NO: cuando Chile le dijo basta a Pinochet

No, estrenada en 2012, es una película chilena dirigida por el prolífico Pablo Larraín que relata la campaña electoral y publicitaria del No, coalición opositora a la dictadura, ante el plebiscito que decidiría si el dictador Augusto Pinochet continuaba en el poder o si sería el retorno de la tan ansiada democracia en el país trasandino, tras 17 años de dictadura militar.

0
269

René (interpretado por el mexicano Gael García Bernal) es un ambicioso publicista contratado por la campaña de la oposición a la dictadura de Pinochet, para intentar convencer a una atemorizada y reprimida población de ir a votar contra la continuidad durante 8 años más del genocida a cargo del país. A pesar de la voluntad de la Concertación de generar una campaña consciente y realista, que muestre los horrores de la dictadura sin tapujos, René quiere utilizar métodos publicitarios comerciales para intentar ganar una elección que muchos consideraban perdida, con todas las reticencias por parte de los propios miembros de la franja del No que eso genera.

A medida que avanza la película, esta campaña enfocada en la “alegría y esperanza” va ganando terreno entre los votantes, soportando los intentos de censura del gobierno, los ataques y amenazas contra los miembros de la Concertación y la represión a las movilizaciones del No. Finalmente, el día de la votación, los intentos de sabotaje del régimen de Pinochet no serán suficientes y el dictador se verá obligado a reconocer la derrota, vislumbrando el retorno a la democracia luego de 15 años de miedo, tortura y represión.

Si bien la dictadura pinochetista se encontraba en su máximo estado de descomposición, derrotar al fascismo que mantuvo el poder a fuerza de tortura, desapariciones y campos de concentración, requirió de la más plena unidad. En esta línea, surge la coalición opositora del NO, integrada por más de 15 partidos de izquierda, centro izquierda y sectores cristianos, priorizando la importancia de la recuperación del régimen democrático. Sin duda, tantos años de opresión recalcitrante restringía todo tipo de expresión social. Sin embargo, ciertos sectores lograron mantener en alza el repudio al régimen fascista.

A pesar del tono esperanzador y emocionante de la película, el director la concibió como una suerte de crítica al proceso de transición que se vivió. Hace alusión a las consecuencias políticas que tuvo en la historia de Chile el hecho de que el retorno a la democracia fuera mediado por la victoria del No y una campaña publicitaria, en lugar de un proceso de movilización popular, como lo fue en Argentina, con la consecuente derrota política de la junta militar y el desprestigio hacia las fuerzas represivas. Por este motivo, la cinta juega con las contradicciones que los personajes viven en carne propia al utilizar estrategias de marketing comerciales, como jingles pegadizos y la participación de músicxs, actrices y actores famosxs.

Filmada con cámaras de la época, los años 80, el film logra generar las mismas texturas y colores que los materiales de archivo utilizados y tiene un estilo casi documental. Se proyectó en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes donde recibió el premio mayor de esa sección y fue la primera película chilena en ser nominada a Mejor Película Extranjera en los Premios Oscar. De esta manera, Pablo Larraín se presenta como uno de los directores más innovadores e importantes de la región y uno de los pilares fundamentales del cine latinoamericano contemporáneo junto a nombres como Fernando Meirelles y Katia Lund (Brasil), Alfonso Cuarón (México) y Lucrecia Martel (Argentina).

Pese a ser una singular obra cinematográfica, el film omite un mayor contenido político, al centrarse unilateralmente en un aspecto del proceso chileno que culminó con la dictadura de Pinochet. Sin mencionar el proceso previo de lucha, rebelión y enfrentamiento con la derecha reaccionaria durante el gobierno democrático de Salvador Allende y la instauración de una sucesión de dictaduras militares en Latinoamérica, dirigidas por el imperialismo, con EE.UU a la cabeza, en el marco de una operación que tenía como objetivo acabar con un significativo ascenso de la lucha y organización revolucionaria de obreros y estudiantes1.

Es en este sentido que el film pierde de vista la acción del pueblo chileno que, en reiteradas ocasiones, manifestó el descontento social hacia los regímenes dictatoriales, incluso la necesidad de acabar de raíz con la estructura de opresión y explotación capitalista. Logró resurgir luego del estallido social con la rebelión de 2019 que tuvo como protagonista a la juventud, apoyada por las amplias mayorías sociales. Cuestionando la estructura pinochetista putrefacta que los partidos del régimen procuraron mantener y las profundas desigualdades que atañen al pueblo chileno, este evento fue el punto de inflexión que permitió reabrir un proceso de rebelión que aún tiene capítulos por escribir en la historia de la clase obrera transandina y su lucha por mejorar las condiciones de vida.

1 https://izquierdaweb.com/chile-una-rebelion-tardia-que-se-esta-cobrando-su-deuda-pendiente/

Sumate a la discusión dejando un comentario:

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí