El Fondo Monetario Internacional señaló en un comunicado que «se han cumplido todas las metas cuantitativas del programa en el primer cuatrimestre del 2022». En concreto, el Fondo ha aprobado el desempeño de la gestión Fernández – Guzmán en tres aspectos: reducción del déficit fiscal primario (es decir, sin contar la deuda), acumulación de reservas y límites en la asistencia monetaria del BCRA al Tesoro.
En base a las revisiones del «staff» del FMI, se confirma una vez más que las metas del Programa de Facilidades Extendidas no cambiarán en lo que respecta a estas áreas. Solo resta que la revisión sea completada por el Directorio del Fondo. El gobierno queda así a la espera de un nuevo desembolso de USD 4.030 millones, destinados a cubrir un próximo vencimiento de la deuda.
Es decir: la plata del Fondo entra al país y vuelve a salir para pagarle al mismo Fondo.
Entre el 21 y el 22 de junio, el gobierno argentino debería ser capaz de poner sobre la mesa USD 2.700 millones. Pero, antes del tercer desembolso del Fondo, la Argentina deberá pagar otros 1.300 y 900 millones de dólares en julio y agosto, respectivamente.
Las preocupaciones
Según las declaraciones de Guzmán, las metas relativas al déficit fiscal fueron «sobrecumplidas» por la Argentina. Ya ha quedado claro que hubo algunos «truquitos» que ayudaron a sobrecumplir, como la inclusión de ítems que poco tienen que ver con la recaudación fiscal. El Fondo ya ha dado su visto bueno en este punto, como también en lo que respecta a reservas y asistencia al Tesoro.
Pero hay otros puntos que siembran cierta incertidumbre sobre el futuro del Acuerdo. El primero y más importante de ellos es la inflación.
Así como «estamos buscando formas de crecer mientras pagamos» se ha convertido en mantra de Guzmán, el mantra del FMI parece ser «estamos evaluando las repercusiones de la inflación y la guerra sobre la economía argentina».
Poco hace falta explicar esto para el lector argentino. La inflación galopante, que ya rompe récords desde la hiperinflación de Alfonsín, está haciendo temblar a la ya golpeada y maltrecha economía argentina.
Por poner un ejemplo, el gobierno ya se está viendo obligado a actualizar diversas partidas presupuestarias del Estado en relación al avance de la inflación. De la misma manera, se prevé que los límites para el déficit fiscal primaria y para el financiamiento al Tesoro puedan actualizarse según inflación.
Pero la inflación remite a otro problema igual de grave: la falta de divisas. Y allí es donde las metas del Fondo podrían empantanarse. Para la evaluación del segundo trimestre, el gobierno debería tener, contantes y sonantes, unos USD 4.100 millones adicionales en las arcas del Banco Central.
¿De dónde va a sacarlos la el Frente de Todos en momentos de sangría de divisas y crisis social? Esa es la gran pregunta que todos patean para el segundo trimestre mientras le dan «aprobado» al primero.