Atentado a la AMIA y a la Embajada de Israel: 29 años de encubrimiento e impunidad

El 17 de marzo de 1992, en calle Arroyo al 900, una explosión frente a la Embajada de Israel, dejaba casi 30 muertos. Pero ese atentado –un hecho insólito hasta ese momento en Argentina– sería sólo el prólogo de otro más grave. A saber, el cometido el 18 de julio de 1994 contra la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina) en calle Pasteur al 600, con 85 personas muertas y unas 300 heridas.

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atentado a la amia

La “investigación” de ese primer atentado, en cierto modo, auguraba lo que pasaría luego con el de la AMIA. A principios de julio de 1994, la Corte Suprema de Justicia –organismo investigador por tratarse de una embajada–, archivó el caso sin poder resolverlo. Días después de esa medida de la Suprema Corte, se producía la explosión de calle Pasteur.

Estados Unidos lleva décadas haciendo lobby para la responsabilización sin pruebas de sus enemigos en Medio Oriente. Macri, cumpliendo las órdenes de Trump, declaró como organización terrorista a Hezbollah sin prueba alguna de que esta organización haya tenido algo que ver en el atentado.

Aparentemente, la investigación de este segundo y más grave atentado fue muy distinta a la de la Embajada. La investigación de la AMIA no se archivó, sus escritos y expedientes son hoy la causa más voluminosa en la historia de la justicia argentina, se conformó además un verdadero ejército de fiscales y jueces dedicados durante años al tema… Y, cada tanto, se produce algún escándalo y/o terremoto… el último y más grave, el del “suicidio” de su principal fiscal, Alberto Nisman.

Pero, con todas sus diferencias de forma, el resultado es igual: nada se sabe con certeza. Eso es lo único indudable.

Es más, las interesadas acciones de sectores políticos patronales oficialistas u opositores, las rencillas en los aparatos del Estado –justicia, servicios, Congreso, etc. –, la intervención de las corporaciones de los medios y, por encima de ellos, los manejos de la Embajada de EEUU (y, seguramente, también la de Israel), generaron un pantano inmundo, donde lo único comprobado en el caso AMIA es que todos tiran mierda contra todos.

Un escritor griego de hace 2.500 años, advirtió que “la verdad es la primera víctima de la guerra”. Lo mismo podemos decir hoy de las riñas locales y las peleas internacionales que han cruzado el tema.

Aquí, por supuesto, no podemos hacerla historia completa. Sus incidentes darían materia para muchas tragicomedias, como por ejemplo, la del primer juicio… que terminó con los acusados absueltos… y el juez instructor Juan José Galeano, enjuiciado… Nos limitaremos a tres botones de muestra: el mencionado primer juicio, una radiografía de la etapa Nisman y, quizás lo más importante, el papel de la Embajada de EEUU.

Tres “pistas” y un primer fiasco

Como en una calesita, ante el público han dado vueltas tres “pistas” sobre la AMIA: la de la “conexión iraní”, la “conexión siria” y la “conexión local de la policía bonaerense”. A gusto de cada cual, también se las ha mezclado o adobado con otros ingredientes, como el de Hezbollah, partido de masas de la comunidad chiíta del Líbano.

Tomando principalmente lo de la bonaerense y las declaraciones de Manoucher Motamer, un ex diplomático iraní que resultó luego agente de la CIA, se desarrolló la “investigación” del juez menemista, Juan José Galeano. La “conexión local”, presuntamente conformada por Carlos Telledín y otros imputados, varios eran miembros de la bonaerense, habrían proporcionado la camioneta al atacante suicida que voló la AMIA.

Toda esa historia se vino abajo en un largo juicio (de septiembre del 2001 al mismo mes del 2004).Se derrumbó por falta de pruebas y, además, finalmente, por un video donde el juez Galeano aparece negociando con Telledín el pago de 400.000 dólares, para que declare lo que desea. Y, en toda esta farsa judicial, apareció implicado el entonces presidente de la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas), Rubén Beraja.

Este desenlace refleja, asimismo, un profundo cambio político. En diciembre del 2001, casi simultáneamente con el inicio del juicio, se produce el Argentinazo. Galeano era un juez del riñón del menemismo y su “investigación” reflejaba eso en gran medida. El 25 de mayo del 2003 comienza la era Kirchner… y en diciembre de ese año, Galeano y dos de sus fiscales son destituidos y procesados.

Nisman, el hombre de la era Kirchner

El kirchnerismo asume la presidencia con la gran tarea de calmar el peligroso estallido social y a la vez “normalizar” y estabilizar al régimen político, cuestionado a sus distintos niveles por el histórico “¡que se vayan todos!”.

Como eso no fue acompañado por el surgimiento de una alternativa política obrera y popular, finalmente se quedaron todos… pero con cambios de cierta importancia… y relaciones de fuerza sociales distintas a los años 90’, la década de las derrotas. Entonces el kirchnerismo se erigió como el gran árbitro y administrador, y a su vez, reconstructor del Estado y sus instituciones deslegitimadas.

Lo de la AMIA, fue parte de ese operativo, y el hombre del kirchnerismo para encabezarlo fue Alberto Nisman. Hoy los gorilas caceroleros se olvidan de ese detalle que además significó un cambio y una continuidad. Es que Nisman era parte del equipo de Galeano… Como en otros rubros, el kirchnerismo, bajo los cambios de forma (y concesiones), significó esencialmente continuidad.

Asimismo, es interesante comprobar cómo los enredos, las “idas y venidas” del tema AMIA y de Nisman han seguido las oscilaciones de los tiempos políticos posteriores. Es que el joven fiscal se portó muy bien durante años. Las malas relaciones con el gobierno se inician–¡oh casualidad!– en la etapa de crisis y problemas del ciclo kirchnerista en general.

Nisman reorientó la causa AMIA hacia la “pista iraní”. Pero esta sufre de el mismo problema de las “investigaciones” de Galeano. No aporta pruebas serias. Quizás quien definió mejor este vacío es el Sr. Jorge Lanata… (antes de ser empleado de Clarín) en su demoledor artículo “Tócala de nuevo, Nisman” (Perfil, 19/11/2006):

“La causa AMIA suma hoy 113.600 fojas –comienza diciendo Lanata–. Son 568 expedientes de doscientas fojas cada uno, a los que deben sumarse 400 legajos de “Investigación”, 1.000 paquetes de siete a ocho legajos, cada uno con intervenciones telefónicas, y 1.500 carpetas con información de la SIDE. En esas 113.600 fojas, 568 expedientes, 400 legajos, 1.000 paquetes y 1.500 carpetas no hay nada. Si nos dedicáramos a hacer un tótem judicial con esa cantidad absurda de papel, podríamos llenar varios cuartos en una casa. Varios cuartos llenos de nada.

“En verdad, y para ser exactos, no se trata de Nada Absoluta: hay operaciones de los servicios e inteligencia, de la Policía, de gobiernos extranjeros, estupidez de jueces y fiscales, corrupción, gestos miserables y después nada. La misma nada presente en las ochocientas y una páginas del dictamen del fiscal Nisman, una nada ratificada por el juez federal Canicoba Corral.”

Efectivamente, lo de “conexión con Irán” se resume así: varios exiliados iraníes, enemigos del actual régimen y algunos notoriamente relacionados con la CIA, dicen que les dijeron “que el atentado se decidió en una reunión del gobierno iraní el 14 de agosto de 1993”… Y no aportan prueba alguna.

Sobre esto, otro periodista comenta: “Es como si cinco disidentes cubanos de Miami contaran que hubo una reunión entre Fidel, Raúl Castro y otros altos funcionarios donde se decidió atacar a alguien”.[[1]]

Otro “descubrimiento” fue la supuesta identidad del conductor de la camioneta con los explosivos. También, siguiendo el libreto de informantes allegados a los servicios de EEUU, Nisman lo “identifica” como Ibrahim Hussein Berro, libanés.

Pero la alegría duró poco. Los familiares de este joven, radicados en EEUU, prueban que murió en Líbano y tiempo después del atentado. Era, además, un joven que había quedado discapacitado desde años atrás. Además, una testigo argentina, que supuestamente había visto al conductor de la camioneta y lo encontró parecido a una foto de Berro, se desdijo luego… Así, el diario La Nación, que como otros había anunciado el gran descubrimiento, debe luego publicar una nota compungida con este título: “AMIA: más dudas sobre el chofer suicida”. (13/05/2006).

El fiscal y la Embajada

Por último, un detalle de no menor importancia. La montana de documentación secreta del Departamento de Estado, revelada por Julian Assange en Wikileaks, tiene una veta argentina. Dos libros del periodista Santiago O’Donnell –Argenleaks (2011) y Politileaks(2014)– analizan esta trastienda de la República. Nisman es uno de los tantos personajes del establishment que aparecen relacionados… y subordinados a la Embajada.

Su conducta, revela O’Donnell,“incluye el adelantarle a la embajada medidas judiciales tanto de la fiscalía como del juzgado que entiende la causa AMIA, llevar borradores de resoluciones a la embajada para ser corregidos hasta conseguir la aprobación de la sede diplomática, y disculparse reiteradamente cuando no se dio preaviso de alguna medida judicial del caso a los diplomáticos y agentes de dicha embajada estadounidense”.[[2]]

Esto no sólo es escandaloso. Lo más importante va mucho más allá de la persona de Nisnam. Es que revela “la verdad de la milanesa” sobre el status semicolonial de Argentina, una realidad que va más allá de los discursos “nacionales y populares”.

Los documentos aludidos de Wikileaks no se publicaron ayer ni anteayer. En su momento, el gobierno “nacional y popular” no se inmutó por la conducta (ya hecha pública) de su fiscal… y ni hablar de la Corte o el Consejo de la Magistratura… La tan proclama soberanía de la República es para los discursos del 25 de Mayo y el 9 de Julio.

La ruptura, más bien, la habría iniciado Nisman (muy probablemente dictada por la Embajada). Por sus tiempos, estaría relacionada con el “Memorándum de Entendimiento” con Irán, gestionado por el gobierno para intentar que los iraníes sospechosos fuesen indagados. Esto se hizo al iniciase el acercamiento de Washington con Teherán… ¿Timerman interpretó mal esa señal? ¿No se dio cuenta que el Amo se permite hacer cosas que no tolera a sus sirvientes?


 

[1].- Raúl Kollmann, “Misterios de la Amia”, Página 12, 29/10/2006.

[2].- Santiago O’Donnell, “Detrás de Nisman”, Agencia Rodolfo Walsh, 22/01/2015.

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