Alberto Fernández anunció- en el inicio de sesiones que presentará “su” proyecto de aborto alrededor del 10 de marzo. Los detalles, después del #8M para asegurarse que la marea verde no sepa el contenido. Pero sus afirmaciones en pos de ‘bajar’ pañuelos verdes y celestes, y su pertinaz aclaración de que está por el aborto, pero que hay “llegar a consensos”, dan alguna pista.

Un reclamo, dos proyectos

Antes y después de asumir, el propio Alberto Fernández tuvo política para intentar ganarse la simpatía de la marea verde. Pero su idea inicial de ir por la despenalización en vez de por la legalización fracasó. En el movimiento intervienen la izquierda, el peronismo, las abolicionistas, las regulacionistas, las víctimas de trata, las que pelean contra la violencia, mujeres organizadas, activistas no agrupadas, etc y entre todas hay mil y un debates políticos, estratégicos, tácticos, teóricos; sin embargo, el único acuerdo es la necesidad de que haya aborto libre, legal, seguro y gratuito ¿Cómo iba la mera despenalización, entonces, a contentar a los millones de personas que nos habíamos movilizado al Congreso el 13J y el 8A?

Ni lerdo ni perezoso, y con las maniobras que caracterizan al peronismo, Alberto se apersonó en la presentación del libro “Somos Belén” y anunció que tenía la intención de armar su propio proyecto de interrupción voluntaria del embarazo. Con la misma velocidad, un sector de la dirección nacional de la Campaña por el Derecho al Aborto aceptó priorizar el tratamiento del aún desconocido proyecto de Alberto en vez de defender el propio. La mismísima Marta Alanís, dirigente de la Campaña y de Católicas por el Derecho a Decidir, se expidió en reiteradas ocasiones a este respecto: “Pensamos que el proyecto del presidente va a estar en sintonía con el nuestro (…) trabajando en el día después, cómo remover los obstáculos para que haya un acceso concreto para la mujer que quiera abortar”, declaró Alanís ante Infobae el #19F en pleno pañuelazo, aun sabiendo de los rumores que ya corrían en ese entonces respecto a la posibilidad de que el proyecto del ejecutivo incluyera la objeción de conciencia institucional. “No sabemos si va a ser a un proyecto exactamente a nuestra medida, pero confío en que será un buen proyecto (…) Ese proyecto, que seguramente tendrá más poder que el de la Campaña, igual debe ser aprobado por los diputados y los senadores. Y nosotras pondremos nuestra energía para que también se tomen ideas de nuestro proyecto”, insistió ante el Diario Clarín. Sólo un día después, el ministro de Salud, Ginés González García, salió a confirmar lo que ya se veía venir: «Detalles como la objeción de conciencia, siempre y cuando se garantice que se cumpla el caso, se contemplarán (…) El proyecto no tiene que ser profundizador de la grieta”, se expidió ante La Nación. ¡Qué tupé tiene el ministro al llamar “detalle” a la objeción de conciencia, el elemento principal que obstaculiza el acceso a los abortos en países como Uruguay! Cuando el ejecutivo insiste en “no profundizar la grieta”, lo que está haciendo es declarar abiertamente que pretenden consensuar una ley de aborto con los principales enemigos del derecho a decidir: la Iglesia Católica y el Papa Francisco, uno de los principales aliados internacionales del gobierno. Las declaraciones de Ginés vinieron enseguida a ser complementadas por la propuesta del Plan de los 1000 días, que Alberto anunció en su discurso ante el Congreso; una paupérrima iniciativa aplaudida por el Vaticano, en la que las mujeres más pobres recibirían una miserable ayuda estatal para continuar con embarazos que no pueden llevar a término por su situación económica, dando por resultado más niñxs y madres desamparadxs una vez que cumplieran los dos años de vida. Como en la provincia de San Juan, donde ya se aplica, y cuyo resultado es una tasa altísima de adolescentes de entre 14 y 19 años empujadas a la maternidad.

Vamos por el proyecto de la campaña

Lo cierto es que hay dos proyectos: el de la Campaña y el de Alberto. El de la Campaña ya tiene estado parlamentario y media sanción, arrancada con la lucha. Es el que tiene todos los elementos para garantizar que el aborto sea legal y que se aplique.

El proyecto de la campaña no incluye la objeción de conciencia institucional ni individual. Para entender esta la importancia de esta cuestión, basta el ejemplo de Uruguay, donde hay departamentos (provincias) enteros que se han declarado objetores de conciencia. Entonces, aunque el aborto es legal, en la práctica no se aplica porque no hay quien lo realice, y eso está amparado por la propia ley. ¡La objeción de conciencia impide el acceso al aborto!

En el proyecto de la Campaña, el aborto es de aplicación en todo el país sin restricciones ni dilaciones: como máximo, a 5 días de que se inicie el pedido. No incluye comités de bioética. Ya sabemos que están formados por curas y profesionales antiderechos para dilatar, por ejemplo, los abortos no punibles (como el caso de Ana María Acevedo). Además, el proyecto de la campaña incluye el aborto en el PMO (Plan médico obligatorio), es decir, que se haría en hospitales y también obras sociales.

El proyecto de ley de Fernández, consensuado con los celestes, busca dejar muchos huecos para que los antiderechos se metan de mil maneras a impedir que el aborto sea una realidad. Si no deja por fuera la objeción de conciencia institucional o individual, si el proyecto de ley no excluye los comités de bioética, si la práctica del aborto no es a solo pedido de la mujer, joven, niña o persona con capacidad de gestar; si el proyecto incluye condicionamientos o dilaciones de cualquier tipo a esa decisión, si el proyecto no incluye el aborto como derecho a decidir de la mujer en los contenidos de la ESI… ese no es el proyecto de la marea verde. Ese no es el proyecto por el que miles y miles de jóvenes se movilizaron, hicieron vigilias, “educaron” a docentes, familias y a la sociedad en general.

Por un movimiento feminista independiente

El proyecto que presentó la campaña no les pertenece a algunas redactoras, ni a las “cabilderas”, ni a las funcionarias, porque es el proyecto de toda la marea verde.

Muchas ex activistas convertidas en funcionarias del Estado capitalista y patriarcal festejan el anuncio de Fernández. Preparan así el terreno para convencer a la marea verde de que acepte consensuar con los antiderechos, alegando que es mejor “algo” y que ya veremos cómo conseguimos “todo”. Están colaborando en que los antiderechos se puedan seguir metiendo a obstruir el acceso al aborto. Ya lo están haciendo agrupaciones como Patria Grande, la Cámpora y otras (que cuenta con unas cuantas funcionarias en el gobierno), dividiendo la movilización del próximo #8M y centrando el reclamo en el Congreso, cuando todavía no hay sesión a la vista, en lugar de centrarlo en la Casa Rosada, que va a presentar un proyecto contrario al de la Campaña.

Porque esta marea es la que impuso que se discutiera el aborto en la Argentina, porque es la que logró en la helada madrugada del 13J torcerle el brazo a la cámara de Diputados y que se obtuviera la media sanción, la que dio el puntapié para una marea que se extiende por toda Latinoamérica, tenemos la fuerza para imponer nuestro proyecto. Es falso que hace falta “consensuar” con los antiderechos. La mayoría social ya se pronunció por el aborto legal. Por eso, no bajemos los pañuelos: ¡Nuestro proyecto es del de la campaña! ¡Que sea ley, que los antiderechos y la Iglesia no se metan!

El próximo Día Internacional de la Mujer Trabajadora, saldremos nuevamente a las calles, por el aborto legal y por todos los derechos de las mujeres y el colectivo LGBT. Se discute sobre la deuda externa y todo el país está pendiente de si el gobierno logrará un “arreglo” con el FMI. Fernández le pide al FMI (el que no tiene reparo en hundir países a cambio de la usurera deuda) que le consiga tiempo con los bonistas privados. Fernández pide tiempo “para crecer” y juntar la plata, que no es otra cosa que aplicar un ajuste brutal para poder pagar. A cambio, aplica un ajuste a las jubilaciones, a los salarios docentes y estatales, prohíbe la cláusula gatillo en las negociaciones paritarias (el único resguardo del salario de les trabajadores frente a la inflación que no para). Fernández habló en su discurso de nuevas leyes contra la violencia. ¡Ya tenemos cientos de leyes sobre el tema! Pero si no hay presupuesto, es todo papel mojado. ¡No hay plan real contra la violencia hacia las mujeres y diversidades si hay ajuste! Hay que romper con el FMI, no hay que pagar la deuda externa. ¡La deuda es con la población trabajadora, con las mujeres y la diversidad! Esas son nuestras banderas para el 8M.

¡Nuestro proyecto es el de la campaña!

¡Aborto legal ya, sin objeción de conciencia!

¡Que la iglesia no se meta!

Vení con Las Rojas

#8 y 9M Paro internacional feminista.

Sumate a la discusión dejando un comentario:

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí