Reflexiones de un trabajador metalúrgico de Córdoba

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Por un trabajador metalúrgico de Córdoba

“El gobierno se enajenaba las simpatías de todo el mundo por su insensibilidad ante las masas, por su irreflexiva indiferencia ante sus necesidades y por su fraseología provocativa como respuesta a las protestas y a los gritos de desesperación. Hubiérase dicho que buscaba deliberadamente los conflictos” (leon trotsky, historia de la revolución rusa, tomo 2, capitulo 37)

En primer lugar, es preciso aclarar que en Argentina y en Córdoba existe una enorme industria, ligada sobre todo al sector automotriz, pero combinándose con sectores de industria liviana. Existe nichos de alta productividad, con gran nivel de tecnificación en el trabajo, orientado a una súper explotación de la mano de obra asalariada. A esto cabe sumarle las variantes macroeconómicas.

Hay un dato crucial: con la devaluación de este año, y el atraso salarial, hay una transferencia directa de la mitad del salario de los trabajadores a los bolsillos de los empresarios. A pesar de semejante negocio, la industria atraviesa una crisis categórica. Aunque subsisten lugares que trabajan regularmente, o incluso con nuevas incorporaciones, es notable la escasez de puestos en la industria. Por ejemplo, para una oferta de trabajo via web en el rubro operario es normal ver alrededor de 10 publicaciones al mes con cientos y a veces más de mil postulantes. A esto se le suma el alto nivel de precarización laboral. Es que si los negocios o los tiempos no cierran, una empresa puede despedir a una enorme cantidad de operarios pagando un costo mínimo, pues son contados con los dedos quienes llegan a quedar efectivos.

Una cuestión aparte, y con peso propio, es el salario. Un obrero metalúrgico del rubro automotor cobra un salario aproximado de $14.000 a $15.000 neto. Un salario por demás miserable, con el cual es casi imposible vivir. Este salario aumenta si se realizan horas extras. Trabajando feriados, sábados y domingos, con jornadas de hasta 12 horas por día, el salario apenas alcanza a llegar a los $26.000 mensual. El valor de la hora es por demás bajo: ¡Tan solo $93 la hora! Es decir, sólo 2 dólares y monedas por hora. Muchos trabajadores – por no decir todos – optan por esta megaexplotación para poder llegar a fin de mes o tener algo de estabilidad en sus casas. De hecho, es significativo el alto grado de hogares que han quedado con un solo salario, o que se han visto obligados a incorporar un nuevo aporte a la casa, sólo para mantener un nivel de vida que no esté por debajo de la línea de pobreza. También muchos trabajadores recurren a la venta de sus propias cosas, con tal de sumar unos pesos: televisores, gorras, zapatillas, celulares, incluso armas… Pero a la patronal nada le es suficiente. Y es que el recrudecimiento de la crisis abrió la puerta al corte de las horas extras, el cierre de turnos, las suspensiones y los despidos de contratados y efectivos en varias empresas, así como la baja o cese de producción en terminales y en autopartistas. Aun así, la economía no se ha frenado del todo, pese a que el panorama es desolador.

 

¿Hasta cuándo se puede aguantar?

En este escenario es dónde entran a tallar un sinnumero de determinaciones materiales de la propia vida. Accidentes de trabajo graves que son causales de despidos; problemas familiares vario; accidentes a la hora de ir a trabajar; problemas de transporte o el alto costo tan solo para trasladarse al trabajo; problemas con deudas o con servicios; la necesidad de tener una changa o un segundo ingreso informal o en negro. Ante esto, los trabajadores parecen estar dándose con la pared. En una provincia como Córdoba, donde hasta hace menos de un año, 1 de cada 2 obreros defendía al gobierno de Macri, la bronca en los lugares de trabajo es apabullante. Pero ahora lo escuchamos todos los días: no hay obrero que no reconozca la crisis y cada vez son más los que acusan al gobierno de ser el principal responsable. Todos se aferran al trabajo con uñas y dientes, dejando pasar más de una injusticia o actitud vergonzosa por parte de la patronal. Ésta juega con la necesidad, pero también lo hace el gremio. La UOM se lleva el premio a la entrega más pérfida. Los delegados no aparecen por las plantas más que para bajar la información que les conviene, como el mísero aumento del 5%, que apenas son $500 más. Ni hablar de las medidas de fuerza. En ocasión del paro de la CGT, el gremio se jugó a garantizar la asistencia a los lugares del trabajo, apoyando las medidas de la patronal para canerear. De una conducción así no se puede esperar ninguna defensa ante los ataques, ante el deterioro de las condiciones de vida y de trabajo. Cada vez son más los que ven, como nosotros, que es necesario sacarse de encima a estas conducciones traidoras, que sólo se preocupan por los intereses de la empresa. Ocurre que no se ven perspectivas, ni a mediano ni a largo plazo. Por abajo, en los lugares de trabajo crece la bronca. No es casual, en este contexto, que se escuche la posibilidad de un estallido para diciembre y que se estén dando una serie de cambios en materia represiva, como la llegada de Gendarmería a la Ciudad de Córdoba ¿Cuánto tiempo podemos aguantar los trabajadores esta crisis? ¿Hasta donde estamos dispuestos a soportar este gobierno que nos mintió en la cara? Quizás más pronto que tarde, los trabajadores nos sacudamos de encima a esta lacra que nos gobierna…

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