La composición social de las movilizaciones es bastante homogénea: clases medias altas para arriba. Sus reclamos políticos en cambio son bastante más amplios.
Las consignas levantadas durante estas concentraciones fueron tan diversas como el libre capricho individualista de los sectores acomodados: por la libertad, contra la cuarentena, contra “la chorra”, por la justicia, por la propiedad, por la libertad de trabajar (de mandar a trabajar a otro, obvio), por la república, por las instituciones, por la seguridad…
Claro que cuando estas cacerolas devenidas en bocinas motorizadas (curiosa concesión a la pandemia) hablan de «libertad», piensan como pequeños burgueses con la mirada corta que apenas alcanza la punta de su propia nariz y la valoración del otro por debajo de la propia pelusa umbilical. Para ellos la “liberté” de la burguesísima revolución francesa, se traduce (reduce)a que la cuarentena debe ser levantada: así su libertad se hermana con la libertad del covid-19 para enfermar libremente (curiosa “fraternité”). No se trata de una «libertad» para todos, sino la del empleador de exponer al trabajador y a su familia al contagio. En definitiva es la libertad del propietario, del patrón que sabe que él puede resguardarse y mandar a la primera línea a sus empleados: todo sea por la patria y la (su) economía.
Estas concentraciones encierran la manifestación del pobre individuo que siente que todo lo humano le es ajeno. Como considera que su libertad termina donde empieza la de los demás, ve en el otro un límite a su propio desarrollo: la sociedad le es hostil. Su libertad es una “petite liberté”.
Es la pequeña libertad del individuo aislado que siente que todo el mundo le es hostil. Tan de corto alcance es esta “liberté” para el pequeño burgués que sucumbe siempre raudamente frente a un interés mayor: su “propieté”. Esto se evidenció en la dialéctica contradicción que llevó a que estas bocinas delirantes exijan al mismo tiempo tanto que el Estado no se entrometa con su derecho a contagiarse y contagiar a diestra y siniestra,como a reclamar furiosamente que se refuerce el control policial sobre los sectores populares, o que no se atosigue a las fuerzas de seguridad con denuncias de desaparición de personas y asesinatos de pibes pobres. Qué se le va a hacer, ese republicanismo tiene sus costos. Ah, otra curiosidad: esta gente que se llena la boca de heces cuando ve una K, rescata de entre todo el funcionariado oficialista a Sergio Berni: qué se le va a hacer, ese republicanismo construye sus propios héroes.
Alberto Fernández, un “patriota” no reconocido
Es una desgracia para el presidente Fernández. Por mucho que se esfuerza en cerrar la grieta entre la misma burguesía y en contener a todos, Alberto Fernández no logra satisfacerlos. Aunque el gobierno no haya tocado ni uno solo de sus intereses fundamentales, incluso aunque esté haciendo al pie de la letra lo que ellos le exigen.
Tanto es así que el propio Página 12 tuvo que reconocer: «tienen poco margen para correr por derecha al gobierno». Disculpen la chicana pero les faltó decir que a la derecha de Alberto solo está la pared ¿Es que acaso Alberto no efectivizó un retroceso vergonzoso respecto de la nacionalización de Vicentín, no acordó con los acreedores el pago de la “estafa” externa, no flexibilizó la cuarentena hasta casi su extinción misma pese al crecimiento continuo de muertos y enfermos?
La verdad, son unos desagradecidos. Alberto se desvive por contenerlos pero ellos no le reconocen su esfuerzo. El gorilismo es así: el odio a todo lo popular es tan fanático que el simple hecho de que el actual gobierno sostenga otro tipo de discurso y otros métodos frente a los sectores más pobres (aunque no tan distinto frente a los trabajadores), despierta, en esta gente de bien, su hostilidad ciega.
Alberto Fernández les cedió en todas y cada una de las exigencias levantadas en las convocatorias anteriores. Pero que se va hacer, las bestias son bestias, una vez que prueban la sangre, se ceban y quieren más. Ciertamente, estos sectores referenciados en el macrismo le han venido marcando la cancha al gobierno durante meses. Por momentos parece que simplemente se movilizan para recordarle al gobierno que son ellos quienes le vienen diciendo cuál debe ser su agenda.
El 17A tensó las contradicciones en Cambiemos
La del 17A no es la primera concentración convocada por el espectro político de Cambiemos, pero lo interesante es que en esta oportunidad los principales referentes de dicho espacio se enfrentaron a la hora de tomar posición sobre la convocatoria. Por un lado, estaba el “ala inflexible” representada en Patricia Bullrich, Miguel Ángel Pichetto y la “jubilada” Elisa Carrió, quienes llamaron a participar. Todas fuertes figuras políticas que tienen en común no tener ningún cargo de responsabilidad actualmente. Por el otro lado, estaba el “ala dialoguista” conformada por Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Jorge Macri, Gerardo Morales y Néstor Grindetti. Salvo la ex gobernadora bonaerense, todos responsables de algún ejecutivo quienes con mayor o menor énfasis dejaron claro que ellos no iban a participar de la concentración en el Obelisco.
Esta división no es nueva. La misma se fue construyendo desde el día siguiente de la derrota electoral. El sector más duro e inflexible basó buena parte de su legitimidad política en el antagonismo Macri – Cristina y cualquier debilitamiento de dicha grieta le socava sus bases políticas. El ala dialoguista, por su parte, prefiere dar vuelta la página, conformarse como una oposición de derecha menos ideologizada y gorila. En definitiva, son a Macri lo que Alberto es a Cristina.
Lo que la pobre convocatoria lograda el lunes pasado puso de manifiesto es que pese a que la inmensa mayoría de quienes se concentraron este 17 de agosto son “cambiemitas” (disculpen tan antiestético vocablo) estos solo representan a un sector minoritario de espectro de Cambiemos, y que existe otro sector de los votantes cambiemitas que por más derechistas que sean, no son tan ciegos ni delirantes como para asumir posiciones negacionistas o para exponer su propia salud en nombre de la libertad de contagio. Finalmente dicha diferencia cristalizó el martes pasado en la misma mesa nacional de Cambiemos presidida por Mauricio Macri con la notoria ausencia del Jefe de gobierno Porteño y principal figura de la oposición, en donde se refrendó el apoyo a la movilización.
Por lo pronto alcanza con dejar señalado como se van delimitando y profundizando estas diferencias que con el correr de los meses podría devenir en otra cosa. Por el momento es prematuro aventurar como va a terminar esta pelea. Además el escenario mismo de la pandemia, que anestesia a la sociedad y adormece la lucha de clases, no permite que se terminen de desarrollar todas las contradicciones contenidas.