No sabemos en qué país vivía Alberto cuando la enorme movilización del movimiento de mujeres logró arrancar de la cárcel a Belén. Pero parece que recién ahora se enteró de que hay mujeres que van presas, incluso en casos de abortos espontáneos, por la persecución de los antiderechos en hospitales públicos, en provincias que gobiernan amigos de Fernández, como Tucumán. Pero el punto es que hace unos días justo pasaba por donde se presentaba el libro “Somos Belén” de Ana Correa, y allí conoció el caso, se horrorizó al enterarse de la historia y reafirmó su convicción de que es hora de poner fin a la penalización del aborto. También se expresó a favor de todos los derechos de las mujeres e incluso prometió que una de las primeras leyes que va a impulsar su gobierno es la de despenalización y legalización del aborto. Sea como fuere, Alberto prometió que presentará su propio proyecto de ley para marzo de 2020.
El proyecto de ley de la campaña, el que defendimos en todo el país el 13J y el 8A, someramente, tiene entre sus puntos más importantes: que el aborto será garantizado en todo el territorio nacional, en todo el sistema de salud pública (eso incluye obras sociales y prepagas), hasta la semana 14 y a solo pedido de la mujer, joven, niña o persona con capacidad de gestar, sin distinción de origen o nacionalidad, dentro de los 5 días corridos en que se solicite, sin que medie la condición ni obligación de pasar por asesoría, el aborto será incluido en los contenidos de la ESI y no se admitirá la objeción de conciencia.
¿Por qué Alberto presentará un proyecto propio y no el ya existente de la campaña nacional? Según declaran sus voceros, el primer argumento es porque así tendría más peso político (Clarín, 18/11/19). Solo quienes están preocupados por la institucionalidad pueden decir que tiene más peso un proyecto de ley de un presidente, que el proyecto que fue ampliamente debatido por miles y cientos de miles de mujeres en los Encuentros, en las calles y en todas partes, que lo debatió toda la sociedad durante meses y que lo militaron cientos de miles de jóvenes, sobre todo secundaries, en las escuelas, en los barrios, en las universidades, en las cenas familiares, en la vía pública con sus pañuelos verdes, en asambleas feministas masivas, que se sostuvo con dos vigilias de un millón de personas cada una en todo el país.
El segundo argumento a favor de que Alberto presente su propio proyecto es que sería consensuado con las mujeres y con todos los sectores. ¿Quiénes serán esos otros sectores que no es la marea verde? Alberto aclara que hay que “quitarle esa dosis de pañuelo celeste y pañuelo verde. No tiene que haber dos pañuelos”. (Página 12, 17/11/19) ¿En nombre de qué Fernández le exige a la marea verde que baje el pañuelo? El pañuelo verde es reconocido símbolo de la lucha por aborto legal en Argentina y en todo el mundo. En toda Latinoamérica se está luchando por el aborto legal utilizando el pañuelo verde. Todo el mundo lo reivindica, menos Alberto, que nos llama a “consensuar” a las cientos de miles que levantamos la lucha por el aborto legal con los antiderechos. No hay consenso posible con los antiderechos, que están a favor de que las mujeres pobres sigan muriendo en la clandestinidad.
Es cierto que Alberto Fernández todavía no asumió. Y anda por todos lados diciendo que va a dar el aborto legal. Entonces, ¿en qué basamos nuestra desconfianza?
Hay algunos hechos que nos hacen pensar que si no es el proyecto de la campaña, si hay que consensuar con los antiderechos, si para que nos den una ley tenemos que bajar los pañuelos, la cosa puede venir con trabas o con maniobras que finalmente dificulten o impidan el acceso al aborto libre, legal, seguro y gratuito.
En primer lugar, la despenalización sola no resuelve toda la cuestión. Por supuesto que exigimos que ninguna mujer vaya presa por realizarse un aborto y que no se persiga al personal de la salud por asistir abortos. Pero la despenalización sigue dejando a las mujeres que no tienen la información ni los recursos a merced de los abortos inseguros. Porque el aborto se sigue realizando en la clandestinidad. Por eso la marea verde exige la legalización.
Segundo, tenemos la cuestión de la objeción de conciencia. Ese es el recurso más utilizado por los antiderechos para impedir la realización de los no punibles. Fue el caso de la nena de 11 años de Tucumán. Toda la provincia, empezando por el gobernador Manzur, ¡se declararon objetores! En Uruguay, donde el aborto es legal, la concesión a los antiderechos fue que en la ley quedara vigente la objeción de conciencia. Así, hay departamentos (provincias) enteros donde las mujeres no pueden acceder al aborto… aunque es legal. Fue lo que “consensuó” el gobierno uruguayo con la iglesia.
Hoy mismo cayó en Argentina la actualización del protocolo de ILE precisamente porque iba contra la objeción de conciencia institucional, y porque explícitamente decía que no se podía impedir o dilatar la realización de un no punible por objeción de conciencia. Menos de 24 horas le llevó al gobierno de Macri bajar el nuevo protocolo de interrupción legal del embarazo (ILE) que su propio Secretario de Salud había hecho publicar en el Boletín Oficial. El protocolo 2019 era claramente un avance con relación al de 2015, al ampliar la interpretación de las causales de aborto no punible. Pero sobre todo en lo que hace a la objeción de conciencia. Los compromisos antiderecho del macrismo, reforzados en la campaña electoral post paso, afirmándose como vocero de la derecha, lo llevaron a dar de baja la resolución ni bien se dio a conocer.
¿El “consenso” al que invita Fernández incluirá algo de esto? Si no, no se entiende por qué no impulsar que se apruebe el proyecto de la campaña, que claramente deja fuera la objeción de conciencia.
Tercero, también con el ejemplo del “consenso” en Uruguay. Se incluyó en la ley la obligatoriedad de que las mujeres, niñas, adolescentes que requieran un aborto deban pasar por las manos de un equipo interdisciplinario. Disfrazado de consultoría, las compañeras uruguayas denuncian que estos equipos en muchos casos están integrados por personajes ligados a la iglesia católica o evangélica que se dedican a convencer a quienes solicitan el aborto de que desistan, y nos podemos imaginar las palabras, las imágenes o videos torturantes a los que pueden apelar médicos tipo Albino (el que decía que el virus del HIV puede atravesar la porcelana para desestimar el uso del preservativo), o algún médico formado en la misma academia que la diputada que comparó a las mujeres con perritas.
Por último, la ley de Educación Sexual Integral fue también consensuada con los antiderechos. Es por eso que no se aplica. Porque explícitamente dice que los contenidos de la ESI deben ser diseñados “de acuerdo al ideario” de la comunidad educativa. Léase, en la escuela evangélica o católica, o en cualquier escuela pública de Salta donde desde el gobierno se baja la educación religiosa, se enseñan barbaridades como las que sostuvo hace pocos días el ex Arzobispo de La Plata, Héctor Aguer. Este personaje archienemigo del movimiento feminista, salió a declarar que las personas trans sufren de bipolaridad y los gays son antinaturales. Esa es la educación sexual que reciben miles de niñes que asisten a las escuelas confesionales dirigidas por la Conferencia Episcopal. También hoy hubo otro “consenso” con los antiderechos en el Congreso Nacional, pasó más desapercibido, pero dejaron caer el proyecto para reglamentar la ley de Educación Sexual Integral. Porque los antiderechos, ante todo, imponen que no se enseñe la libertad de decidir sobre el propio cuerpo, la libertad de decidir sobre la sexualidad y la libertad de decidir sobre la maternidad.
Lo que nos queda por decir es que la marea verde debe mantenerse organizada y preparada para salir nuevamente, pero sobre todo propiciar un amplio debate para esclarecer cuáles son los puntos del proyecto de la campaña del pañuelo verde. Ese proyecto hay que divulgarlo, discutirlo, comentarlo, debatirlo en todas partes. Para que cuando lleguen nuevos proyectos, la mayoría social que la marea verde ha conquistado a favor del derecho a decidir, sepa a ciencia cierta qué consensuar y con quién. Porque no aceptamos un poco de ampliación de derechos, sino que luchamos por todo el derecho a no morir por aborto clandestino, y a elegir libremente sobre nuestro cuerpo. Nada menos que el contenido del proyecto de la campaña puede aceptar la marea verde.