Alejandro Giammattei es electo presidente de Guatemala

El domingo 11 de agosto se declaraba como ganador del balotaje en Guatemala a Alejandro Giammattei del partido de derecha Vamos con el 58% de los votos contra el 42% de Sandra Torres del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE). De esta forma culminaba una entorpecida carrera presidencial –que inició con 20 candidatos y candidatas– que estuvo marcada por inhabilitaciones, escándalos de corrupción, apertura de procesos judiciales y un prácticamente unísono discurso conservador.

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En lo que más bien parecía una carrera donde cada cual se mostraba más odiosamente de espaldas a las exigencias del pueblo guatemalteco, la elección resultó ser una parodia donde las posibilidades de escoger se limitaron a quién se posicionaba más como el abanderado de la mano dura, entre una lista de candidatos y candidatas que le responden a la cúpula empresarial y militar del país.

Esto quedó patente en la ilegitimidad con que asumirá la presidencia Giammattei. A pesar de obtener la mayoría en la votación, la tasa de participación fue de tan solo 42%, por lo que fue electo solo por el 23% del padrón. Esta es la segunda tasa de participación más baja en los últimos 34 años, desde el fin de la dictadura, y es el segundo presidente menos votado en ese mismo periodo. Estos datos muestran el hartazgo hacia los candidatos que representan la misma elite política corrupta y sometida al imperialismo yanqui.

Giammattei, fundador de Vamos, no es un hombre de fidelidades partidarias. Ha intentado ser presidente en tres ocasiones y alcalde capitalino en dos, todas con partidos diferentes. Esto refleja una atomización política que, sumado a la gran cantidad de partidos, da muestras de una sociedad inestable donde la burguesía no tiene la necesidad de establecer rigurosos sistemas político-partidarios para mantener el control del Estado (a diferencia del bipartidismo en muchos de los países latinoamericanos), sino que muta y crea y desaparece partidos en cada elección.“Guatemala es un castillo de arena en la orilla de la playa, que cada cuatro años se borra con la llegada de una nueva ola”[i].

De lo anterior da cuentas, también, la elección del actual presidente Jimmy Morales en 2015. Un cómico, sin experiencia política, sin armazónideológico marcado, pero con el soporte del poderosísimo sector militar. Ese punto de apoyo superestructural es el que asegura la continuidad de la “política tradicional” a pesar de la alternancia de partidos.

La campaña de Vamos giró en torno a propuestas pro militares y la aclamacióndel conservadurismo más rancio (su eslogan de campaña fue «Que Dios bendiga a Guatemala»). Giammattei es un hombre caracterizado como autoritario, operativo y de carácter fuerte, por ejemplo, el día después de ganar prometió que hará todo lo posible por encarcelar a su contrincante Sandra Torres. Propone aplicar la mano dura contra las pandillas (al estilo de la guerra contra el narco en México o los operativos militares contra las maras en Honduras, que solo añaden elementos de represión sobre los sectores más bajos de la sociedad). Propone la reinstalación de la pena de muerte, la creación de un Consejo Nacional de Seguridad y esta contra el aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo.

A pesar de que inicialmente dijo estar contra el acuerdo de “tercer país seguro”,suscrito por Morales y Trump, una vez electo ha matizado su posición, indicando que se debe respetar lo firmado. Esto a pesar de que el 82% de los guatemaltecos se oponen al pacto. Así, también, una de sus propuestas de campaña fue un “muro de inversiones” a lo largo de la frontera con México para contener la migración. Esta propuesta va de la mano del plan de desarrollo para Centroamérica que López Obrador le prometió a Trump como parte de los acuerdos vergonzosos para que los migrantes latinos no lleguen a Estados Unidos. Si bien es cierto la migración en la región es un flageloresultado de la descomposición social y la súperexplotación capitalista,algunas cuantas empresas no resuelven el problema, ya que atañe a factores más profundos relacionados con la misma organización social y económica de los países.

Por otro lado, haindicado que va a reducir los programas asistencialistas para implantar programas de desarrollo sostenible en las comunidades, aunque no se sabe en qué consisten estos.De esta forma, asumirá en enero del 2020 la presidencia de un país marcado por la pobreza, la violencia, la corrupción generalizada y un éxodo de miles que marchan hacia Estados Unidos. La pobreza es del 59% (sube al 80% en la población indígena), al año mueren 4.500 personas violentamente, el 47% de la tierra está en manos del 2% de los propietarios, hay 1.5 millones de guatemaltecos viviendo en EUA, los cuales envían $9.300 millones anualmente (para comparar, las exportaciones son de $10.500 millones).

El hombre al que no le falta “testosterona para combatir el crimen”no está exento de acusaciones y polémicas judiciales. Entre 2005 y 2007,mientras fungía como director del sistema penitenciario, fueron asesinados siete reos en la Granja Penal Pavón durante un supuesto operativo para recuperar el control de la cárcel. El Ministerio Publico y la CICIG determinaron que esta operaciónhabía sido una cortina de humo para ocultar una operación de limpieza social. Así, Giammattei y otros funcionarios fueron acusados de ejecuciones extrajudiciales, por lo que estuvo 10 meses en la cárcel pero al final fue puesto en libertad por falta de pruebas.

Las prolongaciones que aseguran que el gobierno continúe sirviendo a los sectores poderosos son evidentes y escandalosas. El futuro presidente está ligado a las viejas figuras militares y empresariales. Por ejemplo, Carlos Vielmann, designadocomo Ministro de Gobernación, es un empresario conservador y ex presidente de la Cámara de Industria, y tiene abierto un proceso por tortura y ejecución extrajudicial de 19 reos en 2005.Su compañero de fórmula, como vicepresidente, César Guillermo Castillo Reyes, es un exmagistrado perteneciente a la Cámara de Comercio.

A pesar de este panorama Giammattei no parece tenerla fácil, menos con la poca legitimidad con que fue electo. Pareciera configurarse como un gobierno débil socialmente e inestable políticamente, con un pueblo harto de la explotación a la que está sometida. Este nuevo gobierno solo representa un cambio en la batuta pero la continuidad de las políticas contra la clase trabajadora, los campesinos, los pueblos indígenas, las mujeres, etc. de las anteriores administraciones.

Desde ya hay que prepararse para enfrentar los golpes que ha prometido yconservar (y profundizar) la combatividad de los últimos años, que, por ejemplo, en 2015 tras masivas movilizaciones logró la renuncia del presidente Otto Pérez Molina tras escándalos de corrupción y malversación de fondos y que se le ha plantado al actual presidente, Jimmy Morales, exigiendo su renuncia.

[i]Extraído de https://elfaro.net/es/201908/centroamerica/23553/Giammattei-y-la-%C3%A9lite-de-Guatemala-inician-la-era-post-Cicig.htm?fbclid=IwAR06n2qW___xP-NJrC59KyIJcWh8LaYsioyrK1ZZ3rDv2U1q9oADBGz3ZcA

 

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