
La situación económica debilita al gobierno. La situación social lo hace impopular. Su orientación política lo pone en evidencia.
Ayer, Massa fue perfectamente claro: el bando que elige es el de las grandes empresas, contra los trabajadores que luchan por salario. Dijo que los trabajadores son «unos poquitos» que «toman de rehenes con sus caprichos» al resto de la industria. Alberto Fernández no dijo nada.
Las únicas declaraciones que que se les conoce a la cúpula de la central sindical, de mayoría de «los Gordos», son en contra de la lucha de los trabajadores: “Todos coincidieron en que Crespo está sobregirado” habría dicho uno de ellos en la reunión con Alberto Fernández.

Un representante de la CGT, jamás nombrado, habría dicho a La Nación: “Tenemos que ejercer nuestros derechos en paz, sin resignar el derecho a huelga ni el reclamo ni nuestras pretensiones. Lo que no se puede es quebrar las reglas” y denunció las “medidas anárquicas” de los obreros del SUTNA.
No denuncian a las empresas, sus intentos de aplastar y poner de rodillas a los trabajadores, su voluntad de imponer un aumento salarial del 38% en un período con inflación mayor al 60%, la negativa a escuchar el más mínimo reclamo. Para los «Gordos», la culpa siempre es de los trabajadores.
Quiebre interno
La reunión entre Alberto Fernández y la CGT puso al descubierto un quiebre interno. Moyano amenazó un día entero con abandonar la cúpula de la central.
Es el mismo tipo de crisis que los empujó a convocar a la marcha del 17 de agosto. Su principal rol es el apoyo al gobierno, pero su supuesta razón de ser es defender a los trabajadores. La discusión sobre cómo administrar ese problema es lo que abre grietas entre la conducción de Camioneros de un lado y los «Gordos» del otro (encabezados por Daer).
Finalmente, Moyano decidió no romper con la cúpula de la CGT. Pero pese a todos los debates internos, ni una sola palabra se supo de tomar medida alguna para apoyar a las luchas en curso. Los trabajadores del neumático se enfrentan a empresas muy poderosas, al gobierno, a la campaña mediática y la derecha. La CGT en bloque decide dejarlos solos, hacerse los desentendidos.
También se vienen dando las luchas de los estatales, de los residentes de salud, de los docentes del interior del país. Moyano se muestra incómodo con la situación. Pero a nadie se le escapa que tiene la influencia para apoyar esas luchas. Y no lo ha hecho, pese a los amagues de romper con los «Gordos» en un gesto de combatividad.
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