La precarización tiene cara de mujer

Las mujeres son las que sufren los mayores niveles de desempleo y precarización laboral. Ganan, en promedio, un 29% menos que sus pares varones, brecha que se amplía para las asalariadas informales, alcanzando un 35,6%. La mitad de quienes no consiguen empleo son jóvenes de hasta 29 años y, entre estas personas, son las mujeres quienes enfrentan las tasas más altas de desocupación de toda la economía con un 23%.

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El fenómeno de la precarización laboral asume la forma de contratos temporales o basura, de la informalidad, la tercarización, la falta de derechos básicos como recibir aportes para la jubilación, una obra social, generalmente por no estar amparado en un convenio de trabajo.

Para rastrear los orígenes de esta forma de relación laboral hay que remontarse a la década del 70 del siglo XX. Según Ricardo Antunes, en «Diez tesis sobre el trabajo del presente (y el futuro del trabajo)», el proceso de reestructuración productiva que se inició en esos años junto con la avanzada del neoliberalismo supuso desempleo masivo, las rebajas salariales, la pérdida de derechos a partir del desmonte de la legislación laboral…

Así también, la precarización pasó a ser un fenómeno estructural y se expandió enormemente con un tipo de trabajo más multifuncional e intenso, con fuerte presencia de la tecnología. El «modelo toyotista» se abría camino.

Cuestiones de género y cuestiones de clase

En este contexto, una tendencia que se manifestó en las últimas décadas es la que dio lugar al fenómeno de la «feminización del mundo del trabajo». Es decir el aumento de la participación femenina en el marcado laboral. Si bien en Latinoamérica y Argentina los cambios o la desaceleración de esta tendencia están muy atadas a las fluctuaciones económicas. Cuando hay crisis, las primeras en ser expulsadas son las mujeres.

Pero, esta inserción de las mujeres al mercado laboral no deja de estar atravesada por una relación tan conveniente para los empresarios como es la alianza entre el capitalismo y el patriarcado. Recordemos que el modelo de la familia patriarcal burguesa y heteronormada implica que las tareas de reproducción de la fuerza de trabajo y aportación de la mano de obra recaiga sobre la mujer como género.

Este rol y mandato social determina que la mayor carga de trabajo doméstico y las tareas de cuidado las cubran las mujeres. Cuando estas trabajadoras llegan del trabajo se encuentran con que a las horas de la jornada laboral se le suman las otras donde realiza un trabajo no pago al interior del hogar. La doble opresión y la explotación a la que está sometida la mujer trabajadora es un gran negocio y ahorro para los capitalistas.

Podemos decir a partir de este contexto general hiper resumido anteriormente que, las condiciones y posibilidades de empleo para las mujeres están condicionadas por las relaciones de género y la opresión patriarcal que instrumentalizan hábilmente los empresarios capitalistas.

Las cifras de la precarización y su cara femenina

¿Cómo condiciona esto la tasa de actividad, o sea, el porcentaje de las mujeres que tiene trabajo, la brecha de ingresos (las mujeres en promedio ganan un 29% que sus compañeros) y, por último, el tipo de inserción de las mujeres en el mercado laboral? Es decir: ¿Cuáles son las condiciones en las cuales acceden al mercado laboral?

Un informe titulado «Las mujeres en el mundo del trabajo» muestra datos de la OIT que señala que los empleos a los que acceden las mujeres son, en términos generales, de peor calidad y de menor carga horaria (el 34,2% de las trabajadoras tienen una actividad laboral de menos de 35 horas semanales). Sumemos a esto que a casi el 40% de las mujeres con trabajos remunerados no se les contabilizan aportes para su jubilación.

El informe «Las brechas de género en la Argentina» elaborado por el Ministerio de Economía con datos recientes muestra que:

«Las mujeres son las que sufren los mayores niveles de desempleo y precarización laboral.
Ganan, en promedio, un 29% menos que sus pares varones, brecha que se amplía para las
asalariadas informales, alcanzando un 35,6%. La mitad de quienes no consiguen empleo
son jóvenes de hasta 29 años y, entre estas personas, son las mujeres quienes enfrentan
las tasas más altas de desocupación de toda la economía con un 23%».

Entre las mujeres trabajadoras son mayores los contratos precarios y temporales. También el tipo de trabajo que realizan está ligado a las tareas de reproducción asalariadas o remuneradas. Por ejemplo, la educación es otro rubro en el que 3 de cada 4 trabajadores son mujeres, así como el 63,2% del personal de salud.

Una parte importante de las mujeres trabajadoras se desempeña en el servicio doméstico. Se trata de las trabajadoras más pobres de la economía, que en la actualidad tienen un salario básico de 16.515 pesos. Entre ellas, es enorme el índice de informalidad y 3 de cada 4 no están registradas, sin gozar de protección ni derechos básicos.

No queremos dejar de mencionar en este panorama muy resumido que hicimos del impacto de la precarización laboral en las mujeres las personas trans y travestis. Hoy su lucha por el cupo laboral logró una conquista parcial dada la realidad particular de esa comunidad que sufre la segregación y exclusión de la relación salarial para marginarlxs mayoritariamente al ámbito de la explotación sexual. Sin embargo, la nueva ley no dice nada sobre su inserción laboral en las empresas, solo en algunos ámbitos del Estado.

«Lo que sucede en el mercado laboral con las personas travestis y trans todavía
permanece oculto a los ojos del Estado. En 2012, y por única vez hasta el momento, se
llevó adelante la Primera Encuesta sobre Población Trans: Travestis, Transexuales,
Transgéneros y Hombres Trans (INADI e INDEC, 2012), sobre una muestra de 209
personas, de donde se desprenden algunos datos llamativos».

El 20% de las personas encuestadas declaró no realizar ninguna actividad por la que obtenga dinero. El 80% restante expresó dedicarse a actividades vinculadas a la prostitución y trabajos informales de precaria estabilidad. El dato de cobertura de salud refuerza un panorama de fragilidad: el 80% no tiene obra social, prepaga o plan estatal dice el propio informe del ministerio de Economía.

 


 

Notas:

Antunes, Ricardo (2009), «Diez tesis sobre el trabajo del presente
(y el futuro del trabajo)», en El mundo del trabajo en América Latina – Biblioteca CLACSO.

https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/las_brechas_de_genero_en_la_argentina_0.pdf

https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/informe_ctio_documentodetrabajo.pdf

http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.511/te.511.pdf

https://www.aset.org.ar/2017/ponencias/6_Vozzi_Lafuente.pdf

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