal y definitivo, sin continuidad ni Aufhebung, no tiene comprensión dialéctica sino mecánica. Althusser reconoce aquí el profundo pathos hegelófobo, “son una declaración categórica de anti-Hegelianismo”.
En 1895 en un ensayo biográfico sobre Engels,[13] Lenin vuelve sobre Hegel y la Dialéctica con las mismas limitaciones y muchos prejuicios. Lenin carece de los textos del joven Engels, muchos desconocidos, donde puede verse un ejemplo productivo de aplicación crítica de la Dialéctica.[14] Afirma, siguiendo la caricatura que circulaba sobre el filósofo, que Hegel aunque era “admirador del Estado absolutista prusiano”(sic) sorprendentemente su “doctrina era revolucionaria”. La tesis fundamental hegeliana es —según Lenin— la que existe en el Mundo, “un constante proceso de cambio y desarrollo”. Esta idea de “perpetuo proceso” es lo que habrían conservado Engels y Marx desde su posición materialista. Pero a pesar de este punto de referencia, lamentablemente la Filosofía de Hegel y su concepción de la Dialéctica “al hablar del desarrollo del espíritu y de las ideas era idealista”. Nuevamente la Dialéctica tiene un rol muy restringido en su exposición, meramente ilustrativo. Todas las fuentes de Lenin sobre la Dialéctica hegeliana parecen provenir nuevamente de segunda mano. Su interés eventual por Hegel parecía estar satisfecho con la lectura de Marx, Plejánov y Feuerbach.[15]
[1] Lenin, V. I: Cuadernos filosóficos; Ediciones Estudio, Buenos Aires, 1974, p. 101, segunda edicion corregida y aumentada; apareció por primera vez en ruso en 1930, se tradujo en alemán en 1932, en francés en 1938, en inglés e italiano en 1958 y en español recién en 1960, como tomo XXXVII de las obras completas de Lenin, ed. Cartago, Buenos Aires, 1960, basada en la edición rusa de 1947: В. И. Ленин, Философские тетради Государственное издательство, политической литературы.
Подробнее. Existe otra edición en español que corresponde al tomo XLII de Obras completas, Akal-Cultura Popular, México, 1978, que sigue la de Cartago. Véase la problemática de los cuadernos desde la perspectiva del Dia-Mat: B. M. Kedrov; “On the Distinctive Characteristics of Lenin’s Philosophical Notebooks”, en: Soviet Studies in Philosophy, 9:1, pp. 28-44; además de los trabajos clásicos de Louis Althusser: Lénine et la philosophie, Maspero, Paris, 1969; Lowy, Michael, Dialéctica y Revolución, Siglo XXI, Buenos Aires, 1975, pp. 117-138; Raya Dunayevskaya, Filosofía y revolución. De Hegel a Sartre y de Marx a Mao, Siglo XXI, México, 1977, en especial el capítulo: “El choque de reconocimiento y la ambivalencia filosófica de Lenin”, p. 104 y ss.; además los trabajos más recientes de Kevin Anderson: Lenin, Hegel, and the Western Marxism. A Critical Study, University of Illinois Press, Chicago, 1995; Robert Mayer, “Lenin and the Practice of Dialectical Thinking”, en: Science&Society, Vol. 63, 1999, pp. 40-62; Stathis Kouvelakis: “Lenin as a Reader of Hegel”; en: Lenin Reloaded: Towards a Politics of Truth, ed. Sebastian Budgen, Stathis Kouvelakis,and Slavoj Zizek, Duke UP, Durham, 2007, pp. 101–204; Gianni Fresu, Lenin lettore di Marx. Dialettica e determinismo nella storia del movimento operaio, Città del Sole, Napoli, 2008; Nathan Coombs: “Did Lenin Refound Marxist Dialectics in 1914?”; en: The European Legacy, 2015, pp. 1-19; Di Mascio, Carlo, Lenin e i Quaderni sulla Scienza della logica di Hegel, Edizioni Phasar, Firenze, 2017; Emiliano Alessandroni: “Nei Quaderni filosofici di Lenin: lo studio della Logica e la lettura del proprio tempo”; en: Materialismo Storico, n° 1/2018 (vol. IV), pp. 74-88.
[2] Lenin utiliza la edición Georg Wilhelm Friedrich Hegel’s Werke. Vollständige Ausgabe durch einen Verein von Freunden des Verewigten, Duncker und Humblot, Berlin, 1832–1845.
[3] Véase el estudio clásico de Bo Gustafsson: Marxismo y Revisionismo. La crítica bernsteiana del Marxismo y sus premisas histórico-ideológicas; Grijalbo, Barcelona, 1975.
[4] Garaudy, Roger: Lénine, PUF, Paris, 1968, p. 39. Negri cree ver en la obsesión de Lenin por Hegel pareciera ser fruto de “una necesidad de evasión de la miseria del contexto más que de una necesidad teórica”; véase: La fabbrica della strategia: 33 lezioni su Lenin; Libri rossi, Padova-Milano, 1977; en español: La fábrica de la estrategia: 33 lecciones sobre Lenin; Akal, Madrid, 2004, p. 149.
[5] Francesco Fistetti: Lenin e il Machismo: da «Materialismo ed empiriocriticismo» ai «Quaderni filosofici»; Feltrinelli, Milano, 1977.
[6] Lenin, V. I.; Obras completas; tomo 1, Akal, Madrid, 1974, p. 139-350. Dice el Diccionario de Filosofía del Dia-Mat: “Nikolái Konstantínovich Mijailovski (1842-1904): Sociólogo y publicista ruso, teórico del Populismo. A principios de los años 70, Mijailovski era reformista. En 1877 llegó a la conclusión acerca de la necesidad de transformar de raíz el régimen político de Rusia. En 1879 se acercó a la Voluntad del Pueblo. Lenin calificaba a Mijailovski como “uno de los mejores representantes y portavoces de la democracia burguesa rusa en el último tercio del siglo pasado” (t. 24, p. 333). A partir de 1892, Mijailovski fue uno de los principales redactores de la revista Rússkoe Bogatstvo (“La Riqueza Rusa”), que encabezaba la lucha del populismo liberal contra el Marxismo. Mijailovski entró en la Filosofía como crítico de la teoría spenceriana del desarrollo “orgánico” de la sociedad, teoría que hace apología al capitalismo. En oposición a Spencer, Mijailovski plantea su propia “fórmula del progreso” argumentándola con ayuda del método subjetivo en sociología, que enfoca la historia desde el punto de vista de “lo moral, lo justo, lo que debe ser”. Este método obvia la lógica objetiva del desarrollo de la historia y de las fuerzas sociales reales capaces de realizar el ideal socialista. Al formase como teórico en la época en que el pueblo no estaba desarrollado políticamente, Mijailovski excluía de hecho la posibilidad de la aparición en Rusia de un movimiento revolucionario de masas. El reflejo de su polémica con los “hombres de la revolución”, que “tienen puestas sus miradas en la insurrección popular” fue la teoría de los “héroes” y la “muchedumbre”, que interpretaba los movimientos de masas como inconscientes e imitativos en su base. Plejánov y Lenin criticaron a fondo las opiniones sociológicas de Mijailovski.”; en: AAVV; Diccionario de Filosofía, Editorial Progreso, Moscú, 1984, p. 293.
[7] Lenin, V. I.; Obras completas; tomo XIV, Akal, Madrid, 1977.
[8] Véase: González Varela; N.; “El joven Lenin, una protohistoria”; on-line: https://www.laizquierdadiario.com/El-joven-Lenin-una-proto-Historia; y “Materialismo militans. La proto-Historia de Lenin”, en: Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica, Vol. 57, Nº. 148, 2018, pp. 191-219.
[9] Lenin, V. I.; Obras completas; tomo 1, Akal, Madrid, 1974, pp. 174-175.
[10] A pesar que cita a Marx, Lenin remite la definición de Dialéctica materialista a la presentada por Engels en el Anti-Dühring transcribiendo literalmente un extenso párrafo; Lenin, V. I.; op. cit., p. 176.
[11] Marx, Karl: El Capital, Tomo I, Vol. I, Siglo XXI, México, 1983, p. 19.
[12] Marx, Karl; ibidem.
[13] Lenin, V. I.; “Federico Engels”; en: Obras completas; tomo 2, Akal, Madrid, 1974.
[14]González Varela, Nicolás: “Un Engels desconocido”; en: Friedrich Engels antes de Marx. Escritos (1838-1843); El Viejo Topo, Barcelona, 2020, p. 7 y ss; y: “Engels joven-dialéctico 1839-1840”; en O. Martínez (coord.), Friedrich Engels Dialéctica, naturaleza y crítica de la economía política, Editorial Ande, Lima, 2021, pp. 151-165.
[15] D. Tschizewskij: “Hegel in Rußland”, en: Hegel bei den Slaven, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt 1961, p. 373 y ss.