Por Aye Obladi
“La Peker” es una de esas periodistas y escritoras progresistas que una siempre se siente obligada a leer. Quizás, porque es de las grandes exponentes del periodismo feminista con las que coincidimos… hasta cierto punto.
El balance de Luciana sobre la histórica lucha del movimiento de mujeres argentino por el derecho al aborto legal, puede ser resumido con el título de su nota en el New York Times: “La revolución de las jóvenes argentinas es irreversible”[2]. Dejemos por un momento el acento puesto en los conceptos y categorías de “revolución” y “jóvenes” (a los que cabría hacer diferenciaciones y aclaraciones), y vamos hacia esa primera parte del goce, esa con la que coincidimos, la de la “irreversibilidad”.
Como dice Luciana, “detrás de este revés parlamentario hay una victoria irreversible”. En un contexto internacional y nacional donde todo parece girar hacia la derecha y los pueblos del mundo luchan (en general fragmentada y/o “pasivamente”) por conservar lo existente, el movimiento de mujeres internacional se alza como una contra-tendencia a la tendencia reaccionaria y empieza a luchar contra todos los gobiernos del mundo, siendo Argentina vanguardia de este gran alzamiento.
El movimiento de mujeres argentino logró con el #NiUnaMenos una masividad desconocida hasta entonces, y sin embargo, no se conformó con ello. Pasó de una proclama defensiva (que no nos sigan matando), a una lucha ofensiva: la exigencia de un nuevo (y estructural) derecho: el del aborto legal, libre, seguro y gratuito (poder decidir sobre nuestros propios cuerpos). La campaña por el derecho al aborto legal fue ganando cada vez más terreno y no sólo supo convencer a la mayoría social con su debate, sino que supo movilizar y organizar a miles y miles de mujeres y personas en general, sumándolas activamente a la lucha por el aborto. Pero como este movimiento, el feminismo también es irreversible. Las que luchamos por el aborto sabemos que tenemos que luchar contra un sistema enorme que nos oprime, el patriarcado. Las cientos de jóvenes que se sumaron a la campaña por el derecho al aborto, saben que se sumaron a algo mucho más grande… y es por eso que no van a parar hasta conquistarlo todo; porque como dijo nuestra referente de Las Rojas y el Nuevo MAS, Manuela Castañeira, “la conciencia, cuando arranca, no tiene vuelta atrás” . Esa es la victoria irreversible y todo esto es lo que hace que “la revuelta feminista en la Argentina [sea] la fuerza social de mayor peso y de mayor convocatoria.” (L. Peker). Esa es su gran victoria y es eso lo que hace que “la lucha recién empiece” .
Pero cabría preguntarnos: ¿la lucha de quién y contra quién? Aunque suene zonzo… no siempre que se aclare, oscurece.
Luciana Peker en su nota destaca dos elementos característicos del movimiento de mujeres actual: su laicidad y su jovialidad. En ese sentido, es que se constituye como antitético y/o enemigo tanto de la Iglesia Católica (por su religiosidad conservadora, moralista y anti-libertaria) y por otro lado, del Senado [3](compuesto por senadores que promedian los 57 años y que dan cuenta de lo que Luciana llamará un “pasado en formol” contrapuesto al futuro vibrante y laico que signa a la ola verde).
En términos generales, podríamos coincidir en que tanto la cuestión generacional como el laicismo son determinantes en esta marea, pero por querer comprender “lo nuevo” no se debe olvidar “lo fundamental”. El senado y la Iglesia se vuelven enemigos, pero no (sólo) por una cuestión generacional, por una crisis de representatividad, falta de aggiornamiento de la política o la Iglesia Católica, tal como Luciana nos pretende mostrar. La lucha por el aborto y el histórico movimiento de mujeres son algo que viene a cuestionar toda una estructura patriarcal opresora que se materializa esencialmente en dos instituciones: la Iglesia y el Estado. En ese sentido estructural, no se trata (fundamentalmente) del problema de una Iglesia Católica demasiado conservadora ni de un senado con demasiados “viejos celestes”. El problema no son las formas de estas instituciones sino, las instituciones mismas. En ese sentido es que “coincidimos” con sus caracterizaciones del movimiento, pero no con “el por qué” de éstas. Y esto no es menor, porque esta clarificación es la que nos ayuda a entender por qué no coincidimos con la salida que Luciana le da al movimiento de mujeres. Veamos…
Tanto ella, como nosotros y seguramente miles que suman a esta batalla, comprendemos que este movimiento es irreversible, que no hay vuelta atrás y que esto recién empieza. Pero en seguida (ella, nosotros y miles) nos formulamos la siguiente pregunta necesaria: ¿cómo y por dónde seguimos? Es decir: “y ahora que sí nos ven” (¡y nos van a seguir viendo!), pero aún no conquistamos el derecho al aborto legal… ¿qué hacer? O en palabras de Luciana Peker, se nos presenta el siguiente desafío: “el futuro es irreversiblemente feminista. Pero esa tendencia debe estar acompañada de acciones que garanticen el éxito de la ley por el aborto legal, seguro y gratuito el próximo año”.
¿Cuáles son esas acciones que garantizarían el éxito..? El ojo de Luciana se coloca en el mismo lugar que el nuestro: de lo que se trata es de quién tiene el poder. Como Lenin, “la Peker” comprende que fuera del poder, todo es ilusión. Pero de manera contrapuesta al revolucionario bolchevique, se reduce a pensar al poder bajo su forma democrático burguesa (o dictatorial capitalista). Para Luciana, la tarea del movimiento es salir de las calles y reducir su actividad política a un papelito que tiene fecha en el 2019. Dice:
“Hay toda una generación de argentinas y argentinos, muchos de los cuales podrán votar en las elecciones presidenciales y legislativas de 2019, cuando se podrá volver a discutir la legalización del aborto seguro en el Congreso.” “La ley se debe instalar en el centro de las elecciones de 2019… También, se debe promover que más feministas lleguen a cargos de representación política”. “El movimiento feminista debe unirse en torno a los liderazgos que puedan articular un movimiento popular, masivo, democrático y que puedan ocupar lugares de peso en la opinión pública.”
Es decir… nos manda a votar al kirchnerismo o a alguna reedición “aggiornada” de éste. Para Luciana, de lo que se trata es de “renovar el senado”, no del senado mismo. En momentos en que el movimiento empieza a ver que no alcanza con ganar la opinión pública, que no alcanza con “visibilizarnos”, cuando empezamos a ver que la democracia está en las calles y que eso que se presenta como democracia no es más que la democracia de una clase y élite privilegiada que vive a costa nuestra, cuando es el momento de entender que ese parque jurásico medieval, retrógrado y reaccionario no es más que el régimen mismo al que tenemos que abolir[4]… el progresismo encarnado en nuestra adorable periodista, nos viene a decir que nos guardemos y repite la fórmula K de cuidar la gobernabilidad tras el “hay 2019”.
Sin embargo, no es de extrañar esta respuesta. El feminismo progresista y posmoderno (un ejemplo de esto es la antropóloga Marta Lamas[5]) defiende la idea de que de lo que se trata es de desarrollar una especie de “guerra de posiciones” (en una vulgar interpretación de los escritos de Gramsci). Ir ocupando cada vez más espacios… ¡en las instituciones del Estado! (burgués-capitalista-patriarcal). Es decir, de fondo no hay más que pura institucionalidad y gobernabilidad. Pero nuevamente, no es de extrañar que el feminismo progresista-posmoderno se alíe con el peronismo del siglo XXI, el kirchnerismo. Éste, como proyecto burgués capitalista, se hizo del aparato del Estado con una única tarea: recomponer la legitimidad que las instituciones habían perdido luego del “que se vayan todos”, luego de una verdadera crisis de régimen desencadenada por la crisis orgánica de 2001. Y es justamente este cuestionamiento al régimen (ahora por parte del movimiento de mujeres), lo que nuestra periodista viene a querer evitar.
Así es cómo cierto “feminismo” empieza a dar sus respuestas al ¿y ahora qué? Unos responden “por dentro del Estado anti-democrático, todo”, y otros respondemos que el problema es el Estado anti-democrático mismo.
El problema del poder sigue siendo EL problema
Esto es cierto y es algo que el movimiento tiene que empezar a comprender. Definitivamente, mientras gobierne Macri las mujeres la tendremos muy difícil y es por eso que él es hoy nuestro mayor enemigo en Argentina. En un contexto en el que “nos gobierna el FMI” y la primera meta del gobierno es el ajuste y recorte en el gasto público (salud y educación), conquistar el aborto legal, objetivamente se vuelve muy difícil. Difícil, pero posible y mucho, porque la objetividad de la fuerza del movimiento también es enorme. Todo esto es lo que hace que para conquistar el derecho al aborto libre, legal, seguro y gratuito y todos los derechos que nos faltan, debamos construir un feminismo fuerte, cada vez más organizado e independiente, a la altura de la monstruosidad del macrismo.
En ese sentido es que este “feminismo fuerte” está muy lejos de lo que Luciana defiende. El kirchnerismo o cualquier variante burguesa que posponga nuestras luchas para un supuesto futuro idílico (más cuando ese proyecto ya gobernó por más de una década y permitió que sigan muriendo cientos de mujeres por abortos clandestinos) no son alternativa. Las feministas debemos enfrentarle al poder de los proyectos antidemocráticos que expresan los intereses de las minorías explotadoras y opresoras, el poder de una fuerza que exprese los intereses de las mayorías explotadas y oprimidas. De la necesidad de una fuerza que haga centro en las calles, (donde se encuentra el verdadero empoderamiento y la verdadera democracia), con independencia de la Iglesia, y en unidad con la clase obrera, en dirección a ir construyendo una verdadera alternativa de los de abajo: de los trabajadores, las mujeres y la juventud. Una alternativa necesariamente feminista, obrera y socialista.
[1] Luciana Peker es periodista especializada en género. Escribe en el suplemento Las/12, de Página 12., y es autora de libros como “Putita Golosa”. Formó parte al mismo tiempo, del colectivo “Ni una menos”.
[2] https://www.nytimes.com/es/2018/08/10/opinion-aborto-argentina/?smid=fb-espanol&smtyp=cur
[3] Otra nota en la que L.P insiste en esta caracterización, es la siguiente: https://www.pagina12.com.ar/134090-las-jovenes-abortan-pero-no-votan-los-senadores-votan-pero-n
[4] Sobre la necesidad de abolir el senado, leer: https://izquierdaweb.com/hay-que-abolir-el-senado/
[5] Marta Lamas es una reconocidísima antropóloga mexicana feminista, que escribió libros como ; “Ciudadanía y feminismo…”, “Cuerpo, sexo y política”, entre muchos otros. En relación a la necesidad de superar la desigualdad de género y sexo, una de sus conclusiones centrales es la de la necesidad de “atacar la matriz cultural” que encierra el machismo.