En estos momentos continúa la medida de fuerza de un sector de choferes de colectivos del grupo DOTA, son unas 60 líneas de la ciudad de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense las que se plegaron a la medida. Como parte de las acciones, los trabajadores realizaron cortes en el Puente Pueyrredon, el Puente Alsina y Puente La Noria. El reclamo es contra el despido de delegados de la línea 257 y por mejoras salariales.

Luego se dirigieron a la sede central de UTA contra la actitud carnera (típica) de Roberto Fernández. Su patota tiene un largo historial de aprietes y amenazas a los trabajadores que se atrevieran a organizarse contra sus traiciones. El caso más emblemático es del Subterráneo de Buenos Aires, cuyos trabajadores fueron incluso amenazados con armas de fuego.

La línea 60 se plegó a la medida en solidaridad a los reclamos mientras la UTA de Roberto Fernández desconocía la medida lavándose las manos y quitando el aval del sindicato a la lucha.

El paro comenzó cerca de las 10 de la mañana, convocado por la «Agrupación Manuel Palacios» de Miguel Ángel Bustinduy (cercano a Hugo Moyano). La contundente adhesión pone en evidencia que había una fuerte presión de la base para realizar el paro. Según declaraciones a la prensa y en redes sociales, la medida es por tiempo indeterminado. Este sector disidente del gremio considera que el arreglo salarial firmado por la UTA es insuficiente y rechaza los despidos de delegados de la línea 257, opositores a la actual conducción. No obstante, se trata de un sector burocrático que pretende presionar para luego “arreglar”, tal y como ha hecho Moyano desde siempre.

Los choferes que tomaron la acción de lucha pertenecen a Dota y a empresas satélites como NUDO, San Vicente y Tomás Guido. Controlando el 67% del servicio del transporte urbano, esta patronal con sus extraordinarias ganancias es conocida por sus constantes atropellos a los trabajadores, sus condiciones de trabajo y siempre en ataque permanente contra su organización.

La persecución sindical y la precarización son parte de las condiciones que la empresa pretende imponer con la mano cómplice de la burocracia sindical.

El carnero Fernández amenaza con echar a los trabajadores “a fierrazos”.