
Antes del 4 de agosto
Era viernes por la noche y estábamos en el gimnasio del ENAM. No me acuerdo si hacía mucho frío o sólo estábamos amuchades unes con otres para paliar la incertidumbre. Había mucha gente. Éramos casi todes pibes, la mayoría todavía menores de edad, estudiantes secundarios. Había algunes docentes que daban vueltas a nuestro alrededor sin saber muy bien cómo intervenir. Cuando se confirmó que el cuerpo que había aparecido era el de Anahí Benítez fue como si se rompiera algo. Nada volvería a ser igual.
Esa semana, la que conectó el sábado 29 de julio con el viernes 4 de agosto, fue como un sólo día muy largo plagado de manifestaciones, volanteos, afichadas, recorridos por el Parque de Lomas, Santa Catalina y los hospitales de la zona. Porque si alguien buscó a Anahí fuimos nosotres, les jóvenes, sus compañeros y compañeras del colegio, los activistas de las escuelas de la zona, los centros de estudiantes, las organizaciones feministas. No la buscó la policía y tampoco la buscó el gobierno, ni nacional, ni provincial ni municipal.
Frente a esa completa ausencia del Estado, había a veces 2 o 3 movilizaciones al día. Con sol, con lluvia, con velas, en silencio o con agite. Me sería muy difícil ordenarlas cronológicamente porque en mi cabeza se entrelazan entre sí. Pero hubo una que me marcó porque fue masiva, a pesar del frío y de la lluvia. Fue la marcha de las velas. Puede sonar exagerado, pero creo que todas las personas de Lomas que conozco estaban ahí.
Habían pasado 2 años del primer y multitudinario Ni Una Menos, en el que el movimiento feminista había copado las calles para no volver a guardarse. Ante cada caso de femicidio, se salía espontáneamente a reclamar justicia. Tan solo el año anterior, mientras Anahí participaba de la toma del ENAM contra el Operativo Aprender, se celebró el primer paro nacional de mujeres, y marchamos vestidas de negro y rojo, bajo una lluvia torrencial. Anahí era parte de ese movimiento, y por eso nos era cercana. Había participado de la pintada de un mural en los paredones de la UNLa y había marchado el 8 de marzo (el segundo Paro Nacional de Mujeres y Diversidades, y primer paro internacional) con Las Rojas. Pero la sensibilidad de la piba no terminaba ahí, también defendía la educación pública y activaba en el Centro de Estudiantes del ENAM.
Apenas unos meses antes de su desaparición, la policía había intentado ingresar al colegio luego de perseguir a un grupo de estudiantes. Habían detenido a uno de los amigos de Anahí en un patrullero. Les estudiantes resistieron, impidieron la entrada de los oficiales y liberaron a su compañero. En la marcha que repudió el episodio, Anahí llevó la conocida pancarta, pintada por ella, que decía “Las balas que vos tiraste van a volver”.
El viernes 4 de agosto fue un día nefasto, no hay otra forma de describirlo. La policía, que nunca siguió pistas de manera consecuente, había vuelto a rastrillar Santa Catalina y había encontrado un cuerpo. Los medios de comunicación especulaban, decían que era el cuerpo de Anahí, decían que no; decían que había sido violada, drogada, asfixiada, enterrada viva; se desdecían. Mientras tanto esperábamos en el gimnasio del ENAM. No voy a detenerme en los sentimientos de les pibes ante la revelación final. Estos párrafos persiguen otro propósito, que es el de dejar claras algunas cosas: el femicidio de Anahí Benítez se podría haber evitado, y fue el abandono y la desidia de un Estado patriarcal lo que determinó que esa semana terminara como terminó. Los cómplices también son responsables.
Después del 4 de agosto
Ya pasaron cuatro años de ese 4 de agosto. En el medio sucedieron muchas cosas: el gobierno de Macri y Vidal fue derrotado el 14 y 18 de diciembre de ese mismo año en las calles de Congreso, y luego fracasó electoralmente. Una inmensa marea verde, plagada de pibas como Anahí, llenó las calles de glitter y pañuelos, y conquistó, ni más ni menos, que el aborto legal, seguro y gratuito en el hospital. El nuevo gobierno creó el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad, que resultó ser sólo una cáscara vacía que no tiene ni oficina, ni presupuesto, ni propuestas concretas para enfrentar la violencia de género. A las pibas las siguen matando. El movimiento feminista siguió llenando las calles para pedir justicia, como sucedió frente al reciente femicidio de Úrsula.
Las movilizaciones por justicia por Anahí no cesaron en ningún momento. El 5 de agosto, al otro día de ese viernes nefasto, una columna inmensa, plagada de pibes y pibas, copó la plaza del Congreso Nacional. Se marchó a los tribunales de Lomas de Zamora cuando se cumplió un mes, cuando se cumplieron 6 meses, cuando se cumplió un año. Se realizaron jornadas artísticas en la plaza frente a la Municipalidad de Lomas y en el ENAM. Desde Las Rojas, restauramos el mural que Anahí había pintado en los paredones de la UNLa, agregando la consigna “seguís viva en cada piba que lucha”.
El día que comenzó ese juicio trucho que pretendió dar un cierre a la historia, en febrero de 2020, la movilización desde el ENAM hasta los tribunales fue, una vez más, inmensa, demostrando que a pesar del reflujo y de las dudas, la pelea por justicia seguía completamente viva. Participaron la comisión Verdad, Justicia y Transparencia por Anahí Benítez, conformada por compañeros y compañeras de curso de Anahí, y el Centro de Estudiantes del ENAM.
Ese juicio juzgó a una sola persona y con muy pocas pruebas, y no dio ninguna respuesta satisfactoria sobre qué fue lo que pasó. A pesar de que se encontró el ADN de Villalba en el cuerpo de Anahí, él fue declarado incapacitado para enfrentar el juicio luego de una arbitraria pericia psiquiátrica. El otro acusado, Marcos Bazán, fue condenado con pocas pruebas y pocas respuestas. Junto a la Comisión de ex compañeres de Anahí, peleamos por la reapertura de la investigación. Exigimos en ese momento, y seguimos exigiendo, una investigación real que se meta con los poderes que se tenga que meter para saber la verdad, y que termine en cárcel para Marcelo Villalba y para todos los responsables.
El juicio finalizó en plena pandemia, en junio de 2020, a puertas cerradas y a las apuradas. Desde Las Rojas y el Nuevo MAS insistimos en la importancia de movilizar a pesar del Covid-19 y del aislamiento social y, con todas las medidas de prevención, nos manifestamos, junto a la Comisión Verdad, Justicia y Transparencia, en las puertas de los Tribunales.
“Conocíamos a Anahí porque Anahí era militante”, gritó una compañera de Las Rojas cuando los medios de comunicación elegían mirar sólo para el lado “Libertad para Bazán” de la concentración. Las cámaras giraron entonces hacia nosotres. Un periodista le preguntó si creíamos que había una causa armada y ella respondió: “acá hubo un femicidio, y hay impunidad”. Siempre para nosotres el eje principal de esas movilizaciones fue la búsqueda de verdad y justicia por Anahí Benítez.
El juicio no se cerró en silencio. El juicio se cerró con un escándalo en la puerta. Nadie se fue contento ese día. Nadie piensa que la causa esté resuelta. Nadie está satisfecho con las respuestas. Y eso se pudo manifestar, con bombos, agite y gritos. El juicio se cerró en medio de un repudio.
En el transcurso de estos cuatro años hubo quienes intentaron desmoralizar, tirar la pelea para atrás o instaron a abandonar. Pero también estuvimos les que impulsamos siempre para adelante, y peleamos para que “verdad y justicia por Anahí”, así como la consigna de “reapertura de la investigación” sean banderas que sigan bien altas.
Una lucha que sigue viva
Ahora que atravesamos nuevamente estas fechas, las redes sociales se plagan con la cara de Anahí. Este 4 de agosto el Centro de Estudiantes del ENAM convoca a realizar una pegatina. Se demuestra que el reclamo de justicia sigue vivo y que nadie se olvida de Ana. En las calles de zona sur, les pibes siguen contando esta historia aún si no la vivieron, y la gente sigue preguntándose qué habrá pasado con esa piba. La juventud, les estudiantes, las mujeres y diversidades siguen organizándose y saliendo a la calle. Las banderas siguen altas y acá no se rindió nadie. Por eso llamamos a todos los centros de estudiantes, las organizaciones feministas, les pibes y las pibas, a seguir en las calles exigiendo verdad y justicia por Anahí y una nueva investigación que sí dé respuestas.
Seguiremos organizades, luchando, inundando las calles con nuestros reclamos. Entendemos que el camino para obtener verdad y justicia es la lucha, es la organización y por eso recordamos a Anahí como activista y reivindicamos su ejemplo. Así, invitamos a les pibes y las pibas que no quieren saber nada con este mundo como está, a organizarse con nosotres, contra todas las injusticias, contra el capitalismo y el patriarcado, por un mundo donde no falte nunca más ninguna piba, por el mundo por el que luchaba Anahí, y por el que hoy tantos pibes y pibas se organizan.