Por Romina Rojas
La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología, a través de la disposición 946/2018, autorizó la venta de misoprostol en farmacias bajo receta archivada. Se trata del medicamento más utilizado para interrumpir embarazos, recomendado por la Organización Mundial de la Salud con estos fines, a pesar de que este cóctel haya sido diseñado originalmente para el tratamiento de úlceras gástricas. Por ahora, en nuestro país, únicamente se comercializa en una presentación combinada con diclofenac (Oxaprost), de ingesta oral y que debe ser recetada por un gastroenterólogo.
Después del debate del proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo en el Congreso, se habilitó la producción nacional de misoprostol; pero su venta se encontraba restringida a hospitales y servicios de salud. Esta nueva presentación es de aplicación vaginal, pensada para uso ginecológico, y se puede comprar en farmacias bajo receta archivada, en los casos que se contemplan como abortos no punibles. Es decir, cuando se encuentra en riesgo la salud (física o psicológica) de la mujer o cuando el embarazo es producto de una violación. Pero esta novedad cuenta con limitaciones muy importantes: no todo aborto es contemplado como APN; los hospitales “amigables” cada vez son menos; las médicas y médicos son perseguidos por garantizar esta práctica y, para colmo, conseguir la droga en una farmacia no quiere decir que al utilizarla, la mujer que busca abortar lo haga en presencia de profesionales de la salud.
Un triunfo de la marea verde
A lo largo de este año, el movimiento de mujeres fue protagonista de una lucha inmensa que se masificó y tiñó de verde los colegios, las facultades, los lugares de trabajo y, principalmente, las calles. No es casual que después de las vigilias históricas del #13J y el #8A, se haya aprobado la producción nacional de misoprostol. Si esto ocurre, es producto de la lucha de las cientos de miles de pibas que se pusieron al frente de la pelea por el aborto legal. Lo mismo sucede en relación a la reciente habilitación de la venta de misoprostol en las farmacias.
En el mismo sentido, que la amplia mayoría de la sociedad se pronuncie a favor del derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos es una conquista de la marea verde, que supo construir unidad con sectores de trabajadores y estudiantes, e incluso tejió lazos de solidaridad con el movimiento de mujeres internacional.
¿Es suficiente con el misoprostol?
No se puede desconocer que la fabricación nacional y la venta de misoprostol en las farmacias representan un paso adelante. Sin embargo, no hay que dejar de mencionar cuáles son sus limitaciones, ya que el acceso al medicamento y su uso seguro, siguen suponiendo cantidad de dificultades.
Por un lado, la ANMAT no tiene competencia en la regulación del negocio farmacéutico, sobre la venta del medicamento. Este vacío termina habilitando la posibilidad de que el misoprostol se comercialice a un precio muy por encima del que se recomienda para la venta (cerca de los cuatro mil pesos), en un contexto de ajuste brutal por parte del gobierno de Macri y el FMI. Además, conseguir una receta archivada implica sortear uno y otro obstáculo, visitar a más de un médico, pagando abultadas consultas hasta obtener el dichoso papel. Pero sobre todo, conseguir médicos dispuestos a firmar una receta, a sabiendas de que el peso de la justicia patriarcal puede caer sobre sus espaldas.
El problema es que la comercialización del misoprostol no ataca de raíz la clandestinidad del aborto. Aún cuando la OMS lo considera un medicamento seguro, su sola venta no implica que todas las mujeres puedan abortar en condiciones óptimas y con las medidas que garanticen que no ponen en riesgo su salud y sus vidas. La venta en farmacias no resuelve el aborto clandestino, que es el que arroja a las mujeres a gastar sumas siderales para que las clínicas privadas se llenen de ganancias, que las obliga a tener que conseguir dinero para comprar misoprostol y que a las más pobres las condena a morir en medio de abortos en condiciones paupérrimas. La posibilidad de comprar la droga en una farmacia continúa con el aborto en casa, privado, sin profesionales de la salud asistiéndonos. Es seguir condenándonos al silencio y al riesgo. Cualquier persona que haya abortado con misoprostol o haya acompañado a alguien en ese proceso sabe perfectamente que la cuestión dura días; que implica mucho dolor, síntomas difíciles de descifrar, sangrados difíciles de medir… un conjunto de elementos que hacen evidente la necesidad de que el aborto sea legal, seguro, gratuito y en el hospital.
Seguir en las calles para conquistar el aborto legal
La muerte de mujeres pobres a causa de abortos inseguros y en la clandestinidad, tiene un responsable y hay que nombrarlo con todas las letras: el Estado, que sistemáticamente negó a las mujeres el derecho a decidir sobre sus cuerpos. Particularmente el gobierno de Macri, en alianza con la Iglesia y a través de los dinosaurios del Senado, le dio la espalda a este reclamo histórico del movimiento de mujeres.
No alcanza con que se venda misoprostol en las farmacias. Hay que seguir luchando por educación sexual integral, laica, científica y feminista; hay que seguir peleando por el acceso a anticonceptivos, para que se realicen los ANP en los hospitales públicos y, con la fuerza del #13J y del #8ª, hay que seguir levantando bien altas las banderas del aborto legal en el hospital. En un contexto en que los grupos anti-derechos y reaccionarios se levantan en contra de los derechos de las mujeres, se hace más necesaria la organización y la lucha en las calles, para terminar con la clandestinidad que le arranca la vida a tantas compañeras y conquistar que el Estado garantice este derecho.