Bertolucci: de tangos, conformistas y traiciones

La muerte de un director tan famoso como controversial.

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«El arte cuando es bueno, es siempre entretenimiento» Brecht

Por Guillermo Pessoa 1

 

El pasado lunes 26 a los 77 años de edad, en Roma, fallecía el director de cine Bernardo Bertolucci, para muchos, uno de los últimos grandes cineastas italianos. 15 largos, 8 cortos y documentales varios conforman su no muy extensa filmografía, por la cual recibió casi medio centenar de premios nacionales e internacionales.

La Italia post fascista, había liberado un sinnúmero de fuerzas artísticas que estaban silenciadas y en cuanto al llamado “séptimo arte” refiere, la necesidad de diferenciarse del cine clásico de Hollywood al que consideraban (como en toda generalidad convirtiendo el juicio en algo sumario) “pasatista y superficial”, lleva al surgimiento del neo realismo que tendrá en Roberto Rosellini uno de sus máximos cultores. En verdad esa tendencia amplió y diversificó sus miradas. Bertolucci de alguna manera es un hijo tardío de ese proceso y comienza su carrerra como asistente de un director que ejemplifica esa diversidad: Pier Paolo Pasolini.

Bernardo Bertolucci nació en Parma bajo el amparo artístico de su padre, el poeta Attilio Bertolucci. Consciente de ser un «joven burgués inconformista», estudió en Roma donde empezó a coquetear con la poesía. A los veinte años y tras haber trasteado con cámaras de 16mm con su hermano Giuseppe, conoció a Pasolini. El director de Teorema y Saló, o los 120 días de Sodoma  le ofreció ser su asistente de dirección, a lo que el joven contestó que nunca había sido tal cosa. Yo tampoco he sido director, así que nos estrenamos ambos, diría aquel. Así se iniciaría en el cine Bertolucci: a la sombra del que sería un titán del cine italiano, y uno de los cineastas más controvertidos de la historia. De él aprendió el oficio y de ahí que muchos hayan considerado a Bertolucci el hijo cinéfilo de Pasolini. 2

De joven militó en el PCI, participó de sus arduas discusiones luego de derrotado el fascismo, con el que paulatinamente se fue desilusionando, seguramente algo de ello influirá en una de sus grandes películas: “Novecento”, como veremos luego. Además de su labor  como asistente, colaboró en la realización de guiones fílmicos. Uno de  los más recordados es seguramente el del western spaguetti (vuelta de tuerca italiana al clásico género norteamericano)  “Érase una vez en el Oeste” de Sergio Leone en la década del sesenta. En  uno de sus primeros largometrajes “El conformista” (1970), con un impecable Jean Louis Trintignant en el rol protagónico, expone los avatares por los que tiene que pasar un profesor de filosofía romano en los albores del fascismo. Un año después en “La estrategia de la araña” nos cuenta el asesinato de un integrante de la resistencia italiana  a manos de las camisas negras de Mussolini. Bertolucci reconocía que para llevar a la pantalla esa historia real se basó en un cuento de Jorge Luis Borges “Tema del traidor y del héroe”.3

En 1972 lanzará la obra por la cual más se lo reconoce (lo que no signifique que sea la mejor): “Último tango en París”. La tortuosa historia de un norteamericano -un Marlon Brando de 48 años- y una joven muchacha parisina -interpretada por Maria Schneider, que tenía 18 años entonces- que se encuentran en un piso vacío de París y viven una compleja relación sexual. La  fuerza de sus escenas eróticas, así como el brutal tratamiento de éstas la convirtieron en un fenómeno en los cines europeos y que en la Argentina sólo se pudo ver durante quince días en 1973. La famosa y deleznable escena en donde ocurre una violación real le valieron con justa razón la repulsa unánime, incluida desde ya, la de la propia Schneider; repudio que hacemos nuestro desde estas líneas. 4

En algunas de sus definiciones en cuanto a “cómo filmaba”, Bertolucci señaló: Durante mucho tiempo, me he enfrentado a cada plano como si fuera el último, como si alguien fuera a llevarse mi cámara justo después de haber acabado de rodar con ella. Tenía la sensación de que estaba robando cada plano y, en ese estado mental, resulta imposible pensar en términos de ‘gramática’, ni siguiera de ‘lógica’. Incluso ahora, no preparo nada con antelación. Mucho de ello se ve fundamentalmente en su filmografía posterior a “Último…”.  A mediados de los 70 realiza la que hoy sería considerada muy extensa “Novecento”, especie de novela histórica de la Italia contemporánea, en donde se ven escenas que son un verdadero testimonio: el ajusticiamiento popular de los partisanos y el pueblo armado sobre los líderes fascistas y cómo el PC llama, en una traición escandalosa a entregar las armas y recomponer el maltrecho estado burgués italiano. No hay didactismo en esa narración, el espectador no necesita de ello. En “La luna” de 1979 la historia de un incesto es narrada de la misma manera. No hay alguien que pueda quedar indiferente a ello. Pero creemos que será en “El último emperador” obra de 1987, la historia de Puyi, el último emperador de China que subió al trono a los dos años en 1908  y fue adorado por 500 millones de personas casi como una divinidad y que muere en 1967 en medio de la Revolución Cultural maoísta, en donde el relato cinematográfico cobre un esplendor visualmente fascinante. No podemos abandonar dicha historia.

Exceptuando “Úlimo tango en París” en donde la introspección y la angustia existencial lo acercan al cine de su compatriota Michelangelo Antonioni; en el resto de su filmografía, el realismo, la narración histórica además de “sacudir y denunciar”, entretiene; que no debe ser considerado algo peyorativo, sino todo lo contrario, como muy bien supo decir Bertolt Brecht. En sus últimos años Bertolucci sufría una enfermedad que le tenía postrado en una silla de ruedas desde principio de este siglo. No por ello, dejó de filmar: fue retirándose cada vez más y sus últimas películas, después de la compleja Refugio para el amor, sobre The Sheltering Sky de Paul Bowles, juegan sobre las relaciones en sitios cerrados, el amor y el sexo como metáforas de la comunicación y el aislamiento. Como pasa en su última película, Tú y yo, una versión juvenil y «soft» de las angustias de Último tango en París. 5

 

 

1: Con el agradecimiento a José Saligret, que desde España colaboró y aportó ideas para esta sucinta nota

2: Seguimos aquí a Román Gubern y su “Historia del cine”. Roma, 1986

3: A modo de breve anécdota, el siempre corrosivo Borges al enterarse de esta adaptación de su cuento, señaló: Yo estoy muy agradecido a un señor Bertolucci, que me dicen es un gran director, y ha tenido la gentileza de  hacer una película inspirada en un cuento mío. Pero aquí no la podemos ver, le indican al escritor y socarrón éste agregaba: Ah, fijese. Yo tampoco. Paraná Sendros, Ámbito Financiero 27/11/18

4: Bertolucci confesó luego: necesitaba que María reflejara en su rostro una humillación real, no actuada. Nunca me lo perdonó (…) Me siento culpable, pero no arrepentido. Ídem ant.

5: “Bertolucci: adiós al cineasta de lo íntimo y lo espectacular”. Leonardo D´Espósito. Diario BAE. 27/11/18

 

 

 

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