Puerto Rico: cayó Roselló

La isla caribeña que, contra las mareas de la historia, sigue siendo una colonia de los Estados Unidos, acaba de entrar de pleno derecho en la lista de países que han sido conmocionadas por las rebeliones populares. Con la caída del gobernador se abren innumerables interrogantes que incluso podrían ir profundizándose con el tiempo: la política de ajuste y la catástrofe social de la isla no se han ido con Roselló.

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Como ya hemos dicho en esta página, la chispa que encendió la pradera y desató la ira popular boricua fue el escándalo de las filtraciones de los chats privados de Roselló con su círculo íntimo. En ellos, el grupo de altos funcionarios vinculados al gobernador se despachaba en frases de desprecio y odio contra los sectores populares, la oposición, las mujeres, la comunidad LGBT.

Pero la realidad es que el régimen político puertorriqueño venía regando la pradera con pólvora desde hacía al menos cuatro años. No se puede explicar semejante incendio apenas por una chispa. Mucho menos se pueden dar terminados los problemas cuando tenemos cenizas donde antes había pastizales. El partido político de Roselló sigue en el poder y lo seguirá después de su renuncia efectiva en agosto. Y como la marea humana de la Marcha del Pueblo desbordaba las calles, también los festejos eran los protagonistas de la jornada de anoche.


En 2015, Puerto Rico había entrado en default y ya tenía recorrido un largo camino de ajustes para pagar puntualmente la deuda con sus acreedores para el momento de la caída de Roselló. Ya hemos dicho que esa política empujó a casi la mitad de la población a la pobreza. Para agravar la situación, el pueblo boricua no tuvo ni voz ni voto en la política de austeridad: Estados Unidos, a través de la ley PROMESA, constituyó una junta interventora con plenos poderes para administrar el presupuesto de Puerto Rico. Así, el estatus de hecho de “colonia” yanqui de Puerto Rico se puso en evidencia a pesar de no tener ese nombre formalmente en la ONU.

Sumado a eso, el huracán María devastó la infraestructura del país y la reconstrucción fue hartamente más dura por la administración política que sostuvo el ajuste incluso en medio de la catástrofe. Buena parte de la población vivió sin luz eléctrica a lo largo de un largo año y se calculan los muertos producto de la catástrofe en torno a los 3 mil y 4 mil personas.

Y para atizar el fuego del ajuste y la devastación de un huracán, hacía meses que los puertorriqueños presenciaron el escándalo de las investigaciones de corrupción del gobierno del PNP. En el escándalo estuvieron involucrados seis funcionarios acusados de malversar fondos por 15 millones de dólares.

La suma de ajuste y robo de fondos en medio de una catástrofe natural era una provocación demasiado grande y terminó desatando la que fue tal vez la crisis política más profunda que haya vivido la isla.  Un ejemplo: Julia Keleher, estadounidense, fue le encargada del ajuste en la educación. Fue vendida al público como una “profesional” de alto nivel internacional que por su carácter de agente internacional de los bancos debía ser sumamente eficiente. ¿Su política? Cerrar 442 escuelas en plena catástrofe, echar a 5 mil profesores y destinar sus fondos a los bolsillos de sus amigos de Wall Street. Y, de paso, cobrarse alguna comisión por sus servicios. Hoy está presa acusada de evidente, indisimulable, absolutamente indiscutible corrupción. Podemos aprender bastante de este caso sobre los tecnócratas liberales partidarios de ajustes mientras gritan contra “la política”.

La democracia capitalista de Puerto Rico ya ha puesto en funcionamiento las tuercas del sistema para la contención de la crisis. Con la renuncia de Roselló buscan recomponerse para terminar con la crisis: que caiga el rey pero no se toque la monarquía, que caiga Roselló pero el sistema político que le permitió gobernar continúe, que caigan los corruptos y ajustadores para darle más larga vida al ajuste y la corrupción. Ya los principales voceros de la clase capitalista, sus diarios, el parlamento, todos los que habían sostenido a Roselló le soltaron la mano antes de caer sabiendo que era insostenible.


Un dato sobresaliente es que precipitó la caída de Roselló la Marcha del Pueblo de medio millón de personas y el incipiente ingreso de los trabajadores a la pelea a través de sus viejas organizaciones sindicales. La convocatoria a la movilización de masas fue acompañada por la adhesión al paro de diversas organizaciones obreras.

La caída de un gobierno profundamente detestado suele abrir más preguntas que las que responde. Queda pendiente la construcción de una salida política que cuestione el capitalismo colonial de Puerto Rico.

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