Es el pueblo venezolano quien debe decidir sobre la legitimidad de su gobierno
Declaración de la Corriente Internacional Socialismo o Barbarie 10/01/2019 19hs.
Maduro asumió el día de hoy su segundo mandato a la presidencia de Venezuela. A estas alturas no es un secreto para nadie la inmensa catástrofe y degradación social que se vive en el país que supo ser nave insignia del progresismo de la región. Su segunda asunción se está dando en medio de un aislamiento internacional gestado centralmente por gobiernos de derecha pro imperialista.
Es evidente, no obstante, que la responsabilidad primera de la situación que se vive en Venezuela es del gobierno de Maduro y el chavismo. En sus ya más de veinte años al frente del gobierno, el chavismo no hizo ninguna transformación profunda en un sentido anticapitalista. Se trata a grandes rasgos de una dependencia absoluta de la exportación de petróleo, a través de cuyos ingresos se abastece de todo lo demás, incluyendo alimentos y medicina. Jamás se tomó ninguna medida de fondo que hiciera de Venezuela un país que no dependiera de forma absoluta de los dólares del petróleo, lo que implicaba avanzar en medidas anticapitalistas que un gobierno burgués como el chavista nunca quiso tomar.
El “bolivariano” surgió como un proceso sumamente progresivo, pues fue producto de una auténtica rebelión popular que conquistó muchas concesiones económicas y sociales. El nacionalismo burgués de Chávez se montó sobre esa rebelión para gobernar con un amplio apoyo popular que le permitió tener cierto grado de independencia respecto a la vieja burguesía escuálida y los Estados Unidos, incluso enfrentándolos con una retórica “socialista”. El punto más alto de la rebelión fue la resistencia al golpe de Estado de abril del 2002 y la derrota del paro-sabotaje patronal de fines de ese año y principios del siguiente. Luego de estos triunfos populares, el chavismo, lejos de afirmarse en la iniciativa popular, desmontó toda actividad desde abajo para reemplazarla con una gestión bonapartista del Estado capitalista. Así, el chavismo administró el poder burgués durante una década más, haciendo de sus funcionarios una capa de burócratas y boli-burgueses enriquecidos bajo el amparo del poder, que es hoy una capa social mediadora entre las masas por un lado y el imperialismo y la burguesía escuálida por el otro. Con el avance de la crisis social y con Chávez ya muerto, amplios sectores populares fueron rompiendo con el que consideraban su gobierno sin por eso inclinarse por la derecha escuálida y racista debido a la experiencia hecha en décadas de gobiernos de super explotación y opresión, al abismo de clase que los separa de ella.
Ya con sus bases sociales, económicas y políticas muy deterioradas, Maduro fue profundizando el carácter bonapartista de su gobierno, tratando de resolver su crisis con iniciativas políticas que sostuvieron el reemplazo de la iniciativa popular por la regimentación bonapartista. Eso significó la convocatoria a una Asamblea Constituyente que no contó con una auténtica participación de masas. Así fue también la reelección de Maduro en mayo del año pasado, que si bien fue “legítima”, contó con una participación baja para los parámetros de años anteriores.
En todo este contexto es que los gobiernos cipayos – como Macri, Piñera, Bolsonaro, etc. – usan la situación en favor del alineamiento incondicional de toda la región a los Estados Unidos de Trump. La excusa es la “ilegitimidad” de la elección presidencial pasada por la no participación en ella de la oposición. La realidad, triste realidad para los escuálidos, es que decidieron boicotear la elección porque no podían ganarlas ni aún en medio de la insondable catástrofe que es el gobierno de Maduro.
La excusa “democrática” en boca de semejantes gobiernos reaccionarios debería ser suficiente para demostrar la ilegitimidad de sus planteos. Todos ellos vienen avanzando sobre las libertades democráticas de los de abajo en sus respectivos países. Bolsonaro incluso alcanzó el poder con la proscripción del principal candidato y en medio de una situación reaccionaria que incluyó el asesinato político de Marielle Franco y los dos años de mandato de un presidente no votado por nadie como fue el de Temer. Iván Duque en Colombia gobierna sobre un país que vive el sistemático asesinato de activistas desde hace años. Todos ellos se apresuraron a reconocer al gobierno de Juan Orlando Hernández en Honduras luego de triunfar en medio de denuncias de fraude y movilizaciones de repudio. Podríamos seguir largamente con los ejemplos. Quien encabeza realmente la iniciativa del desconocimiento de Maduro es Donald Trump, cabeza de la que es todavía la principal potencia imperialista del mundo de hoy. A ninguno de ellos les interesa ni le ha interesado jamás la voluntad del pueblo venezolano. Lo que quieren es el sometimiento incondicional del país.
La Corriente Socialismo o Barbarie rechaza de manera incondicional cualquier avanzada golpista orquestada por el imperialismo y los gobiernos reaccionarios de la región contra el gobierno de Maduro. Defendemos que es el pueblo explotado y oprimido de Venezuela el que debe decidir sobre su legitimidad.