Insólitamente, Chile sumó a los muertos a su lista de personas recuperadas en sus estadísticas. Lo confirmó el ministro de Sanidad Jaime Mañalich en una conferencia de prensa, donde declaró: “Tenemos 898 pacientes que ya han dejado de ser contagiantes, que no son una fuente de contagio para otros y los incluimos como recuperados. Estas son las personas que han cumplido 14 días de diagnostico o que desgraciadamente han fallecido”

Esta manera tan extraña de contabilizar los recuperados, según él, fue recomendada por «expertos internacionales».

La declaración podría ser motivo de risa sino fuera una burla de muy mal gusto. Es una política absurda y criminal que busca alterar los números para legitimar la gestión del gobierno neoliberal de Piñera frente a la crisis del coronavirus.

Piñera venía desgastado producto de la rebelión popular en Chile, con fuertes cuestionamientos a su gestión y hasta la posibilidad de un desborde social que lo expulsara del gobierno. La pandemia le ha dado aire: con la gente encerrada y atemorizada, el inmenso problema de las movilizaciones populares permanentes contra el régimen pos pinochetista se ha relajado.

La rebelión en Chile sigue latente, así como la exigencia de una nueva constitución y el rechazo a la mercantilización de las vidas de las amplias mayorías populares. La gestión criminal de la crisis del Coronavirus y el ocultamiento de los números reales de víctimas sólo pueden echar nafta a un fuego que sigue encendido.