Cómo China contuvo la Covid-19 y el peligroso mundo que nos espera
Tras un periodo inicial de desmentidos y ocultaciones, los líderes chinos adoptaron medidas drásticas para contener el virus, si bien algunas de ellas tuvieron consecuencias no intencionadas. Cuando las muertes causadas por la Covid-19 se disparan en todo el mundo, China afronta un potencial resurgimiento de la pandemia y una crisis económica creciente que pondrá a prueba al Partido Comunista. Y aunque la sociedad civil en la China continental y las manifestaciones callejeras en Hong Kong han sido aplastadas, la crisis puede abrir una vía a la movilización obrera, feminista y democrática entre la juventud, por mucho que crezcan las tensiones nacionalistas entre EE UU y China.
No Borders News: ¿Puedes describir el brote inicial del coronavirus en Wuhan? ¿Cómo se detectó y qué medidas adoptaron u omitieron las autoridades para hacerle frente en los primeros días y semanas?
Kevin Lin: Los primeros indicios de que ahí había algo nuevo y sumamente contagioso han podido rastrearse hasta diciembre de 2019, aunque posteriormente se sospechó que las infecciones pudieron comenzar antes. Médicos de Wuhan fueron quienes notificaron la aparición de un posible nuevo virus que pensaban que era similar al SARS, pero esas sospechas solo las compartieron en gran parte con amigos y colegas. La primera reacción del gobierno de Wuhan consistió en silenciar lo que calificaron de rumores, sometiendo a algunos de los médicos a custodia policial y obligándoles a firmar una confesión para denunciar los rumores.
Sin embargo, al aumentar los casos en Wuhan y ciudades vecinas, el gobierno de Wuhan informó a las autoridades nacionales para solicitar instrucciones. El gobierno nacional estuvo varios días deliberando y finalmente decidió tomarse en serio el virus. Entre la detección de los primeros casos y la acción del gobierno nacional transcurrieron semanas, que se perdieron y no se dedicaron a contener el brote. Mucha gente considera que la prioridad dada a la estabilidad social, al silenciamiento de todo rumor socialmente explosivo, impidió realizar una investigación minuciosa y a tiempo.
NBN: Una vez se percataron de la gravedad del brote, ¿qué medidas tomaron los gobiernos locales y el nacional? ¿Fue completo el confinamiento en Wuhan? ¿Se generalizaron las pruebas y qué sucedió con las personas que dieron positivo?
KL: Cuando reconocieron la gravedad, el gobierno nacional entró en pánico y aisló Wuhan y después toda la provincia de Hubei. La gente tuvo poco tiempo para prepararse y unos cinco millones de personas huyeron de la ciudad presas de pánico, llevando muy probablemente el virus a otras partes de China. En aquellos momentos no había muchas opciones con respecto a las medidas a adoptar, pero incluso entonces el carácter extremo del confinamiento fue criticado desde el interior de China. Se recurrió a la censura de los medios para acallar la crítica pública.
El aislamiento de Wuhan fue sumamente restrictivo. Nadie podía entrar ni salir de la ciudad. Dentro de esta también se controlaron los movimientos de las personas. Se podían confinar a cal y canto desde pisos individuales hasta bloques enteros de viviendas si se confirmaba la presencia de casos. Las pruebas se demoraron y los hospitales estaban totalmente sobrepasados. Quienes dieron positivo en las pruebas tenían que permanecer en casa o ingresaban en un hospital para ser tratados, muchos en locales incautados y hospitales prefabricados recién construidos. Sin embargo, quienes padecían otras enfermedades lo pasaron mal porque los hospitales daban prioridad a las y los pacientes de coronavirus.
NBN: ¿Por qué no se propagó el coronavirus al resto de China? ¿Qué peligro hay ahora de una segunda ola de infecciones?
KL: El coronavirus se propagó al resto de China, pero solo de forma limitada en comparación con lo que hemos visto en otros países. Es posible que el cierre total de Wuhan ayudara a frenar la expansión, pero también hizo que gente huyera de la ciudad y de este modo llevara la infección a otras zonas del país. No obstante, fuera de Hubei, la rigurosa restricción de movimientos de personas (asegurada por la tupida red china de control social a nivel de bloques de pisos), el control generalizado de la temperatura de las personas que viajaban, el uso de la vigilancia digital para rastrear los contactos entre las personas, así como los poderes de la policía subyacentes a estas restricciones, implementaron lo que parece haber sido un distanciamiento social efectivo. La población también se adaptó rápidamente al peligro de contagio y tomó precauciones.
El hecho de que probablemente el origen del coronavirus se situara en una sola ciudad también limitó su propagación. En cambio, otros países recibieron posteriormente a viajeros internacionales, primero procedentes de China y después de todo el mundo. Por eso ahora tienen que hacer frente a múltiples focos de expansión, lo que dificulta mucho contenerla a nivel local. China ha afirmado ahora que tiene casi cero contagios comunitarios, y los únicos contagios son los causados por viajeros internacionales. Este es un reto al que se enfrentan ahora también otros países asiáticos. Por esta razón, China ha impuesto medidas extremas para someter a prueba y poner en cuarentena a todos los viajeros que entran en el país en instalaciones habilitadas por el Estado, expulsando a todas las personas extranjeras salvo al personal diplomático.
NBN: ¿Puedes decirnos en qué situación se halla el sistema sanitario en China? ¿Existen grandes diferencias entre lo que está a disposición de la clase trabajadora y la gente pobre en comparación con la elite? ¿Afectó esta distinción a la calidad de la atención en Wuhan?
KL: El sistema sanitario en China ha ido cambiando a lo largo de las últimas décadas. Surgió del sistema sanitario universal de la época de Mao, que cubría la atención médica de todo el mundo a título gratuito, pese a algunas deficiencias en la calidad de la asistencia. En la época de Mao, los centros de salud asociados a los lugares de trabajo urbanos y los médicos descalzos en el mundo rural mejoraron el estado de salud de la población. Desde la década de 1980, la transición capitalista ha ido desmantelando este sistema y lo ha sustituido por un sistema comercial. El gobierno eliminó los subsidios y responsabilizó a los hospitales de su propia financiación.
Esto trajo la corrupción de profesionales médicos, que comenzaron a buscar ventajas y aceptar sobornos de las empresas farmacéuticas, lo que mermó profundamente la confianza en hospitales y médicos. En las décadas de 1990 y 2000, los medios publicaban montones de historias de terror de pacientes gravemente enfermos que eran rechazados por los hospitales porque no podían pagarse el tratamiento. Consciente de que estos problemas son socialmente explosivos, en los últimos años el gobierno ha ampliado la cobertura sanitaria a toda la población, pero sigue habiendo trabas al acceso a la sanidad de las trabajadoras y los trabajadores migrantes.
NBN: Explícanos la magnitud de la crisis económica a que se enfrenta China hoy tanto desde el punto de vista del restablecimiento de la producción como con respecto a las secuelas que tendrá el confinamiento global para la clase trabajadora y las empresas chinas.
KL: El crecimiento económico de China ya lleva frenándose desde hace una década, desde la gran recesión, bajando del 8-10 % anual al 5-6 % actualmente. Sin embargo, hasta que surgió el brote, China logró en gran medida mantenerse a flote, a pesar de los múltiples problemas asociados al exceso de capacidad industrial, al endeudamiento de los gobiernos locales y de la banca y a la burbuja inmobiliaria. También ha estado lidiando con una reestructuración industrial para pasar de una fabricación de productos de bajo coste a otros de alta calidad, al amparo de la política Made in China 2025, y a una economía de servicios. El parón económico impuesto a partir de finales de enero no solo ha dañado a las empresas locales, sino también la cadena mundial de suministros. Durante un tiempo, grandes fabricantes de automóviles internacionales no pudieron mantener la producción debido a la disrupción del abastecimiento de piezas de China.
A comienzos de febrero, el gobierno chino estaba preocupado de que el confinamiento fuera demasiado riguroso, pero la gravedad del brote disuadió a la gente trabajadora de volver al trabajo. Desde finales de febrero, China ha estado relanzando la economía y la gente vuelve al trabajo, aunque muchas personas siguen trabajando desde casa y en algunos lugares sigue habiendo restricciones de los desplazamientos, especialmente para migrantes. También puede haber un efecto retardado y tal vez tenga que pasar algo de tiempo para que podamos saber la plena magnitud de la crisis económica.
NBN: ¿Cómo responderá el Partido Comunista a la crisis a nivel de política económica nacional? ¿Tienen suficientes reservas para repetir el estímulo masivo de 2009 que permitió sacar a China de la gran recesión?
KL: Esta podría ser perfectamente la peor crisis económica desde la transición capitalista en China. No solo puede que disminuya la tasa de crecimiento, sino que puede acabar siendo negativa. Hasta ahora el gobierno ha respondido con políticas monetarias graduales para apoyar a las empresas. Mientras que EE UU y Europa están lanzando ahora amplios paquetes de estímulo y ayuda, no está claro que China todavía tenga la capacidad y la voluntad de implementar un paquete de estímulo como hizo durante la gran recesión. Aquella intervención no solo salvó la economía china, sino probablemente también toda la economía mundial, pero al mismo tiempo provocó un endeudamiento de los gobiernos locales que todavía les da quebraderos de cabeza.
La guerra comercial entre EE UU y China debilitó asimismo la capacidad económica de esta. Y puesto que el gobierno ha apostado por una transición suave de la economía industrial a la de servicios, con el fin de generar puestos de trabajo para absorber la destrucción de empleo en las fábricas, el declive económico –tanto en China como a escala global– podría causar un desempleo masivo, como ya estamos viendo en otras partes. Durante la gran recesión, alrededor de 20 a 30 millones de migrantes perdieron su empleo, pero el estímulo les salvó. Puede que China no tenga esta vez tanta suerte.
NBN: ¿Ha abierto la crisis espacio para una respuesta popular en los barrios o centros sanitarios u otros grupos de personas en sindicatos, asociaciones vecinales o universidades? ¿Ha monopolizado el Partido Comunista la respuesta a la crisis o ha abierto esta última alguna brecha dentro de la burocracia del partido?
KL: La crisis ha golpeado a China en un momento en que la sociedad civil ha estado sometida a continuos ataques represivos y ha sido acallada. Desde el movimiento obrero hasta el feminista, así como el de defensa de los derechos humanos y de las libertades civiles, las autoridades del Estado han estado ensañándose con ellos durante media década. La sociedad civil ya estaba antes estrictamente controlada, pero estos últimos años hemos visto un mayor esfuerzo concertado por reprimir los movimientos sociales y toda disensión importante de cualquier tipo. Así, a finales de diciembre, justo cuando estaba propagándose el coronavirus, las autoridades estatales habían iniciado una operación encaminada a detener a un grupo de activistas y abogados defensores de los derechos civiles por el mero hecho de reunirse y debatir sobre política. El último año y medio también han sido objeto de la represión diversos sindicalistas y sus organizaciones han sido disueltas. Todo esto obstaculiza toda respuesta popular más organizada, por mucho que la gente desconfíe de los esfuerzos supuestamente humanitarios del gobierno.
A pesar de todo esto, la ciudadanía china se ha movilizado para adquirir y donar equipos de protección a los hospitales y al personal sanitario, y personas voluntarias de ayuda mutua han apoyado a los sectores más vulnerables de la sociedad. Una campaña lanzada por feministas contra la violencia machista ha ayudado a dar a conocer una cuestión que el confinamiento no hace más que agravar. Este es sin duda un momento de despertar político de la gente, especialmente de la gente joven. La magnitud de la pandemia y la pérdida innecesaria de un gran número de vidas ha convertido todo, inevitablemente, en un asunto político, como ha sucedido también en otras partes. Si la gente joven es capaz de canalizar su energía hacia actitudes progresistas después de la crisis, puede que veamos el renacimiento de unos movimientos que se han visto debilitados durante muchos años.
Sin embargo, en general la ausencia de una sociedad civil fuerte y de espacios de organización política ha permitido que el gobierno monopolice la respuesta a la crisis y la narrativa mediante un aumento de la censura y el control por el Estado de la información que transmiten los medios. Las estrictas medidas de confinamiento de barrios enteros, limitando el desplazamiento de la gente fuera de sus casas, también han dificultado los esfuerzos de ayuda mutua, con lo que las personas dependen del Estado para la gestión de la crisis. Al mismo tiempo, esto significa también que todo éxito o fracaso será achacado directamente al gobierno. Hasta ahora, el Estado chino parece disciplinado y no se ha desarrollado ninguna oposición seria y organizada dentro del aparato estatal. Sin embargo, en los próximos meses puede que la gente juzgue cómo ha manejado el gobierno la crisis.
NBN: Puesto que tan solo hemos rascado la superficie, ¿puedes recomendarnos fuentes y páginas web para que quienes tengan interés puedan seguir los acontecimientos en China?
KL: La revista Chuang ha publicado un excelente artículo sobre el coronavirus, y en general publica muchos análisis sobre China. Positions ha servido de espacio para algunas de las aportaciones más teóricas. Humans of Wuhan ofrece relatos de individuos de distintas procedencias. También contiene una sección que cataloga las experiencias de ayuda mutua del voluntariado que podrían ser útiles para otros países. Para análisis más generales, Made in China, que coedito, abarca muchos aspectos del acontecer social, político y cultural en China.
NBN: ¿Puedes decir algo sobre el impacto de la crisis del coronavirus en el movimiento de masas por la democracia en Hong Kong?
KL: El movimiento masivo de protesta en Hong Kong ya estaba cambiando a finales de 2019 –antes del brote de coronavirus–, sustituyendo las manifestaciones en la calle por formas de lucha más cotidianas. Por ejemplo, el círculo económico amarillo de empresas que han apoyado el movimiento ha pasado a ser la opción preferida de quienes simpatizan con las protestas. Una ola de sindicación ha inundado una serie de industrias y dado pie a la creación de nuevos sindicatos combativos y a una generación de activistas. No obstante, las manifestaciones callejeras han cesado porque el gobierno ha detenido a mucha gente y otras y otros participantes sienten cansancio después de muchos meses de manifestaciones continuas. El brote de virus ha dificultado la realización de manifestaciones callejeras.
De todos modos, el personal sanitario recién sindicado organizó una huelga en los hospitales a comienzos de febrero para reivindicar la mejora de la protección y el cierre de la frontera entre Hong Kong y China continental. Por otro lado, el brote pandémico también ha dado pie a una respuesta más nacionalista en el seno del movimiento: por ejemplo, restaurantes del círculo amarillo que apoyan al movimiento se han negado a servir a clientes de China continental so pretexto de prevenir el coronavirus. En Hong Kong, al igual que en otras partes, el virus ha sido racializado y se han reforzado las corrientes localistas y nativistas dentro del movimiento. Tal vez el hecho más trascendente es el recrudecimiento del conflicto entre EE UU y China. El gobierno de Trump ha aprovechado la pandemia para redoblar la retórica nacionalista y racista contra China, mientras esta ha intentado pagar con la misma moneda a EE UU. Esto puede anunciar un mundo más peligroso después de la pandemia.
Kevin Lin: How China contained Covid-19 and the dangerous world to come