Rechacemos el negociado con el Hospital de Clínicas

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Hace algunas semanas trascendió que la UBA y el Ministerio de Educación iban a firmar un convenio respecto del Hospital de Clínicas. Amparándose en el histórico vaciamiento, el Ministerio se comprometería a construir un nuevo hospital que lo reemplace, en el terreno del actual estacionamiento que funciona tras el Clínicas. La condición es la cesión al Ministerio del terreno en el que el Clínicas funciona actualmente, terreno perteneciente  la UBA. El miércoles 16, por la mañana y de espaldas a los estudiantes, el Convenio Marco finalmente fue firmado.

Con la consigna #NiRegalemosElClínicas, los estudiantes nos movilizamos el miércoles para impedir la firma del convenio. Tras múltiples maniobras de cambio de locación, interceptamos el auto de Bullrich cuando salía de firmar el convenio, custodiado por la guardia de Infantería y la patota de la Franja Morada. Tras más de una hora de tensión y forcejeos, logramos presentarle a Bullrich un petitorio con 11 mil firmas rechazando el convenio, y conseguimos una reunión en ese mismo momento con funcionarios de la cartera de Educación, el Director de Hospitales Universitarios de la UBA y Yacobitti, en la cual recibieron un pliego de reivindicaciones y se comprometieron… a absolutamente nada. Nos interesa aportar algunos elementos al respecto, para sentar posición y aportar al debate.

Durante años, la gestión de la UBA y el gobierno K vaciaron el hospital, con partidas presupuestarias de miseria. En 2015 fue noticia el colosal negociado por el cual una empresa vinculada a Nuevo Espacio (la Franja Morada de Yacobitti) vendía insumos a diez veces su precio al hospital. La catástrofe edilicia llevó a la explosión de un autoclave en septiembre de ese año. Mientras tanto, la comisión interna amenazaba a los laburantes para que se callaran la boca sobre los negociados que ocurrían delante de sus narices. Ahora, con el chamuyo de “la pesada herencia”, el gobierno de Macri declara irrecuperable al edificio del hospital y propone construir uno nuevo. Los K y Barbieri lo vaciaron y ahora Cambiemos y la Franja Morada buscan rematarlo.

Respecto del proyectado nuevo edificio, ya se sabe que va a ser más pequeño, con menos de la mitad de la superficie, menos pisos, y sin un rol claro en el sistema de salud. Esto suscita preguntas sobre los puestos de trabajo de los empleados del hospital, sobre la capacidad de dar espacio a los estudiantes (1) y sobre su lugar como hospital público de referencia para todo el país, incluso pese a su condición actual. Con respecto a los trabajadores, la comisión interna ya salió a decir que ellos garantizaban los puestos de trabajo. Como ya dijimos, son la burocracia que persigue a los que alzan la voz, encubridores del vaciamiento.

Si miramos a los involucrados, rápidamente queda claro que todo el asunto huele a podrido. De un lado de la firma tenemos a la gestión de la facultad y la UBA. Revisemos su prontuario: son los vaciadores del hospital, los responsables del negociado de insumos a sobreprecio, de la explosión del autoclave y la catástrofe edilicia. Persiguen ideológicamente a los  docentes que se les oponen mientras amparan a jefes de cátedra con numerosísimas denuncias de acoso a estudiantes. Atacan una y otra vez a las organizaciones políticas de la facultad. Alquilan el aula magna para convenciones de la industria farmacéutica mientras denostan y obstaculizan la producción pública de medicamentos. Firmando del otro lado tenemos al ministro Bullrich, representante del gobierno neoliberal, ajustador y empresario de Macri, que desde que asumió no dio respiro a la hora de atacar la salud y la educación públicas. Resumiendo, la UBA conserva un (algún) hospital para seguir haciendo negocios sucios, mientras que el Ministerio se hace con una manzana entera en uno de los barrios más caros de la Capital Federal con la cual hacer el negocio inmobiliario que mejor le parezca. No hay un peso de inversión real en salud o educación, se lucra reventando lo que los K y el PRO vaciaron durante años, trueque y subasta a cambio de migajas.

No entra en la cabeza de nadie que se haga un hospital «a cambio» de otro, no existe compromiso alguno con la salud y la educación públicas en un esquema de estas características. Además, numerosos ejemplos de obras públicas paradas a lo largo y ancho del país verifican la falta de interés del gobierno por llevar adelante cualquier tipo de inversión en el sector público. ¿Debemos confiar que quienes  no pueden garantizar que el hospital que ya tenemos no se venga abajo nos construyan uno nuevo? Bien pueden dejarnos sin nuestro Hospital y a la espera del nuevo. Nuestro refugio en un caso así sería que las autoridades de la UBA presionen, preocupados por preservar su negociado. Es decir, el único compromiso que el gobierno podría llegar a honrar es el de honor entre ladrones, de espaldas a los intereses de estudiantes, trabajadores y pacientes.

En la discusión, se nos acusa a los estudiantes de “oponernos al progreso”, de rechazar un nuevo hospital. Por todo lo expuesto, nos permitimos desconfiar de sus promesas, de su altruismo y compromiso con la salud y educación públicas. No podemos negociar las condiciones en las que nos estafan. No podemos conformarnos con lo que estas lacras dicen que es «posible», debemos luchar por lo que es necesario: rechazar cualquier negociado con el hospital. Inversión real en salud pública. Fuera las autoridades vaciadoras. Que el gobierno le destine al hospital el presupuesto que año tras año subejecuta y escatima y realice las obras necesarias para su correcto funcionamiento.

La movilización y el contundente rechazo a la firma, así como lograr su replicación mediática nos demuestra que hay un conjunto de estudiantes activistas que no van a agachar la cabeza, con el potencial de ser muchos más.  La lucha por el hospital está lejos de haber finalizado, muy por el contrario, recién comienza.

 

Nico Ducho –  RH Combativo

 

  1. No olvidemos que se trata del principal hospital escuela de la UBA, recibiendo a alrededor del 50% de los estudiantes de Medicina que cursan la Unidad Docente Hospitalaria (UDH), la segunda mitad de la carrera, que se cursa en hospitales.