A partir del veto de Milei a la Ley de Financiamiento Universitario, una ola de ocupaciones[1] recorrió las 62 universidades nacionales. Milei eligió como enemigo a la universidad pública de masas, que es una conquista de la clase obrera en nuestro país, y el movimiento estudiantil reaccionó con autoorganización tomando más de 100 facultades durante una semana. Ante esto, el gobierno se cuidó de reprimir las protestas estudiantiles y dejó actuar a la burocracia peronista del Frente Gremial Universitario, a los rectores y a las conducciones radicales y peronistas de los centros de estudiantes para que se levantaran las tomas. Sin embargo, el conflicto no se terminó porque no hubo ninguna solución y porque les estudiantes queremos seguir luchando por defender nuestra educación.
Se está cerrando una primera etapa en la lucha educativa que nos deja un nuevo piso en materia de conciencia y organización. Es momento, entonces, de hacer un balance de la experiencia que atravesamos durante un mes, que tuvo a la facultad de Filosofía y Letras como vanguardia y referencia para todo el movimiento estudiantil del país. Una experiencia que mostró los alcances y límites del proceso, el rol desorganizador del peronismo, el desborde a la conducción burocrática para defender la toma y el papel clave de una izquierda que, con una coherencia política notable, le puso el cuerpo a la lucha. Desde el ¡Ya Basta! queremos acercar nuestra mirada para aportar a la reflexión de les estudiantes y el activismo que quieren seguir la pelea.
La toma fue una revolución en la facultad
La toma de Filosofía y Letras rompió la normalidad. Puso la facultad bajo control de les estudiantes que nos ocupamos de garantizar su funcionamiento sin injerencia por parte de las autoridades. Controlamos quién entraba y quién salía, nos ocupamos de la limpieza general, organizamos las clases públicas y llenamos la toma de actividades. La magnitud de las clases públicas durante las tres semanas que duró la ocupación fue impresionante, una forma de protesta que transformó la facultad y que sirvió para construir un clima de lucha y de debate permanente. El éxito de la medida demostró que les estudiantes podemos tomar los asuntos en nuestras manos.
La toma no fue una medida simbólica, sino un ejercicio práctico del poder en la universidad donde les estudiantes nos pusimos al frente, debatimos y nos organizamos en asamblea, dirigimos a cada sector y resolvimos cada problema. Al tomar la facultad, los estudiantes podemos empezar a cuestionar la forma burguesa de la universidad que busca imponernos un rol tutelado ante las autoridades y les docentes. Además, las tomas tienen la potencialidad de transformar las universidades en centros organizadores para la lucha contra el gobierno, incluso para los trabajadores como sucedió en la experiencia del Mayo Francés[2].
El proceso que se abrió en octubre reveló también sus límites. Un proceso inicial donde emergió la base estudiantil que llenó las asambleas, aunque con un grado incipiente de politización y de radicalización. Es que hubo una distancia muy grande entre quienes votaban la toma y quienes se quedaban efectivamente. Además, hubo también mucha confusión alrededor del rol desorganizador del peronismo y de los gremios burocráticos docentes y nodocentes que llamaron a paros sin movilización para vaciar las tomas.
Para lograr el involucramiento y la politización de sectores más amplios hace falta un ejercicio constante de militancia que, mediante la explicación paciente, logre sumar a más estudiantes a las tareas prácticas. Y para eso es fundamental el papel de las organizaciones que queremos luchar y que tenemos una fuerte sensibilidad militante.
El Colectivo sufrió el desborde por izquierda
La estrategia del peronismo ante el gobierno de Milei no es salir a luchar sino esperar a las elecciones de 2027. El problema es que Milei es enemigo de la universidad pública, quiere su destrucción, y por eso “esperar” significa que el gobierno arrase con todo. A esta ubicación política hay que agregarle el giro a la derecha que expresó Cristina Kirchner a principio de año cuando afirmó que era necesaria una “modernización” de las relaciones laborales, en sintonía con lo que vienen exigiendo los empresarios, y con la posición de Máximo Kirchner de que hay que respetar los vetos del presidente, aún cuando eso signifique un ataque brutal a los jubilados y a las universidades.
Entender que esta ubicación política del peronismo conduce a bloquear la lucha que surge desde abajo permite entender la actuación de la conducción del CEFyL durante la toma. El Colectivo se vio obligado a aceptar la toma por tiempo indeterminado de la facultad y, a pesar de sus maniobras burocráticas para desorganizar la lucha, les estudiantes desbordamos a la conducción y le impusimos nuestras medidas y reivindicaciones.
El Colectivo siempre fue consciente de que su papel era frenar la lucha. Así lo hizo en la asamblea multitudinaria que votó la toma. Ante la propuesta que llevamos desde el ¡Ya Basta! de votar la toma por tiempo indeterminado arrastraron a las otras corrientes de la facultad a poner a votación una toma por cinco días, maniobra que la propia asamblea desarmó al canto de “toma indeterminada”, obligando a la conducción a cambiar su moción y votar lo que querían les estudiantes. Una semana después, intentaron llamar una “asamblea” para levantar el corte de calle en Puan y Rivadavia que había sido votado por la asamblea general, maniobra que generó la indignación de todo el activismo y que desde el ¡Ya Basta! nos ocupamos de denunciar en el momento. Cuando el corte se hizo efectivo, con unas trescientas personas, el Colectivo tuvo que irse solo al Palacio Pizzurno.
La intención de levantar el corte que había sido votado junto con otros cortes en otras facultades, para llevar al movimiento estudiantil a una marcha de antorchas donde se invitaba a llorar por la educación pública, fue una maniobra del Frente Gremial Universitario para atacar el estudiantazo en ascenso. Fue en ese punto en que el frente único se rompió y el peronismo empezó a jugar un rol claro para que se levanten las tomas en todo el país. Ante el conflicto, ellos opusieron la negociación secreta con el gobierno y la rosca en el Congreso a la autoorganización y a la radicalización de la lucha estudiantil.[3]
A partir de ese momento, el Colectivo empezó a boicotear la medida de fuerza, sacando el cuerpo a la organización de las clases públicas, la seguridad y la limpieza. El punto cúlmine de su orientación se vivió en la asamblea del martes 29/11, donde quisieron romper la asamblea, llevando el aparato peronista de la UBA para levantar la toma y llegando incluso a querer robarse el sonido. Sin embargo, desde el ¡Ya Basta! nos plantamos con una firmeza extraordinaria para frenar las maniobras, evitando así que el Colectivo impusiera una derrota artificial a les estudiantes y el activismo y logrando que se votara la continuidad de la medida de fuerza y un plan de lucha impulsado por la asamblea interfacultades.
La reacción del Colectivo: un peligroso cuestionamiento a la democracia estudiantil
La toma, entonces, sirvió también para que les estudiantes podamos hacer una experiencia con el Colectivo como burocracia que busca desorganizar la lucha, pero que quedó evidentemente desprestigiada ante el activismo.
Sin embargo, ahora la conducción busca hacer pasar un balance contra las asambleas, diciendo que las mismas sólo servirían “para que las agrupaciones hagan una perfo” y que habría “muchísima democracia en el CEFyL como no hay en ningún otro centro de la UBA”, proponiendo que se quite de la moderación al conjunto de las agrupaciones opositoras y queriendo restringir las mociones que cualquier estudiante pueda presentar en la asamblea. Su objetivo es ponerle un corset a la democracia estudiantil para evitar desbordes. Alertamos a todes les estudiantes que esta intención de atacar la asamblea va a persistir y es una acción peligrosa porque atenta contra el espacio que es el corazón de nuestra democracia de base.
Cada asamblea es soberana y tiene la potestad de decidir cómo funciona. Desde el ¡Ya Basta! rechazamos no sólo cualquier intento de regimentar las asambleas por parte del peronismo o de cualquier sector sino también decimos que queremos más democracia. Opinamos que el criterio de la moderación debe incluir a las agrupaciones que fueron votadas por les estudiantes para la Comisión Directiva, preservando así la unidad del espacio de la asamblea, y que la palabra debe ser libre para cualquier estudiante sea agrupado o no agrupado. Porque en las asambleas sí se procesan debates, aunque no le guste eso a la conducción, y queremos que ese debate sea lo más amplio y libre posible. Es equivocado el criterio de cercenar la palabra a los compañeros agrupados[4] que estudian en la facultad, que tienen experiencias y trayectorias distintas y que han decidido organizarse porque la experiencia les ha demostrado que uno tiene más fuerza si se agrupa que actuando de manera individual. Si Milei quiere callarnos, si el Congreso demuestra que los diputados no representan la voz de la sociedad, si la burocracia quiere limitar nuestra palabra, si los medios de comunicación nos dan la espalda, entonces les estudiantes tenemos que responder con una democracia de otro tipo, con el grado máximo de democracia, donde cada estudiante tenga voz y voto en la asamblea independientemente de su grado de participación política.
PTS y PO, un denominador común[5]: rechazar el estudiantazo
Los 20 días de toma en Filo también revelaron las importantes diferencias políticas en el seno de la izquierda y la actitud de cada organización ante la toma de la facultad.
La Secretaría General (PO-PTS) del CEFyL acompañó las medidas de fuerza votando a favor pero en la práctica cotidiana le sacaron el cuerpo, contradicción que fue señalada por estudiantes independientes de forma pública en las asambleas. Se trata de dos corrientes de izquierda que no vieron ni apostaron a la emergencia de un estudiantazo contra Milei.
A principio de año, el PTS caracterizó que se había abierto en el país una “situación prerrevolucionaria” y que las asambleas barriales eran “soviets” en gestación. A eso se jugaron, abandonando el movimiento estudiantil y afirmando más de una vez que estaban en contra de un estudiantazo, planteando que esa consigna era “corporativa” y “sindicalista”. Nada más alejado de la realidad que vivimos. Junto a esta caracterización equivocada, su política fue electoral: jugar sus fichas para el relanzamiento de Myriam Bregman como diputada para 2025… ¡un año antes de las elecciones!
Desde esa ubicación, el PTS entró desarmado al estallido estudiantil, que significó un problema para su orientación electoralista porque las tomas de las facultades hicieron que la perspectiva electoral se alejara. Sin embargo, ratificando su orientación, el PTS actuó de manera consciente para tirar atrás la lucha. Atacó a los centros independientes como el Nuevo CEAA de Artes Audiovisuales, nunca se hizo parte del verdadero debate en cada asamblea excluyendo de sus intervenciones tomar una posición alrededor de la toma y su continuidad, en el momento en que el Colectivo quiso levantar la toma intervinieron de manera reaccionaria diciendo que no había que confrontar porque “así le damos de comer a la derecha”[6] y buscaron instrumentalizar el estudiantazo para tratar de construir figuras artificiales a expensas de la misma lucha. Desde el primer día le sacaron el cuerpo a la toma e intentaron siempre de sacar al ¡Ya Basta! de la conducción de las asambleas, apoyándose en sectores antipartido. Es la misma corriente que le regaló el CEFyL al Colectivo para evitar que seamos parte de la conducción del mismo. Una vez más, los motiva más el odio sectario antes que las necesidades objetivas del movimiento estudiantil; pero ese odio sectario los ha llevado a una pérdida militante.
Por su parte, el Partido Obrero, con una orientación distinta, también le sacó el cuerpo a la toma. Es que el PO apostó al movimiento piquetero como sujeto de lucha contra Milei, pero esa perspectiva se vio limitada ante los ataques del gobierno. Luego ató su política para el conflicto educativo a las necesidades de la AGD, buscando subordinar al movimiento estudiantil a uno de los claustros que más atrás estuvo en todo el proceso[7]. Esta posición corporativa los llevó a decir en la Interescuelas de Historia, dos semanas antes del estudiantazo, que “hay que plantearse que el movimiento estudiantil quizás no existe”. No la vieron. Incluso su posición previa al veto de “Si hay veto, hay tomas” fue equivocada, porque lo que había que plantear era “Abajo el veto”, es decir, una política para tirarlo abajo y no darlo como un hecho consumado.
El Partido Obrero tuvo una política centrista durante el conflicto, que osciló entre la presión electoralista del PTS y la presión por profundizar la lucha del Nuevo MAS. Aunque conservan la dirección única de tres centros de estudiantes en AMBA, misma cantidad que nuestro partido, se nota la falta de músculo militante que sufre el PO. La falta de claridad en el proceso mismo y la ubicación de “estar en el medio” los llevó a no poder sostener ninguna de sus posiciones, expresándose de manera más clara en la asamblea donde el Colectivo quiso levantar la toma[8]. En el climax de la asamblea, el PO intervino para querer frenar a quienes estábamos denunciando enérgicamente la maniobra de la conducción, diciéndonos por lo bajo de que “si la perdemos saldremos a denunciar”. Esta actitud de no disputar la dirección de la asamblea fue defendida posteriormente por el PO atacando a nuestra agrupación por “cantar” contra la burocracia, como si el simple acto de cantar fuera un hecho “violento”. Deberían dejar de banalizar la violencia, que fue ejercida por el peronismo contra el movimiento obrero durante la historia de este país[9], y reconocer que la cobardía política en una organización revolucionaria no sirve para ganarle al peronismo las asambleas ni para defender al movimiento estudiantil ante los ataques de Milei.
Ambas corrientes del Frente de Izquierda coincidieron no solamente en sacarle el cuerpo a la toma sino también en negar a los estudiantes como actores centrales de la lucha educativa, que por ser la inmensa mayoría de los trabajadores en la universidad son el sujeto que debe estar al frente del proceso, y desde ahí construir una unidad de clase con los docentes y nodocentes.
El papel clave del ¡Ya Basta! Como dirección de la toma
En este proceso, el ¡Ya Basta! se destacó por su coherencia política. Desde febrero de este año apostamos a la emergencia de un verdadero estudiantazo para derrotar todo el plan de Milei, que pudiera colocar al movimiento estudiantil al frente con la perspectiva de desarrollar la unidad obrero-estudiantil. Volvimos a insistir en esta perspectiva en Mayo, luego de la histórica primera marcha federal educativa, donde más de un millón de personas copamos las calles de todo el país, resaltando la necesidad de construir una nueva dirección para el movimiento estudiantil. Y una vez que el estudiantazo emergió, apostamos de manera consecuente a la autoorganización y al desborde de las conducciones burocráticas, buscando unificar al resto de la izquierda con esta posición.
El ¡Ya Basta! tuvo un papel clave a la hora de dirigir la política de la izquierda en las asambleas de Filosofía y Letras. Efectivamente, fuimos la única agrupación que planteó la toma por tiempo indefinido, fuimos quienes impulsamos la realización de una asamblea interfacultades, fuimos quienes denunciamos y alertamos que el Colectivo quería levantar el corte en Rivadavia y Puan para llevarnos detrás de la burocracia, fuimos quienes defendimos el criterio más democrático para la moderación de las asambleas y fuimos también quienes propusimos continuar la toma cuando la conducción quiso levantarla, defendiendo hasta las últimas consecuencias esa posición.
No solamente fuimos la agrupación que marcó el programa y las medidas a seguir en Filo, sino también fuimos la única agrupación independiente que le puso el cuerpo a la ocupación desde el primer día hasta el último, garantizando la realización de las clases públicas, la limpieza general y controlando la seguridad en la puerta. Mientras otras corrientes se jugaron a desorganizar al movimiento estudiantil, el ¡Ya Basta! intervino conscientemente para ocupar el lugar de dirección de la toma, dialogando con el activismo para llevar adelante las tareas necesarias y arrastrando al resto de las corrientes a garantizar las cuestiones prácticas. Y en cada momento supimos dialogar con el movimiento estudiantil para tener una línea precisa para la acción. Creemos que este es el ejemplo de lo que debería ser toda la izquierda en la facultad.
El nivel exagerado de ataque que sufrieron nuestra agrupación y sus integrantes durante los meses previos al estudiantazo, solo se explica como un intento desesperado de distintas organizaciones por frenar a la agrupación más grande, más fuerte y con más convicción militante de la facultad, para evitar que se coloque como dirección del movimiento estudiantil. Pero ningún aparato es más fuerte que la lucha de clases y, apoyados sobre la lucha, pudimos demostrar que el ¡Ya Basta! es una herramienta imprescindible para sostener, defender y conducir la toma de la facultad. Atacar al ¡Ya Basta! es hacerle el juego a Milei y al peronismo que boicotea la lucha.
Los militantes del ¡Ya Basta! sentimos un inmenso orgullo por haber puesto todo nuestro esfuerzo a garantizar la toma de Filo, las 24 horas del día durante 20 días. Salimos de esta experiencia también con un nuevo piso, un saldo político y constructivo que nos fortalece de cara a lo que se viene.
Reforcemos la organización estudiantil independiente para preparar el segundo round de la lucha educativa
El veto de Milei abrió una experiencia con el gobierno y demostró para amplios sectores que el Congreso es una cueva de bandidos que se venden por tres pesos. Las tomas en las facultades revelaron la potencia que tiene el movimiento estudiantil cuando se autoorganiza y se pone de pie, y en muchos casos se hizo una experiencia de desborde a las burocracias peronistas y radicales de los centros de estudiantes. El primer round del conflicto educativo deja como saldo un nuevo piso en materia de conciencia y organización: saber que Milei y la universidad pública son dos elementos irreconciliables y que ante sus ataques tenemos que tomar los asuntos en nuestras manos.
La lucha continúa porque no hubo ninguna derrota y no hubo ninguna solución por parte del gobierno. El presupuesto para el año que viene seguirá siendo miserable y la intención del oscurantista Milei es destruir la universidad pública que es fuente de creación para el pensamiento crítico.
En estos momentos se está cerrando el cuatrimestre y están planteadas una serie de acciones para el AMBA. Es casi seguro que el año que viene, al retomarse un nuevo año lectivo, vuelva a surgir con fuerza la lucha educativa. Por eso es fundamental hacer balance sobre lo que pasó y el papel que jugó cada actor político y cada organización en esta primera etapa.
Desde el ¡Ya Basta! – La Izquierda en Filo queremos interpelar al conjunto de les estudiantes y de les activistas que fueron parte activa de la toma a través de este balance público. E invitarlos a hacer una experiencia de organización con nuestra agrupación, que ha mostrado su coherencia a lo largo de todo este año, su voluntad y su firmeza para llevar la lucha hasta el final.
[1] Una compañera de nuestra agrupación sintetizó en esta frase, que retoma la obra de John Reed, la experiencia de la toma de Filo que resultó una ruptura de la normalidad y una revolución en la forma de organizar la facultad.
[2] Una experiencia que contaba con otro piso de conciencia y radicalización y que apostamos a que se realice también en Argentina en la medida en que el movimiento estudiantil se radicalice.
[3] Ambos caminos se muestran hoy como estériles. Primero, porque el gobierno cerró toda negociación para mejorar el presupuesto de 2024, incluidos los salarios docentes y nodocentes. Segundo, porque el Jefe de Gabinete salió a decir que van a gobernar prorrogando el Presupuesto de 2023.
[4] El criterio de limitar las intervenciones de los agrupados fue un criterio impuesto por La Mella hace varios años en el movimiento estudiantil, como mecanismo para despolitizar las asambleas y cercenar el debate, criterio al cual el PO y el PTS cedieron.
[5] Cuando las fracciones tienen el mismo denominador, decimos que tienen denominadores comunes.
[6] Es importante marcar que, en el momento en que ya se había roto el frente único con los K y actuaban directamente para reventar la toma, el PTS intervino para sostener la unidad con el peronismo. Los une una misma salida: las elecciones de 2025.
[7] Más allá de varias excepciones, es destacable el papel que jugaron muchísimos docentes para tirar atrás la pelea, yendo directamente en contra de las tomas, negándose a hacer clases públicas o ejerciendo una presión inaudita sobre los estudiantes exigiendo más en un momento donde era necesario atenuar la presión académica para que les estudiantes pudieran desarrollar su lucha con libertad.
[8] Otro ejemplo fue el de la Asamblea Interfacultades, donde el PO cedió ante el PTS la moderación de la asamblea, votando a favor de ser excluido de su conducción, algo nunca visto para una corriente estudiantil que se dice ser de izquierda revolucionaria.
[9] Como expresamos en la Comisión Directiva, la violencia política en nuestro país fue impulsada por el peronismo que creó la Triple A que desapareció, torturó y asesinó a cientos de militantes revolucionarios, obreros y activistas estudiantiles durante los años 70.