Perspectivas de la economía de Estados Unidos

Mientras el FMI pronostica una caída del PBI yanqui del 8% para 2020 y una recuperación del 4,5% para 2021, con tantas condicionalidades (tensiones geopolíticas y comerciales,la misma magnitud de la crisis, la incierta  evolución de la pandemia) que ese pronóstico viene con un agregado: sujeto a una “aguda incertidumbre”.

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“No apuestes por una recuperación rápida. No escucho a ninguno de mis contactos que vean una recuperación en forma de V. Algunos tenían esa esperanza, pero esa esperanza se ha ido”. (Mary Daly. Presidenta de la Reserva Federal de San Francisco)

 

Mientras el FMI pronostica una caída del PBI yanqui del 8% para 2020 y una recuperación del 4,5% para 2021, con tantas condicionalidades (tensiones geopolíticas y comerciales,la misma magnitud de la crisis, la incierta  evolución de la pandemia) que ese pronóstico viene con un agregado: sujeto a una “aguda incertidumbre”.

La citada Daly reconoce que “tres crisis (sanitaria, económica y social) están convergiendo en un difícil momento de la historia estadounidense” y que “los costos han caído más duramente en los menos capaces de enfrentarla. Las comunidades de bajos ingresos han sido desproporcionadamente castigadas por el Covid 19, los trabajos perdidos se han concentrado en la gente de color, con menor nivel educativo, discapacitados, inmigrantes y otros. Y la brutalidad policial, el racismo estructural y la injusticia sistemática han brotado en todo el país”.

La intervención estatal inmediata a la pandemia del gobierno de Trump, refleja que es un negacionista en el ámbito de la salud pública, pero también que la burguesía yanqui aprendió de la historia de sus grandes crisis económicas, la de los 30 y la de 2007-2009: una cada vez más rápida respuesta monetaria que “asegure el correcto funcionamiento de los flujos de fondos y créditos que es de vital importancia para nuestra economía” y una respuesta fiscal  que suavice el derrumbe de la “economía real”, según la citada Daly.

Así se dispuso un paquete de seguro de desempleo adicional de $600 semanales, pago de efectivo de $1.200paramillones de  hogares, postergación de impuestos, licencia por enfermedad y por cuidado de niños paga, suspensión de desalojos  y apoyo a las empresas a través de préstamos de todo tipo y color de 3 billones de dólares. Básicamente a través de la Ley CARES junto a las medidas de la FED (el Banco Central) por otros 3 billones a través de la compra de títulos de deuda del gobierno y títulos de agencias federales respaldados por hipotecas, la baja de la tasa de interés a casi 0%, la eliminación de los encajes para los bancos y una verdadera sopa de letras de programas de apoyo para bombear liquidez al sistema financiero, varios creados en la crisis de 20007-2009.

TALFCrédito a consumidores: estudiantes, tarjetas de créditos, autos
MLFCréditos a gobiernos estatales y locales
MSLFCréditosa pequeñas y medianas empresas y ONG
PPPLFCréditos a pequeñas empresas que mantengan el empleo
CCFCréditos a grandes empresas
MMLFCréditos a instituciones financieras  para comprar bonos del mercado monetario
CPFFFinanciamiento a empresas
PCCFPréstamos a bancos de inversión

 

¿Demasiado, o demasiado poco?

Los 20 millones de reclamos del seguro de desempleo en abril marcaron un record histórico para los Estados Unidos, pero junto al paquete fiscal provocaron una verdadera curiosidad: mientras el ingreso disponible aumentó en abril, el consumo bajó  brutalmente.

Después de la apertura de  mayo el consumo se recuperó parcialmente, pero lejos de recuperar su nivel anterior; del mismo modo el ingreso disponible después de abril bajó, pero sigue siendo mayor al del nivel pre pandemia.

Ingresos Personales Disponibles (línea roja) y Consumo personal (línea azul) hasta junio de 2020

 

Esto nos remite a dos planos de la crisis. Elmás abstracto, es el de una caída de la oferta y de la demanda simultánea, con la consecuente caída del consumo y de la inversión empresarial que se retroalimentan en una dinámica terrible. La cuarentena implica una supresión inmediata de la oferta, con su ola de despidos y baja de la inversión. Pero la reapertura no supone la vuelta automática de la demanda al nivel anterior. Así estados limítrofes, con distinto grado de reapertura, reflejan similares caída de la demanda.

El plano más concreto refleja la situación del “mercado laboral” yanqui: la extensión de la precariedad laboral, que en un mes se devoró los puestos de trabajo ganados en una década; y  por otro lado, la baja remuneración de esos mismos trabajos, ya que las tres cuartas partes de los que cobraron los $600 semanales adicionales pasaron así a tener más ingresos que en su empleo previo.

Pero el subsidio de $1.200 fue por única vez, y el de $600 semanales terminó el 30 de Julio. Mientras Demócratas y Republicanos se pelean en el Congreso por la magnitud y tipo de un nuevo paquete, sin ponerse de acuerdo, Trump emitió una de sus “Órdenes Ejecutivas”, disponiendo la continuidad del subsidio adicional por desempleo de $400. Y si bien en un primer momento se discutió si Trump tiene las facultades para hacerlo, rápidamente se descubrió que el subsidio venía envenenado. Es que lo deben otorgar los estados (provincias) a las cuales el gobierno federal les girará el 75% ($300) mientras que el 25% ($100) lo debe aportar cada estado. Mientas se anuncia que estará disponible “en unas semanas”, el gobernador de Nueva York lo calificó de  “risible, una imposibilidad”, mientras estimaba en $4.000 millones el costo para su estado.

 

Ingresos disponibles y consumo personal hasta el 01/06/2020

 

Otro ejemplo de la intervención estatal ha sido el de las aerolíneas, que recibieron 25.000 millones de dólares con la condición de mantener sus nóminas de personal hasta el 30 de setiembre.

United bajo la Ley CARES obtuvo así $5.000 millones, con ese compromiso, y está esperando   $4.500 millones más del Departamento del Tesoro en forma de garantías.

Pero la fecha se acerca y United está considerando reducir su número de pilotos en 3.900, en 2021, frente a un aviso previo de 2.200 recortes, anunciando pérdidas por $2.300 millones trimestrales. La salida: nuevos aportes del gobierno y un acuerdo con los sindicatos, para más recortes de gastos, incluyendo jubilaciones anticipadas. Mientras otras aerolíneas encabezadas por American Airlines están negociando un nuevo paquete de $25.000 millones de dólares adicionales, United acaba de anunciar, tal como lo exige la legislación con 60 días de anticipación, para casos masivos, la suspensión y/o despido de la mitad de su personal, unos 36.000 trabajadores. Esto puede ser una táctica para forzar al gobierno a  multiplicar la ayuda, y que sus trabajadores cedan derechos, pero también puede ser una estrategia para no transformarse en una empresa “zombi”. United no espera retomar al 50% de su nivel de demanda de pasajeros hasta que haya una vacuna, una perspectiva que consideran poco probable hasta fines de 2021. Y si bien las aerolíneas forman parte de las más afectadas por la crisis, no son las únicas. Pero si esta disyuntiva le cabe a la tercera aerolínea a nivel mundial, qué le espera a las miles de empresas de turismo, ocio, transporte, espectáculos, el comercio minorista y los servicios en general.

Lo que plantea el interrogante si el auxilio establecido de emergencia será suficiente, o si más auxilio será necesario. La misma  Daly rememora que fue necesaria una década para una completa recuperación de la Gran Depresión de los 30 y de la Gran Recesión de 2007-9: en 1939 el empleo estaba debajo de una década anterior, y en 2018 los ingresos del 20% inferior de la escala de ingresos aún eran más bajos que una década atrás, concluyendo que “una década es demasiado; no podemos esperar 10 años para que la recuperación alcance a todos”.

Pero con el endeudamiento estatal producto de la pandemia Estados Unidos se acercó a su máximo histórico en relación a su PBI, a fines de la Segunda Guerra Mundial(106%) y proyecta ahora una deuda del 124% del PBI para 2030. ¿Hasta dónde se puede endeudar si ya ha llevado su déficit fiscal al 18% de su PBI? Por otro  lado, si la sola  intervención estatal pudierasacar al capitalismo de las crisis, entonces también podría evitarlas. Esto no ha sido así nunca, y hay un amplio consenso que lo que sacó a Estados Unidos de la Gran Depresión fue la entrada a la Segunda Guerra Mundial, no las medidas intervencionistas de su entonces presidente Roosevelt. Las medidas extraordinarias de 2007-2009 evitaron el colapso, pero 10 años después la economía ni siquiera alcanzó la tendencia de crecimiento anterior.

La política negacionista y criminal de Trump logró extender la pandemia por todo el país,  a caballo de las reaperturas a como dé lugar, logrando ya casi 5 meses de tragedia. Un estudio de la Universidad de Washington proyecta 300.000 muertos al 1 de diciembre, de los 165.000 actuales, con el agravante que a esa fecha no proyecta  una  trayectoria descendente. Con todo lo condicional que son todas las proyecciones, el alerta es demasiado importante como para desatenderlo. Trump o  Biden, cada uno con sus modos, tratarán que la salida de la crisis y la recuperación económica se descargue sobre los hombros de los trabajadores que enfrentan el doble desafío de proteger sus vidas y la de sus mayores, y a la vez defender sus salarios y recuperar lo perdido en décadas. Las enormes tradiciones históricas de lucha de la clase trabajadora yanqui y el levantamiento antirracista son dos valiosos pilares de apoyo en esa lucha.

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