Por Marina Alonso
“Mira como nos ponemos” es una denuncia furiosa y colectiva contra la impunidad de los abusos de los que tienen el poder de dejarte sin trabajo. Porque a las innumerables dificultades para enfrentarla (que van desde la incredulidad hasta un sistema judicial misógino y conservador; desde la cultura hasta la legislación,) se suma en este caso la presión de arriesgar la fuente de trabajo: la carrera profesional, la realización laboral, la independencia económica.
Es cierto que ha sido tal la profusión de abusos relatados por las mujeres estos últimos días que cuesta detenerse en el aspecto “laboral” de la cuestión. Pero eso no lo hace menos importante. Porque para las que vivimos de nuestro trabajo, la cuestión laboral no nos es algo ajeno a la lucha feminista, sino una condición para la emancipación.
La periodista Luciana Peker decía en una entrevista que ahora había que ver si las actrices que no se callaron tenían trabajo, si las periodistas podían seguir publicando frente a las presiones de los dueños de los grandes medios de comunicación.
Destapar la olla del acoso sexual en el lugar de trabajo
Las jóvenes actrices son “presionadas” a soportar los abusos por el temor de que no las vuelvan a llamar, de entrar en las listas negras de empresarios y famosos. Pero también las jóvenes trabajadoras, y entre ellas las más pobres, sufren situaciones similares en otros ámbitos de trabajo. Las empleadas gastronómicas acosadas/ abusadas por dueños de bares y restaurantes, empleadas de comercio, víctimas del acoso sexual de patrones y jefes, obreras de fábricas hostigadas doblemente en su condición de trabajadoras y mujeres.
Las actrices dicen “Estamos casi siempre desprotegidas por quienes nos contratan… En nuestro medio no hay protocolos de acción frente a casos de abuso…” Y la verdad es que no son sólo las actrices. Es hora de que empecemos a hablar del acoso laboral. De exigir protocolos frente a casos de abuso para todas. Porque denunciar no tiene que ser motivo de quedarse sin trabajo.
El ejemplo del colectivo de actrices argentinas es el primer paso: daba emoción verlas, solidarias, convencidas, unidas, exponiendo sus trayectorias por una causa. Para empezar, hay que organizar a las mujeres. Pero la lucha contra el abuso en los ámbitos de trabajo recién empieza. Y, como cuestiona a los dueños de la propiedad privada, no va a ser fácil y su recorrido va a necesitar de más de una heroína.
El movimiento de mujeres y la organización de las mujeres trabajadoras
El movimiento de mujeres tiene que sumar a sus reclamos la bandera contra el acoso laboral. Tenemos que impulsar la organización de las trabajadoras. Que el próximo encuentro de mujeres esté al servicio, también, de enfrentar a los que tienen el poder de dejarnos sin trabajo. Que sea una herramienta para organizar a las mujeres trabajadoras. Empecemos la campaña para que las trabajadoras participen en el encuentro y levanten su voz. Tienen que saber que cuentan con nuestro apoyo. Los sindicatos deberían garantizar la amplia participación de las trabajadoras y las garantías para que participar no sea motivo de persecución y o despido. Esos mismos sindicatos que mientras organizamos el primer paro de mujeres tomaban el té, esos que mientras enfrentamos a las iglesias anti derechos convocan a rezar a la catedral de Lujan, ¡solo van a acceder si el reclamo es de todas y en la calle! No hay tiempo que perder: la comisión organizadora del encuentro debe colocar este reclamo en su agenda.
¡Paso a la mujer trabajadora!
Basta de acoso sexual laboral. Protocolos contra el abuso en todos los lugares de trabajo. El gobierno y los empresarios son responsables.
¡Basta de impunidad! ¡Destitución de jueces y funcionarios que amparan la violencia contra las mujeres!